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Estos últimos años no han sido los únicos en los que España alcanzó grandes temperaturas

El aumento de las temperaturas en verano: ¿motivo de alarma?

Una playa en Valencia, España. Europa Press

El director regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Hans Henri P. Kluge, ha advertido sobre el verano «inusualmente cálido» que va a vivir el continente, y ha recordado que el año pasado el calor extremo fue causante de unas 20.000 muertes entre junio y agosto.

A través de un comunicado, Kluge ha citado un informe de la Unión Europea y la Organización Meteorológica Mundial que advertía de que Europa se ha estado calentando dos veces más rápido que la media mundial desde los años ochenta, y el calor extremo en los meses de verano «se está convirtiendo en la norma, no en la excepción».

Así, ha pedido «cuidarse los unos a los otros durante los meses de verano vigilando a sus parientes y vecinos ancianos, limitando la actividad al aire libre cuando haga mucho calor, manteniéndose hidratados, manteniendo frescas sus casas y permitiéndose tiempo para descansar».

Sin embargo, la realidad es que el clima viene cambiando desde el origen del mundo. El aumento de las temperaturas durante el verano es un fenómeno natural y predecible que ha ocurrido a lo largo de la historia.

Estos últimos años no han sido los únicos en los que España ha experimentado un aumento significativo de las temperaturas en verano. Si se analizan detenidamente las temperaturas en la Península y Baleares en años anteriores, se puede observar que el día 4 de julio de 1994 se registró la temperatura más alta desde que existe conocimiento, alcanzando los 47.2ºC en Murcia. Este dato no se ha superado, pero lo han seguido de cerca los 46.6ºC en Córdoba y Sevilla el día 23 de julio de 1995 o los 45ºC que se dieron en Badajoz en 2003. Incluso, si se echa la vista atrás hasta el 8 de julio de 1939, se encuentra un dato similar, el de los 46ºC que alcanzaron en Jaén.

A su vez, los datos en Canarias indican una ola de calor destacable del 5 al 15 de agosto de 1976, alcanzando de este modo los 42.6ºC como máxima temperatura. Y también hubo una ola de calor en Santa Cruz de Tenerife entre el 28 de agosto y el 10 de septiembre de 1976, con 14 días de duración. Son sólo algunos ejemplos.

Paralelamente, en los últimos años se ha extendido la costumbre de indicar la temperatura veraniega de media en los telediarios mediante mapas cada vez más llenos de colores rojizos que alertan de las altas temperaturas que se pueden llegar a alcanzar. Sin embargo, si se ahonda en la elección de los colores se puede observar que las temperaturas entre los 18ºC y 24ºC se encuentran entre los tonos amarillos y anaranjados. Y que aquellas en torno a los 12ºC (situación cuanto menos inusual en verano) se encuentran marcadas con colores verdosos. De este modo, los colores ayudan a crear una situación de alarmismo que realmente no resulta tan preocupante como se desea hacer ver.

Es comprensible la preocupación crezca debido al riesgo que el aumento de temperaturas supone para la salud, especialmente para los grupos más vulnerables como ancianos, niños o personas con condiciones de salud problemáticas. A pesar de ello, es esencial recordar que este cambio de temperatura no tiene por qué suponer una situación muy grave. Se trata de simplemente de prepararse para minimizar los riesgos que las altas temperaturas pueden suponer, tomando las medidas adecuadas como las mencionadas anteriormente por Kluge.

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