«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La politizada huelga feminista y la moraleja para la 'derechita'

La ausencia de firmeza de PP y CS, y de obispos tibios como Osoro fracasa: hagan lo que hagan nunca van a complacer a las feministas radicales.


La jornada de huelga y reivindicación feminista (radical) por el Día de la Mujer en toda España no fue transversal. Tampoco fue «por la igualdad de las mujeres», iguales ante la ley, sino una gran demostración de fuerza de la extrema izquierda, a la que se le suele dar mucho mejor llenar las calles que las urnas, con el respaldo de miles de mujeres que acudieron de buena fe.
Hubo pintadas a favor del aborto libre y gratuito en las fachadas de las iglesias, y lemas contra los católicos -«¡saca tu rosario de mis ovarios!» y contra los obispos valientes que se han atrevido a hacerles frente. Hasta una veintena de mujeres se manifestaron semidesnudas frente a la catedral de San Sebastián contra el prelado José Ignacio Munilla, que diferenció dos tipos de feminismo, el «femenino», que busca la igualdad jurídica y legal entre hombres y mujeres, y el «radical o de género», que pretende equiparar en todos los aspectos a ambos sexos, al grito de «el diablo te busca».

No faltaron las anticapitalistas con zapatillas Nike y Iphone en la mano que se proclaman socialistas, las banderas republicanas y comunistas, las que criminalizan al hombre por el simple hecho de serlo -«hay machistas y machistas que quieren dejar de serlo, decían varias pancartas compartidas en las redes sociales-. Hasta se descolgó una bandera nacional en la Gran Vía ante la ovación de la mayoría de las presentes y el manido frentepopulista «Madrid será la tumba del fascismo».


Los ataques e insultos a mujeres por no compartir la huelga -o la línea ideológica- proliferaron. Un grupo rodeó a la portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís, presente en la marcha, al grito de «esquirola»- y una portavoz del Sindicato de Estudiantes, Ana García, llamó a «señalar» y «desenmascarar» a las mujeres -como la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, o la presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín-, que, a su juicio, «provocan, alientan y perpetúan la situación de machismo contra las mujeres».


El aquelarre contó con el apoyo de la «derechita» que por miedo y complejos se sumó aún sabiendo que iba a ser rechazada y vilipendiada, y que nunca -haga lo que haga- va a complacer y contentar a las feministas radicales –Mariano Rajoy y Albert Rivera aparecieron en sus actos oficiales con el lazo morado, Villacís, tras ser acosada, dijo que «todo el mundo tiene derecho a estar en la marcha» y Andrea Levy (PP) aseguró que «compartía las reivindicaciones porque algunas son de Justicia»-, la inmensa mayoría de los medios de comunicación y sus rostros más mediáticos, y obispos tibios como el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, que dijo que «hasta la Virgen María lo haría».
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