El expresidente de Societat Civil Catalana afirma que el señalamiento a veces es peor ‘porque es la muerte civil’. Él lo sufre y, además, ha sido víctima de espionaje, de los Mossos.
Josep Ramon Bosch ha sido víctima del espionaje de los Mossos d’Esquadra como fundador de Sociedad Civil Catalana (SCC) y su cruzada en contra del separatismo, según consta en los expedientes que la policía autonómica intentó destruir el pasado 26 de octubre en una incineradora y que intervino la Policía Nacional en el último momento, ha publicado OK Diario.
Este lunes, Josep Ramón Bosch ha presentado una querella contra el Major Trapero y los agentes de la UCRO -la unidad, ya desaparecida, a la que se atribuyen tareas de control y seguimiento sobre partidos, sindicatos o empresarios contrarios al independentismo- que aparentemente estuvieron implicados en el espionaje.
“Es gravísimo que un Gobierno espíe y persiga a los ciudadanos para destruir sus vidas por motivos ideológicos. Espiaron mi vida privada, patrimonial, profesional y pública. Tenían orden de acabar con mi credibilidad”, manifiesta indignado a La Gaceta este abanderado de la causa antiindependentista, que ha comenzado la semana conociendo semejantes maniobras. No le pillan por sorpresa.
“Esto es lo que hay en Cataluña. Vivimos en un régimen totalitario”, afirma, y acto seguida apunta: “Lo que había en Cataluña, espero que se haya acabado ya”.
¿Lo sospechaba? “Todos sospechábamos a raíz de una querella contra mí de la asociación de juristas Drets, que presidía el exconsejero de Justicia catalán Carles Mundó, y se dio a conocer a través de los medios públicos independentistas el mismo día que se presentaba. Ahora queda claro que todo estaba absolutamente concertado”, manifiesta.
Según los denunciantes, Bosch usó un perfil con el nombre de Fèlix de Sant Serní de Tavernoles para atacar a Artur Mas, Joel Joan, Pilar Rahola, David Fernàndez y Toni Albà, entre otros. Fue admitida a trámite en septiembre del 2015, y días después Bosch presentó la dimisión como presidente de Societat Civil. El pasado enero el juez dio la razón a este abanderado de la lucha contra el separatismo y archivó la causa.
Bosch emitió entonces un comunicado en el que reiteraba su inocencia, «ratificada judicialmente», y denunciaba una campaña pública en su contra por parte de algunos medios de comunicación de Cataluña alentados por entidades que pretendían desprestigiarle personal y laboralmente.
«Esta sentencia es una magnífica noticia para todas las personas que defienden la libertad y la convivencia en Catalunya y pone punto y final a una persecución política típica de otros tiempos felizmente pasados», agregaba el expresidente de Societat Civil en Twitter, y para rematarlo proclamaba: «Los que denuncian la judicialización de la política se querellaron contra mí. Soy inocente y libre. Siempre ganamos los buenos. Juntos y mejor».
Pese a que la querella fue rechazada por la juez, cuenta que «todos los medios públicos catalanes, sobre todo en TV3 y en Catalunya Radio, lo presentaban como una persona que insultaba y amenazaba», y que esto personalmente le ocasionó durísimos problemas en su trabajo. Entonces era director de una multinacional farmacéutica.
“Tuve que explicar a mi compañía en Japón lo que estaba sucediendo, y al final en septiembre de 2015, ante la presión mediática e independentista, los escraches que me habían hecho, la agresión que sufrió mi hija, y las roturas de cristales en mi casa, que eran constantes, decidí dar un paso atrás”, relata, en referencia a su marcha de SCC.
Asimismo, informa que «durante 2016 hubo algunos intentos de infiltración en la plataforma de personas que eran confidentes de los Mossos», y que partir de 2016 empezaron a adoptar medidas de seguridad, como barridos periódicos en sus oficinas por recomendación de la policía. “Al principio no le dimos importancia a esos indicios, pero ahora todo liga, ahora sabemos de dónde salían las denuncias de Toni Albà o los intentos de infiltración”, remacha.
Desde escraches, a pintadas y quemarle el buzón
Josep Ramon Bosch expresa a este diario que recibe insultos en las redes sociales, amenazas, y que es objeto de escraches, de señalamientos… «Además, vivo en una zona muy radical, muy independentista, y la convivencia es muy difícil, muy complicada. Aquí no matan con balas, pero matan con la pluma y el señalamiento, que a veces es peor porque es la muerte civil”, relata.
Ya el pasado septiembre alertó de que un grupo de separatistas señaló su casa, en Santpedor, como domicilio discrepante, como disidente. Le llenaron la fachada y la puerta de carteles favorables a la consulta ilegal del 1 de octubre.
Señalándome como un fascista, colaboracionista, españolista, franquista… mi casa empapelada y ensuciada por la revolución de las sonrisas pic.twitter.com/B3dWNc1yUa
— josep ramon bosch (@josepramonbosch) 24 de septiembre de 2017
Es sólo un ataque de entre mil. «Desde escraches, a pintadas y quemarme petardos en el buzón, destrozándolo. Me han roto la puerta muchas veces, me han tirado piedras, me han atacado con botes de pintura… Son tan innumerables», comenta.
Uno le golpeó especialmente porque ocurrió con su anciana abuela, de cien años, en su casa. “Fue un ataque con pintura, presentamos incluso la querella, se identificó a los culpables, pero los padres de los chavales, que eran adolescentes, me pidieron, por favor, que la retirase y lo hice”, explica Bosch.
¿Por qué la quitó? Josep Ramon Bosch entiende que cuando uno tiene 16 o 17 años y “está inflamado de odio, no es el culpable”, sino “la sociedad que te ha llevado a este odio”. “Y en Cataluña vivimos en una sociedad cargada de muchísimo odio hacia el discrepante”, añade.
Preguntado acerca de que según OK Diario, “se concentraron en encontrar cualquier pasado o presente que pudiese ligarle a algo que sonase a extremaderecha”, expresa que los separatistas “intentan siempre ligar a los que defendemos la unidad de España con la radicalidad”, y subraya que “datos como estos demuestran el estado paranoico de esta gente”.
“Es tremendo y muy triste que se hayan empleado fondos públicos para destruir la vida personal de uno. Y por lo visto no sólo me han espiado a mí, sino a mi familia, a mi entorno, para ver qué podían encontrar y esto es muy grave”, denuncia.
¿Votará este jueves? “Voy a votar”, afirma Bosch. Hace hincapié en que “es imprescindible que la gente vaya a votar al PP, a Cs, al PSOE, incluso a Recortes Cero, que es una candidatura de extrema izquierda, pero que defiende la unidad de España”. Manifiesta que “cualquier opción ideológica que respete la ley y la legalidad es fundamental votarla» y que «la sociedad catalana no se merece ni un minuto más a estos golpistas, a estos delincuentes que han estado gobernando la Generalitat”.
Las amenazas lo empujaron a crear SCC
Josep Ramon Bosch decidió revelarse contra el secesionismo a raíz de un incidente que sufrió en marzo de 2014. Se plantaron frente a su casa «40 energúmenos durante tres horas» para atemorizarle y que se fuese de su pueblo «por fascista y por españolista”.
Confiesa que “fueron las amenazas” las que le empujaron a crear Societat Civil Catalana. “Pensé ‘esta mala gente no me va a echar de mi tierra’. Dije a mi familia que estos hijos de su madre a mí no me atemorizaban y decidí dar públicamente el paso y ponerme al frente de esta plataforma antiindependentista”, comenta.
Ocurrió tras haberse venido significando desde septiembre de 2013 en contra del separatismo. “Soy historiador y un día me llamó un amigo, que también lo es, contándome que en Cataluña iban a hacer un simposio llamado España contra Cataluña y que teníamos que hacer algo para intentar, como mínimo, revertir lo que se iba a decir allí, y así lo hicimos”.
Lamenta que “al final llega un momento en el que tienes que elegir entre tu trabajo y ser un patriota”, y subraya que “ser un patriota en este país sale carísimo”.
Josep Ramon Bosch preside ahora la Fundación Joan Boscà, que “busca apoyos y recursos por toda España para ayudar a las asociaciones constitucionalistas que trabajan tanto en Cataluña como en el resto del país”.
Considera que lo que está ocurriendo en Cataluña es “una desafección que, aunque pretenda a veces basarse en graves razones económicas y políticas, no deja de tener una pulsión identitaria y sentimental”. “De ahí que estemos viviendo una explosión nacionalista a partir de relatos imaginarios que no pueden combatirse desde la razón”, apostilla Bosch, que lamenta que “una serie de falsedades, tergiversaciones, y también un cúmulo de errores políticos en muchas direcciones, nos ha conducido a esta crisis”.
Preguntado sobre qué piensa de la actuación del Gobierno en Cataluña, afirma rotundo que ha sido “lamentable”. “Llegó tarde, mal y con apaños”, critica. Sobre si cree que el presidente es un blando responde con un rotundo “sí”. «Si para evitar la guerra permites la revuelta, pierdes la revuelta y después la guerra”, sentencia Bosch, que ha sido militante muchos años de su vida del PP.
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