«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Hasta el 22 de junio ardieron menos de 17.000 hectáreas

El globalismo predica el apocalipsis por el calor en verano mientras España registra el número más bajo de hectáreas quemadas en los últimos siete años

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Europa Press

Los alarmistas climáticos no dejan de asustar a la humanidad desde sus aviones privados, sus coches oficiales o sus despachos con aire acondicionado. Durante la Cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, que se ha celebrado del 30 de junio al 3 de julio de 2025 en Sevilla, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, escribió en X: «El calor extremo ya no es un fenómeno raro: se ha convertido en la nueva normalidad. Lo estoy viviendo en primera persona en España durante la Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo. El planeta se está volviendo más caliente y más peligroso: ningún país es inmune. Necesitamos algo más ambicioso #ClimateAction ahora».

¡Que en Sevilla hace calor en julio! La izquierda se queja de que no hay árboles que den sombra en la Puerta del Sol de Madrid (nunca los ha habido) y de que en Andalucía se pasa calor en verano. ¡Qué horror! ¡Vamos a morir todos!

El socialista portugués Guterres es conocido por sus declaraciones tremebundas sobre la ‘cosa’ climática. Ha dicho que «vivimos en un planeta en llamas», que «no somos el dinosaurio, somos el meteorito» y que hemos entrado en «la era de la ebullición global«.

Otro socialista ibérico, Pedro Sánchez, también predica el apocalipsis, antes y después de viajar en el Falcon, cuyos motores no se impulsan con energía solar. Ha convertido el dogma anticientífico del cambio climático por causas humanas en argumento contra sus adversarios políticos. El presidente del Gobierno culpó de las inundaciones de Valencia y Albacete y de los más de 220 muertos al cambio climático, no a la incompetencia de la Administración autonómica y a su propio Gobierno, y aprovechó para anunciar más gasto de dinero público, no en la construcción de presas, sino en informes y convenciones.

Los hechos desmienten a los dueños del relato. Con el verano comenzado, España prosigue la reducción del número de hectáreas quemadas. Según los datos del Ministerio de Transición Ecológica, entre el 1 de enero y el 22 de junio, la destrucción causada por los incendios ha afectado a 16.734,40 hectáreas, un 65% de las quemadas en el mismo período de 2024, la cuarta parte que en 2023 y sólo un 23% que en 2023, como se puede comprobar en la tabla.

Si cada año debe de aumentar la temperatura, si las sequías son cada vez más prolongadas, si llueve menos, si el campo es depredado por el capitalismo y el urbanismo, ¿cómo se explica que la superficie de bosques destruidos por el fuego disminuya? Desde luego, a la limpieza de los montes durante el otoño y la primavera, que depende de las Administraciones y a la que éstas no suelen prestar toda la atención que debieran. Los políticos que invocan el calentamiento global después de una catástrofe lo hacen para ocultar su incompetencia.

Además, este año se ha unido otro factor: las abundantes lluvias de la primavera pasada. Hay más vegetación, pero ésta y el suelo no están resecos, por lo que cuesta más que ardan. Además, la mayoría de los fuegos se inician por la acción humana, sea dolosa o negligente. El origen del incendio que en la provincia de Lérida ha quemado unas 5.300 hectáreas y matado a dos personas pudo ser una chispa generada por una cosechadora.

Los bosques españoles se queman cada vez menos, aunque la masa forestal aumenta sin cesar (algunos expertos aseguran que el número de árboles es un peligro). Dos buenas noticias que no aparecen en los grandes medios de comunicación, porque si éstos no dan espacio al terror climático, no cobran subvenciones.

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