Maíllo ha asegurado que el PP no ha renunciado a sus principios y valores fundacionales y que sólo ha cambiado su logo. La Gaceta le refresca la memoria.
El coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maíllo, ha asegurado que el partido mantiene los mismos principios y valores que cuando fue refundado por el expresidente del Gobierno, José María Aznar.
«Somos los mismos, ha cambiado el logotipo y poco más», ha respondido Maíllo a las afirmaciones de este martes de Aznar sobre que le cuesta reconocer al PP que refundó en 1990 y que ocho años de mandato para un presidente de Gobierno son suficientes.
El actual coordinador general ha admitido en declaraciones a la prensa en el Congreso que los partidos van cambiando, transformándose y avanzando, lo que ha considerado «lógico» y «positivo», pero ha insistido en que son los mismos.
«Probablemente sea el logotipo lo que ha cambiado», ha ironizado Maíllo, mientras que, sobre la limitación del mandato de presidente del Gobierno, ha recalcado que actualmente ninguna ley obliga a ello.
Desde La Gaceta vamos a refrescarle la memoria al señor Maíllo para explicarle qué valores y principios se ha dejado su partido por el camino durante la etapa Rajoy y quizá entienda por qué han perdido más de cinco millones de votos.
El aborto: de recurrirlo a defenderlo
Celia Villalobos dejó claro que en el PP no tenía cabida quien no defendiera la ley del aborto de Zapatero. Y no mentía. Tiempo después de aquella afirmación los diputados que se negaron a tragar con la minirreforma de la norma fueron apartados de los puestos de responsabilidad que ostentaban.
El Partido Popular ha pasado de recurrir la ley del aborto ante el Tribunal Constitucional a aceptarla sin matices, y ha pasado de decir que se trata de un acto ‘’malo para la mujer’’ a definirlo como un ‘’interrupción voluntaria del embarazo’’. Todo esto en apenas seis años (2009-2015) bajo el mandato de Mariano Rajoy.
El señor Maíllo afirma que los principios de su partido no han cambiado. Y es cierto que el PP sigue promocionándose como defensor de la vida sobre el papel, pero esta máxima, en su día sagrada en Génova, se ha quedado en un mero párrafo de su ideario si se atiende a sus políticas. Podrían darse un paseo por Polonia y comprobar de primera mano cómo se fomentan las políticas de natalidad y cómo se ayuda a las madres jóvenes para que tengan a sus bebés.
700.000 vidas inocentes… el otro (e ignorado) recurso al Constitucional
La Memoria Histórica: de derogarla a estar orgullosos
Durante la campaña electoral de 2011 Mariano Rajoy se comprometió a derogar las denominadas leyes ideológicas de la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero. Entre estas normas se encontraba la de la memoria histórica, con su interpretación revanchista y en muchos casos equivocada de nuestro pasado.
Todavía se recuerdan las críticas feroces y salidas de tono de algunos de los dirigentes populares, como la de Rafael Hernando cuando aseguró que algunos »sólo se acuerdan de su padre para hablar de subvenciones». Esto contrasta hoy con la defensa del Ejecutivo a la memoria histórica. El ministro de Justicia, Rafael Catalá, llegó a decir en 2016 a preguntas de un parlamentario socialista que se sentía muy orgulloso (en representación de todo el Ejecutivo de Rajoy) de la citada norma.
Matrimonio homosexual: del recurso a la boda de Maroto
El Partido Popular decidió recurrir la ley de matrimonio homosexual impulsada por el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero. ‘’Una institución entre un hombre y una mujer para la procreación. Eso siempre ha sido y es el matrimonio’’. Son palabras de Mariano Rajoy durante la tramitación de la norma.
Es cierto que el recurso no contó con el visto bueno unánime de todo el espectro popular, siendo una de sus grandes críticas Esperanza Aguirre, pero finalmente el partido decidió acudir al Constitucional. En 2012 el máximo intérprete de la Carta Magna rechazó la inconstitucionalidad de la norma y el PP decidió hacer borrón y cuenta nueva. Tanto es así que la plana mayor de Génova, incluido su presidente, acudió a la boda de Maroto con su marido en un ejercicio de cinismo poco conocido.
La sentencia del Estatut
Soraya Sáenz de Santamaría fue la encargada de preparar el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatut de Cataluña promovido por la izquierda. El Gobierno de Zapatero había pactado con el tripartito liderado por Montilla ceder una nueva ristra de competencias que escapaban al espectro competencial autonómico. El Alto Tribunal dio parcialmente la razón al PP y encendió la mecha separatista, algo que no impidió a los populares, durante la primera legislatura de Artur Mas, salvarle las cuentas por dos años consecutivos.
Tiempos después de la sentencia Sáenz de Santamaría se desmarcó del recurso que ella misma había impulsado. La vicepresidenta del Gobierno sugirió en diciembre de 2016 que el PP cometió ‘’un error’’ al no llegar a un entendimiento previo con el PSOE ante la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña. La vicepresidenta entonó un ‘mea culpa’ por la forma en que actuó su partido, sobre todo por la recogida de firmas en contra de la modificación de la norma autonómica, aunque tampoco eximió de culpas a los socialistas.
El ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, confesó en una entrevista con Le Figaro a principios de noviembre que “si se modifica la Constitución puede ser que nos pudiéramos acercar” a la norma aprobada por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
Dastis no desdeñó la posibilidad de cortejar al separatismo con mayor autonomía financiera, ni tampoco abrir la vía hacia un modelo federal y más descentralizado. Esto contraviene frontalmente la postura de Aznar que, en su entrevista de este martes, dudaba sobre la conveniencia de abrir el melón de la reforma constitucional e indicaba que si esto se producía nunca debería tener como fin último contentar a los separatistas.
La política antiterrorista
La marcha de María San Gil fue la última de una serie de históricos del PP -Jaime Mayor Oreja, Carlos Iturgáiz, Santiago Abascal- descontentos con la deriva de un partido que habían sentido como suyo. Los nuevos aires daban paso a Arantza Quiroga, Alfonso Alonso, Iñaki Oyarzábal, Borja Sémper… aquellos que aseguraron en 2014 que no tolerarían “más insultos de María San Gil” cuando ésta criticaba la política antiterrorista del nuevo PP.
Defendían una “nueva forma de hacer política” frente a quienes “están anclados en el todo sigue igual”. “No hacemos política para que nos aplaudan en el barrio de Salamanca”, decía el secretario general de los populares vascos, Iñaki Oyarzábal, en noviembre de 2014, que criticaba de forma indisimulada a excompañeros de partido que, según él, habían “insultado al PP vasco (…) solo para conseguir un puesto de tertuliano en El gato al agua”.
Una nueva política que acabó, en octubre de 2015, con la entonces líder del PP vasco, Arantza Quiroga, trabajando en la firma de una moción, Libertad y Convivencia, en la que el PP cambiaba su habitual exigencia -una condena firme del terrorismo etarra- por otra fórmula, la del “rechazo expreso a la violencia” de ETA, quizá para conseguir la firma de Bildu. La polémica acabó con su dimisión y ésta con la llegada de Alonso. El 25S revelará las consecuencias a largo plazo de aquel incidente.
El nuevo PP vasco: Sémper, con ‘ganas de reírse’ con la comedia sobre ETA
Sólo recordarle al señor Maíllo que el PP de Mayor Oreja, el del logotipo antiguo y sin complejos, logró el récord electoral absoluto en el País Vasco con 19 escaños. Ahora, los populares se conforman con ser una fuerza residual.
Y la cosa va de cincos. Estos cinco ejemplos podrían explicar la pérdida de los cinco millones de votantes que apoyaron a Rajoy en 2011 y que se sintieron engañados. Cinco son también las comunidades autónomas que ahora gobierna el PP, sin contar Ceuta y Melilla, así como cinco son las reprobaciones obtenidas en esta legislatura por los ministros de Rajoy. ¿De verdad que no ha cambiado el Partido Popular?
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