El polémico psiquiatra y comentarista de fama internacional Jordan Peterson ha tuiteado: «No puedo parar de sonreír sobre esto». No ha sido el único, en absoluto: la noticia ha dado literalmente la vuelta al mundo. La ministra española de Transición Ecológica, Teresa Ribera, viajó en avión a la cumbre climática de la Unión Europea (UE) en Valladolid, fue recogida por un automóvil y, a cien metros de su destino, se bajó y se montó en una bicicleta para llegar pedaleando a su destino, seguida de dos coches de escolta. Es un resumen en vídeo tan perfecto de la hipocresía verde —y, muy especialmente, de la de nuestros gobernantes socialistas— que es difícil sustraerse a su encanto.
Ni siquiera se esfuerzan. La estampa, propia de la intro de Verano Azul, con la ministra sosteniéndose a duras penas sobre la bicicleta, vestida de la manera más inadecuada, sin casco ni calzado apropiado ha sido la definición misma de «salir el tiro por la culata», comentada en prensa de todo el mundo como lo que es: un triste espectáculo de hipocresía verde.
Ribera, que va de número dos en las listas del PSOE para las generales del próximo 23, preside de lunes a miércoles en Valladolid el encuentro de los ministros de Energía y Medioambiente de la UE para abordar asuntos sobre biodiversidad y energía que forman parte de la agenda del gobierno español durante el semestre que ostenta la presidencia de turno comunitaria.
La cuenta del propio ministerio que preside Ribera colgó en Twitter la foto de Ribera llegando en bicicleta, recortada para que no se vieran los dos coches de escolta que la seguían y que, seguramente, ni eran eléctricos ni funcionaban con hidrógeno verde.
Lo gracioso es que una de las exigencias que Ribera impone a sus colegas en la cumbre es llegar cuanto antes a un acuerdo sobre la normativa Euro7, dirigida a descarbonizar el sector automovilístico, y que, viendo la actitud de la ministra, quizá exime de su cumplimiento a ministros y demás mandarines globalistas.
Ribera ha reclamado la «necesidad de garantizar una coherencia» en el compromiso con la descarbonización de la economía, mientras el presidente de su gobierno sigue utilizando el Falcon para dar mítines de partido.
No es nada nuevo. Es un remedo, más cómodo y breve, del viaje en catamarán de Greta Thunberg, o de las cumbres climáticas a las que llegan los participantes en jets privados. Pero cada día es más descarado, y cada día son más los que, con acciones como esta, desenmascaran a la farsa climática.