La compleja relación entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de Junts, Carles Puigdemont, vuelve a ocupar el centro de la escena política. El mandatario socialista ha confirmado este lunes su disposición a reunirse con Puigdemont, incluso antes de que el Tribunal Constitucional resuelva sobre la amnistía prevista para 2025.
«No tengo inconveniente en encontrarme con él; lo haré cuando corresponda», aseguró Sánchez en una rueda de prensa para cerrar el año. Este anuncio marca la primera vez que Sánchez se compromete públicamente a una reunión cara a cara con el expresidente catalán.
Sin embargo, el encuentro tendría que realizarse fuera de España, ya que Puigdemont sigue siendo un prófugo de la Justicia española, tras la negativa del Tribunal Supremo a concederle la amnistía. Según fuentes socialistas, el objetivo principal de esta cita sería garantizar el apoyo de Junts a los Presupuestos Generales del Estado, para los que el Gobierno aún no cuenta con los votos necesarios.
El desencuentro entre Sánchez y Puigdemont ha escalado en las últimas semanas. El líder de Junts no dudó en expresar en una reciente entrevista su malestar hacia el Gobierno. «A mí me tratan como a un delincuente», afirmó en TV3, mientras acusaba al Ejecutivo de incumplir sus compromisos y de mantener una relación de mutua desconfianza con su grupo político. Incluso llegó a plantear la posibilidad de exigir a Sánchez que se someta a una moción de confianza, iniciativa que Junts presentó sin previo aviso, causando irritación entre los socialistas.
Desde el PSOE, la paciencia parece agotarse. Fuentes del partido reconocen estar «hartos» de lo que consideran amenazas constantes por parte de Puigdemont, quien, según estas mismas voces, no valora los sacrificios realizados por Sánchez, como el cruce de líneas rojas políticas para garantizar la estabilidad parlamentaria.
Sánchez ha utilizado el reciente acercamiento entre Junts y el Partido Popular para justificar su predisposición a dialogar con el líder independentista. «La amnistía ya se está aplicando, incluso por el PP», señaló, en referencia a los acuerdos alcanzados entre los populares y Junts para modificar la reforma fiscal del Gobierno. El presidente socialista calificó esta situación como una «enorme hipocresía», recordando que la oposición había alentado movilizaciones contra la amnistía con el argumento de que rompería España.
Los encuentros regulares entre representantes del PSOE y de Junts, incluidos Puigdemont y Santos Cerdán, han girado en torno a dos cuestiones fundamentales: el reconocimiento nacional de Cataluña y su financiación. Además, Junts ha puesto sobre la mesa otras exigencias, como el traspaso de la competencia de inmigración, la oficialización del catalán en la Unión Europea y la implementación práctica de la amnistía para su líder.
Aunque estas negociaciones suelen llevarse a cabo con mediadores internacionales, la posibilidad de un cara a cara entre Sánchez y Puigdemont apunta a consolidar avances en estos asuntos, especialmente en el contexto de la frágil mayoría parlamentaria del Gobierno.
Pese a las dificultades, Sánchez insiste en que su Gobierno tiene como objetivo llegar al final del mandato en 2027. «Habrá momentos en que perdamos, como cualquier gobierno de coalición en Europa, pero lo importante son los logros alcanzados y los retrocesos evitados», afirmó.