La Ministra de Igualdad, Irene Montero, considera que el beso no consentido del presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a Jenni Hermoso es «un ejemplo extraordinario» de que cuando «no hay consentimiento hay que desplegar todas las medidas y es una obligación de las instituciones».
Así lo ha explicado Montero en una entrevista en RNE al ser preguntada por los acontecimientos desencadenados por el comportamiento de Rubiales que desembocarán, previsiblemente este mediodía, en su dimisión. En opinión de la ministra, el caso «es un ejemplo extraordinario de un debate que las feministas llevan décadas poniendo encima de la mesa, y es que la transgresión del derecho a la libertad sexual es, exactamente y exclusivamente, la ausencia de consentimiento, que no es necesario que se ejerza violencia o intimidación para que haya una vulneración de la libertad sexual de una mujer».
Y, según ha añadido, «cuando no hay ese consentimiento, hay que desplegar todas las medidas y esa es una obligación de las instituciones». Algo que, según ha añadido, «tiene que saber Jenni Hermoso y todas las mujeres que puedan ser víctimas de violencia sexuales de mucha mayor intensidad, pero que un beso no consentido también es violencia».
Por eso, ha insistido en que Jenni Hermoso «tiene que saber que cuenta con todo el apoyo y reconocimiento, pero es un derecho que tiene cualquier mujer a la que se vulnera el derecho a la libertad sexual».
La titular de Igualdad ha puesto en valor la «enorme respuesta social» que ha obtenido el caso en apoyo a la futbolista y ha destacado que el foco no se ponga en cuestionar lo que hace la víctima. «Eso también se acabó, aunque en este caso tampoco podemos decir que no lo hayamos visto, pero ha habido una sanción social a aquellos que querían minimizar lo que había ocurrido o intentar culpabilizar a la víctima», ha indicado.
Ha reconocido, especialmente, esa respuesta social «en cada vez más sectores feministas en los medios de comunicación, en el ámbito deportivo, cultural, social y también político».
Respecto al silencio de los futbolistas, entrenadores y presidentes de clubes masculinos, ha recordado que el «silencio es cómplice de la violencia y tiene un coste porque desprotege a las víctimas y las deja en soledad cuando necesitan saber que no están solas». Por ello, ha instado a «abandonar como sociedad y como instituciones el silencio» porque es «una de las herramientas más importantes del machismo para perpetuarse». «Hay que alzar la voz», ha añadido la ministra.
Montero ha admitido sentirse «orgullosa» ante la reacción social que ha generado este caso. «Me siento sobre todo orgullosa del movimiento feminista que fue capaz en nuestro país de decir solo sí es sí y que la libertad sexual es un derecho que tiene que estar reconocido por la ley».
Sobre su disponibilidad para continuar como ministra, Montero ha evitado responder porque considera que «no toca hablar», aunque ha precisado que «nadie tenga dudas» de su «energía y ganas de luchar por algo que ha sido siempre una seña de identidad y que es la única forma de cambiar las cosas, aunque a veces tenga un alto coste».