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«SIN NOSOTROS NO HAY VIDA, A VER SI SE ENTERAN DE UNA PUTA VEZ»

Félix, el agricultor que pone voz a la indignación del campo: «No queremos subvenciones, queremos precios justos»

Félix Expósito.

La Delegación del Gobierno en Madrid decidió el lunes no autorizar la protesta que las asociaciones agrarias habían organizado el miércoles en Mercamadrid para protestar contra las imposiciones de Bruselas y por la crisis del sector, una decisión que los agricultores calificaron como una «encerrona».

La parte trasera del CTM, en Vallecas, amaneció el miércoles con la presencia de apenas una decena de agricultores y muchos más periodistas. «Queríamos hacer una tractorada y se nos ha denegado con 48 horas de antelación. Al sector no le ha gustado y no ha secundado este acto», aseguró Francisco José García, de Asaja Madrid. La decisión de la Delegación, que se comunicó a última hora, la prohibición del acceso a la zona de tractores y la decena de furgones de Policía que se trasladó hasta allí por orden del Ministerio del Interior para acorralar a los protestantes, habían conseguido reventar la movilización.

«Si creen que con esto nos van a parar, se equivocan. Los agricultores somos gente de raza, gente acostumbrada a pasar mucho. Y esto nos va a dar más fuerza», aseguró Félix Expósito, agricultor, a este periódico. Entre los trabajadores del campo que se congregaron en los alrededores de la plataforma de distribución, su voz resuena como ninguna. La semana pasada su denuncia en una cadena de televisión pública se hizo rápidamente viral. El mensaje de este agricultor del olivo y del cereal es compartido por muchos, aunque, como él explica, no todos tienen «cojones» para transmitirlo de una forma tan clara. Toda una vida dedicada al campo, las manos curtidas de recoger aceitunas, poco que perder, dice, a sus casi 65 años, pero muchas ganas de seguir luchando por lo que les pertenece: dignidad para el campo.

Como el resto de trabajadores de este sector, reclama a la Unión Europea cláusulas espejo, una legislación que imponga las mismas restricciones y normas a los productos que vienen desde fuera del bloque comunitario que a los que producen dentro. «Estamos compitiendo en una carrera, nosotros vamos con un tractor y ellos van en un Fórmula Uno«, denuncia en referencia a los productos que desde Marruecos o Iberoamérica acceden a los supermercados españoles sin cumplir con los requisitos fitosanitarios de la UE.

Félix extiende la culpa al Gobierno, que acepta sin reticencias ni matices las normas que se aprueban en Bruselas, sin importar las consecuencias que tengan para el campo español. «Queremos vivir de los nuestro, que nos respeten nuestra dignidad, no pedimos más», añade.

Pese a toda una vida dedicada al campo, Félix tiene claro que no quiere que sus hijos o nietos vivan de ello, no así. «Esto es la ruina, es como si te digo que vayas por un camino y yo sé que a mitad hay un abismo por el que te vas a caer», se resigna.

Entre sus denuncias, una petición, a todos los españoles que cada mañana beben un vaso de leche que ha salido de las manos de un ganadero o consumen el aceite de oliva que Félix, cada día desde las seis de la mañana, obtiene de sus olivareros: que miren las etiquetas de los supermercados y compren producto español, y que les apoyen: el futuro del campo depende de ello.

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