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el presidente colombiano sí vistió el Collar de la Real y Americana Orden de Isabel la Católica

Petro evita vestir frac ante el Rey por «elitista» mientras su mujer lleva zapatos de 900 euros

Los Reyes de España Letizia y Felipe, el presidente de la República de Colombia, Gustavo Francisco Petro Urrego, y la Primera Dama, Verónica Alcocer. Europa Press
Los Reyes de España Letizia y Felipe, el presidente de la República de Colombia, Gustavo Francisco Petro Urrego, y la Primera Dama, Verónica Alcocer. Europa Press

De traje oscuro y corbata burdeos, así se presentó en el Palacio Real el presidente de Colombia para la cena de gala ofrecida en su honor por los Reyes de España. El mandatario ya había avisado de que no iba a llevar el frac que recomienda la etiqueta en este tipo de actos porque lo considera una prenda «antidemocrática y para las élites». De hecho, horas antes de pisar España aseguró que ni siquiera se siente cómodo con corbata. Su falta de costumbre —y su desgana en el uso— quedó demostrada al abrocharse los dos botones de la chaqueta, cuando cualquiera que la vista habitualmente sabe que el último nunca debe cerrarse. Eso sí, Gustavo Petro no dudó en ponerse sobre el traje el Collar de la Real y Americana Orden de Isabel la Católica, que había recibido en el intercambio de condecoraciones previo a la cena. Esta distinción fue instituida por Fernando VII con el fin de «premiar la lealtad acrisolada y los méritos contraídos en favor de la prosperidad de aquellos territorios».

Al igual que su presidente, el resto de la delegación colombiana, optó por el traje oscuro para el evento. Cabe recordar que la etiqueta, en este o cualquier acto, es una indicación de los anfitriones, cuya principal finalidad es orientar a los invitados y hacer que nadie se sienta excluido por vestir diferente al resto de los presentes. Es decir, que la decisión personal de alguien de querer innovar o diferir por motivos estéticos, políticos o ideológicos está perfectamente aceptada y normalizada. Sin ir más lejos, otro colombiano, en este caso el escritor García Márquez, decidió vestir una preciosísima guayabera cuando recogió su Premio Nobel de Literatura. Esta prenda es el equivalente caribeño al traje oscuro o de gala. Visto así, hubiese sido mucho más coherente que Gustavo Petro hubiese emulado al literato en su vestuario para la cena.

Si hay alguien a quien se ha acusado de falta de coherencia ha sido a la mujer del presidente colombiano. Verónica Alcocer llevaba un soberbio vestido azul klein diseñado por el colombiano Virgilio Madinah y unas sandalias de Aquazzura de casi 900 euros. El director creativo de la firma también es de origen colombiano (aunque la marca diseña y fabrica en Italia). Este apunte es por buscar un motivo para el dispendio ya que por la mañana, durante el primer encuentro con los Reyes, calzó unos Louboutin valorados en 700. Este hecho llamó mucho la atención de todos los presentes, sobre todo después de las declaraciones estilísticas de su marido.

Bien es sabido que la primera dama de Colombia proviene de una familia de clase acomodada y que siempre ha demostrado mucho interés por la moda, a parte de que puede disentir de las opiniones de su esposo. De hecho, su apoyo a los diseñadores locales es constante desde su llegada al Palacio de Nariño. En el patio del Palacio de Oriente, junto con los zapatos de brillante suela roja, vestía un precioso diseño en blanco bordado con la técnica de molas por las mujeres indígenas de la comunidad de Tule Kuna. Una preciosa manera de enseñar al mundo el trabajo artesanal unido al nuevo diseño del país que representa. Probablemente la pieza tampoco sea barata, pero la publicidad de aparecer en todos los medios internacionales no tiene precio para todo un gremio que cada vez es más importante en el país caribeño.

En la época de Instagram cualquier decisión respecto a nuestro aspecto va a ser analizada y, en la mayoría de los casos, juzgada. Es por esto que lo que los Petro han llevado durante su visita es también relevante porque acompaña a su mensaje. Muchas veces la coherencia de estas decisiones no tiene que ver puramente con el precio económico. Seguramente muchos colombianos tampoco puedan permitirse cualquiera de los vestidos que llevó la primera dama, pero sí pueden presumir con orgullo de la procedencia y la tradición que implican los mismos.

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