Los vecinos de Paiporta estallaron este domingo ante la presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que huyó de la localidad tras la lluvia de barro y objetos, y los gritos de «asesinos», y del presidente regional, Carlos Mazón. Los Reyes, Felipe VI y Letizia, también formaban parte de la comitiva. Pero ellos sí se quedaron a escuchar la petición de auxilio de un pueblo que casi una semana después se siente «abandonado» y reclama «más medios» porque casi todo está destruido.
Hay familias que lo han perdido todo. Tienen a seres queridos entre los desaparecidos —todavía se desconoce la cifra real en toda la provincia de Valencia—, su vivienda sigue anegada por el agua y su comercio continúa destrozado por el lodo. No se ha podido acceder todavía a algunas zonas de Paiporta. Los vecinos denuncian que hay garajes sin abrir… y vehículos en los que con toda seguridad hay cadáveres. Temen la aparición de brotes infecciosos.
Se estima que la cifra de víctimas mortales en la localidad no bajará de las 70. «Es dramático, apocalíptico, una película de terror», señalan a LA GACETA, antes de criticar la falta de coordinación, que ha impedido la entrada de camiones con víveres. «Ni la Generalidad Valenciana ni el Gobierno están tomando el control. No hay organización para enfrentar esta catástrofe sin precedentes. No somos suficientes», reiteran. «No hay personal preparado para habilitar puntos de logística. Las calles están repletas de basura. Todavía no se puede acceder a muchos vecinos que necesitan recursos básicos por el mal estado de los caminos», afirma un joven vecino de Paiporta.
El caos ha provocado robos en algunas viviendas. «Entraron a robar a una pareja de ancianos, hay saqueos en comercios… faltan agentes de Policía que vigilen por las noches».
Insisten en que hay calles por las que sólo han pasado voluntarios, jóvenes llegados de otras partes de la provincia, de la región o de toda España con una pala y cubo dispuestos a ayudar. «Ellos son nuestra única esperanza, sin los voluntarios no tendríamos nada de comida ni ropa… ni una botella de agua. Las administraciones nos han dejado de la mano de Dios… y luego vienen a hacerse la foto. Es una vergüenza y una humillación», concluyen.