Aparece una entrevista prácticamente desconocida. «Una hora con el Generalísimo» fue publicada por el ABC de Sevilla el 18 de julio de 1937. En ella Franco admite que España «no estaba retrasada en lo social», que su mando no tendrá carácter «interino» e incluso atisba ya la posibilidad de la reconciliación: «el Rey tendría que venir con carácter pacificador y no debe contarse en el número de los vencedores”
18 de julio de 1937. Un año desde el levantamiento de una parte del Ejército y de la sociedad contra el régimen republicano. Los frentes llevan algunos meses estabilizados. A grandes rasgos, la España Nacional ocupa la mitad Oeste del país y toda la cornisa cantábrica (excepto Asturias) y la España Republicana la mitad Este, incluyendo Madrid, Valencia y Barcelona.
El Nuevo Estado acababa de establecer el 18 de julio como Fiesta Nacional, “fecha en que España se alzó unanimemente en defensa de su fe, contra la tiranía comunista, y contra la encubierta desmembración de su solar».
El diario El Español ha dado con el número 10.649 del ABC de Sevilla. Se trata del ejemplar del día 18 de julio de 1937, prácticamente imposible de encontrar al no haberse digitalizado y cuyo principal atractivo es una entrevista con el general Francisco Franco. La pieza está firmada por el marqués Juan Ignacio Luca de Tena, y tal y como explica El Español, “viene apoyada por textos de Queipo de Llano, del cardenal Gomá, del general Aranda y hasta de José María Pemán”.
Luca de Tena describe a Franco como “un hombre tímido en el trato social, una cierta impresión de frialdad que en algunos momentos producen sus palabras se desvanece pronto en el interlocutor cuando al hablar, por ejemplo, del heroísmo de nuestros soldados la emoción le sube desde el corazón a los ojos, que le brillan entonces de manera inusitada”. Franco es “genial como militar e inteligentísimo como político”, apunta Luca de Tena, y señala las que a su juicio son sus principales virtudes: “Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza”.
Justificando el levantamiento militar
“El Movimiento Nacional no ha sido nunca una sublevación. Los sublevados eran, y son, ellos: los rojos. Vulnerada la Constitución que ellos mismos hicieron, negados los más elementales derechos de] hombre, comenzando por el de la vida; entregada España entera al dominio de los pistoleros, lanzadas las clases trabajadoras a una cruenta lucha fratricida, el Ejército interpretó el anhelo de la mayoría de los españoles, harto ya de asesinatos, saqueos y arbitrariedades. El Movimiento llegó cuando tenía que llegar: antes hubiera sido imprudente. Al Ejército no le es lícito sublevarse contra un partido ni contra una Constitución, porque no le gusten, pero tiene el deber de levantarse en armas para defender a la Patria cuando está en peligro de muerte”.
La suma de la Falange y el Requeté
“Las dos grandes organizaciones que en mayor número han contribuido con sus voluntarios a la guerra, y que más pueden contribuir con su espíritu a la estructuración de la Nueva España, aspiraban a un Estado totalitario, y por eso no se consideraban propiamente partidos, aunque, en realidad, actuaran como tales mientras existieron dentro de la España Nacional diversas ideologías y organizaciones distintas. Es una de las razones que hacían imprescindible la Unificación, que será una inmensa ventaja para organizar el Estado nuevo.
Por otra parte, la coincidencia ideológica entre las dos organizaciones que han sido base para la unión, era ya muy grande antes de que ésta se realizase definitivamente. Existe, además, en España una gran masa neutra, sin encuadrar, de los que no han querido afiliarse jamás a ningún partido. Esa masa, que puede sentirse tímida para unirse a los vencedores, hallará en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS el cauce adecuado para fundirse en la España Nacional”.
La Justicia Social
Franco reconoce que “España no estaba retrasada en lo social. Las leyes no eran malas, pero se ejecutaban mal”. El otro gran problema fue, a juicio del militar, que los gobernantes “solían hacer un arma política de las leyes sociales y provocaban la lucha de clases”. Por ello propone la “supresión absoluta de la lucha de clases; desaparición de las huelgas y lock-outs; mantenimiento de la función arbitral, hasta ahora encomendada a los Jurados Mixtos; pronto establecimiento de un Estatuto del Trabajo, que determinará los derechos y deberes de las clases obreras y de los empresarios de la Industria. En suma: dignificación del trabajo y respeto para la producción. Queremos mejorar las últimas leyes sociales, dentro siempre de los límites y posibilidades de nuestra Economía. Todos los españoles tendrán derecho al trabajo”.
La posibilidad de una restauración monárquica
“He hablado, en efecto, de una «posibilidad». Añadiré que esta posibilidad necesariamente ha de estar sujeta a circunstancias de momento y de ambiente. Sobre este tema mis preferencias son conocidas de muy antiguo, pero ahora no cabe pensar más que en terminar la guerra; luego habrá que liquidarla; después construir el Estado sobre bases firmes… Entretanto, yo no puedo ser un poder interino”.
“Si el momento de la Restauración llegara, la nueva Monarquía tendría que ser, desde luego, muy distinta de la que cayó el 14 de abril de 1931: distinta o diferente en el contenido, y, aunque nos duela a muchos, pero hay que atenerse a la realidad, hasta en la persona que la encarne. Sería, si el momento llega, un nuevo lazo de unión entre el nuevo estilo e ímpetu de las juventudes que están luchando, y las glorias tradicionales de España”.
El Príncipe Don Juan y la reconciliación nacional
Franco reconoce que Don Juan de Borbón, del que alaba su figura, quiso en varias ocasiones entrar en combate, mas Franco desestimó el ofrecimiento: “Mi responsabilidad es muy grande y tengo el deber de no poner en peligro una vida que algún día puede sernos preciosa. Debe tener en cuenta, además, que actualmente hay dos bandos de españoles en lucha, uno de los cuales está influido por tenebrosos poderes internacionales y esclavizado por el látigo de los rusos. Pero ya los echaremos del todo, y cuando en España no queden más que españoles, si alguna vez en la cumbre del Estado vuelve a haber un Rey, tendría que venir con el carácter de pacificador y no debe contarse en el número de los vencedores”.
Las fotografías de Guernica… que no eran de Guernica
Luca de Tena explica que Franco, una vez concluida la entrevista formal, le muestra unas fotografías “de una ciudad totalmente destruida por la metralla y la dinamita: casas hundidas, avenidas enteras destrozadas, montones informes de hierros, piedras y maderas”.
Ante la impresión que causan las imágenes en el periodista, Franco expresa: “Horrible, sí. A veces, las necesidades de una guerra o de una represión pueden conducir a tales horrores. Esta consideración es una de las razones que me han movido a no utilizar estas fotos que me enviaron hace unos días. Porque, fíjese, usted: no son de Guernica…”.
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