«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Exteriores señala a Zarzuela por no haberle notificado la invitación de la República Francesa a los Reyes

Moncloa intensifica su enfrentamiento con la Casa Real tras lo ocurrido en Paiporta y Notre Dame

Felipe VI y Pedro Sánchez en Valencia. Rober Solsona

El distanciamiento entre el Palacio de la Moncloa y la Casa Real ha alcanzado nuevas cotas, sobre todo después de lo ocurrido durante la visita de los Reyes y del presidente del Gobierno a Paiporta, el municipio más afectado por las inundaciones en Valencia. La decisión del Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez de mantener la visita, pese a que los asesores ya habían advertido de que el momento no era oportuno, aumentó la crispación entre las instituciones.

Otro foco de fricción surgido en los últimos días es la gestión de la agenda internacional. Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores se han alzado críticas contundentes hacia Zarzuela, acusándola de no informar adecuadamente sobre invitaciones relevantes. En este contexto, la ausencia de representación española en la ceremonia de reapertura de la catedral de Notre Dame en París ha generado malestar. Aunque la Casa Real declinó la invitación de la República Francesa, y el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, también justificó su ausencia alegando motivos personales, algunos consideran que otro miembro del Ejecutivo podría haber representado a España. Esta descoordinación ha llevado a Exteriores a reclamar explicaciones, subrayando que resulta imposible gestionar la diplomacia si no se cuenta con información precisa.

Desde Zarzuela, la respuesta ha sido tajante. Voces cercanas a la Casa Real han enfatizado que corresponde exclusivamente al Rey decidir los actos a los que asiste. Argumentan, además, que sólo se explican las cancelaciones, no las ausencias. El viaje a París, según estas fuentes, nunca estuvo contemplado en la agenda oficial, ya que el monarca estuvo centrado en la preparación de sus discursos para el viaje de Estado a Italia y en presidir un acto en memoria de las víctimas de la DANA. Esta postura, sin embargo, no ha logrado apaciguar las críticas de quienes consideran que la Casa Real debería haber gestionado de otra forma la situación.

El contexto político también alimenta esta crisis institucional. Sectores de la izquierda, especialmente aliados de Pedro Sánchez, han intensificado sus ataques a la Monarquía. Desde hace años, muchas de estas fuerzas han promovido la idea de una república, cuestionando el sistema constitucional de 1978 y señalando a la Corona como un obstáculo. Aunque el PSOE se mantiene oficialmente comprometido con el modelo de Monarquía parlamentaria, la presión interna y externa crece. Las juventudes socialistas, cada vez más críticas con la institución, reflejan una división que podría intensificarse con el tiempo.

Por otro lado, el malestar dentro del propio Gobierno es palpable. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha mostrado su descontento no sólo con Zarzuela, sino también con el equipo del ministro de Cultura. La percepción de que Ernest Urtasun gestiona un «Ministerio de Exteriores paralelo» ha avivado la tensión entre ambos gabinetes, que compiten en influencia y protagonismo diplomático. Este ambiente de recelo y desconfianza dificulta la coordinación entre las distintas instituciones y debilita la posición de España en el plano internacional.

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