La decisión de Pedro Sánchez de convocar elecciones en pleno mes de julio ha supuesto que uno de los comicios más polarizados de la democracia española se queden con una participación lejos del récord histórico. El 70,35% de la participación supone un aumento de 4,12 puntos con respecto a las elecciones de noviembre de 2019. Sin embargo, se trata de la una participación modesta en comparación con el histórico acumulado desde 1977.
El voto por correo ha copado cientos de titulares y portadas. Y no es para menos pues 2,47 millones de electores han empleado esta herramienta para que su voto pudiera llegar a destino cuando ellos ya se encontraran disfrutando de las vacaciones. Estas cifras han supuesto un aumento del 98% con respecto a las registradas en noviembre de 2019.
En términos comparativos, la participación del 23J es comparable a las obtenidas en los comicios de los años 2015 (69,97%), 2011 (68,94%), 2000 (68,71%) o 1979 (68,04%). En todos ellos, la derecha obtuvo el mayor número de diputados. A pesar del aumento de la participación, las elecciones del 23 de julio no suponen una cifra récord; de hecho, las cifras se encuentran lejos de las obtenidas en 1977, 1982, 1993, 1996, 2004 y 2008, todas ellas por encima del 73% de participación.
Las últimas encuestas habían vaticinado un gran resultado para la oposición, sin embargo, los resultados arrojados por las urnas están lejos de lo pronosticado. Quizá sea por lo que el electorado de izquierdas se ha movilizado más de lo previsto. Lo que sí se puede deducir es que la subida de la participación ha repercutido directamente en el resultado obtenido por el Partido Popular, que suma 47 escaños a lo obtenido en 2019.