La Confederación Hidrográfica del Júcar ha decidido retomar grandes proyectos hidráulicos planificados desde 2019 para paliar los efectos de las recientes inundaciones. Tras años de inacción, una de las iniciativas más importantes es la mejora del Canal Principal del Campo del Turia, cuyo contrato técnico se elaboró hace cuatro años y cuya ejecución, adjudicada por 900.000 euros a la constructora Becsa, finalmente ha comenzado. Este canal es crucial para garantizar el correcto funcionamiento del embalse de Loreguilla, una infraestructura clave que evitó un desastre mayor durante las riadas del pasado octubre.
La localidad de Loreguilla, severamente afectada por las lluvias, vio cómo las aguas desbordaban sus cauces, generando graves daños y víctimas mortales. Aunque se desmintió cualquier riesgo de colapso en la presa, los incidentes han obligado a acelerar estas obras pendientes desde hace más de una década, cuando se propuso por primera vez modernizar esta infraestructura.
En paralelo, la Confederación ha adjudicado otros contratos urgentes para reparar infraestructuras dañadas durante las inundaciones. Destaca un proyecto de 31 millones de euros, otorgado a Aguas de Valencia y Torrescamara, que incluye la rehabilitación de acueductos como el del Poyo y el de la Horteta, así como intervenciones en el río Magro. Sin embargo, esta adjudicación, realizada sin concurso público, ha generado controversias, y algunas empresas vinculadas están bajo la lupa de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil por investigaciones sobre posibles pagos de comisiones.
El presupuesto de la Confederación, que asciende a 54 millones de euros, se destina mayoritariamente a sueldos y gestiones internas, mientras los responsables han sido criticados por su lenta reacción y falta de planificación ante catástrofes naturales. Las riadas de octubre han puesto de manifiesto la precariedad de las infraestructuras y la necesidad urgente de inversiones para modernizar las cuencas fluviales.
Además de las obras en los ríos y embalses, la Confederación ha priorizado mejoras para sus empleados y renovaciones en sus sedes administrativas. Sin embargo, estas medidas han sido criticadas por eclipsar el foco en los proyectos hidráulicos. Las autoridades, encabezadas por el presidente Miguel Polo, han permanecido en silencio tras las inundaciones, dejando en el aire la asunción de responsabilidades.
Tras décadas de estancamiento, la Confederación Hidrográfica del Júcar está bajo presión para demostrar que puede gestionar eficazmente los recursos asignados, cumplir con obras urgentes y prevenir futuras catástrofes en una región cada vez más vulnerable al cambio climático.