Que las fuerzas que defienden la Europa verdadera sean cada vez más poderosas en el Parlamento Europeo. Fue el deseo que Santiago Abascal expresó ante Viktor Orbán la semana pasada en Budapest en la enésima reivindicación de la Europa de las naciones frente al modelo globalista de Bruselas, esto es, la hegemonía de organizaciones supranacionales en detrimento de parlamentos y naciones-estado.
Este objetivo que Abascal comparte con líderes internacionales como Orbán o Meloni plantea un cambio de rumbo radical, un nuevo paradigma, en la relación de los países que pertenecen a la UE con la propia institución comunitaria ante la deriva tomada por las élites de Bruselas. Una Europa en la que, a pesar de las particularidades históricas y culturales de cada territorio, haya valores y objetivos comunes en un contexto político que amenaza su identidad y, por tanto, su existencia.
Para llegar a esa meta —la recuperación de la soberanía— el presidente de VOX propone que sean los ciudadanos de cada uno de esos países quienes decidan su futuro. O lo que es lo mismo: que nadie que no haya sido elegido en las urnas tome decisiones que afecten a la vida y costumbres de pueblos enteros. «No podemos permitir que aquellos que nadie ha elegido decidan sobre lo que los pueblos han decidido soberanamente. No es aceptable esa doble vara de medir, ese doble estándar que padecen algunas naciones que son ideológicamente perseguidas y chantajeadas, mientras algunos otros parece que cuentan con el derecho, una vez que obedecen a los oligarcas de Bruselas, de hacer cualquier otra cosa en sus naciones».
No es casual que Abascal dijera todo esto en Hungría, país en el punto de mira de los burócratas europeos, entre otras razones, por no doblegarse a la ideología de género, la propaganda LGTBI o las políticas migratorias dictadas por Bruselas. En eso coinciden Orbán, el presidente polaco Morawiecki, la italiana Meloni y el propio Abascal: hay una persecución ideológica contra aquellas naciones que reivindican la soberanía de sus parlamentos para legislar y decidir sobre cuestiones fundamentales en su porvenir.
Cumbre de Madrid
La necesidad de articular todas estas ideas y sensibilidades bajo un mismo paraguas fue lo que motivó a Abascal a crear la Cumbre de Madrid. En enero de 2022, el presidente de VOX reunió en la capital española a las principales figuras europeas de la derecha alternativa. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, y la líder de la Agrupación Nacional francesa, Marine Le Pen, entre otros, acudieron al encuentro que, bajo el lema «Defender Europa», perseguía proteger el viejo continente «de las amenazas exteriores e interiores, impulsando una alternativa que haga frente a la deriva globalista».
Además, en esta cumbre Abascal logró que los asistentes firmaran una declaración conjunta para denunciar que «las acciones militares de Rusia en la frontera oriental de Europa nos han conducido al borde de una guerra”, por lo que «la solidaridad, la determinación y la cooperación en materia de defensa entre las naciones de Europa son necesarias ante tales amenazas».
En concreto, los firmantes se comprometieron a nueve puntos entre los que destacan el de hacer cumplir el principio de preferencia comunitaria, denunciar tanto la política inmigratoria promovida por Bruselas como el «Pacto mundial para una migración segura, ordenada y regular», trabajar por una mayor capacidad energética europea o defender la primacía de las constituciones nacionales sobre el derecho de la UE y de las leyes nacionales sobre las normas comunitarias en todo aquello que no sea competencia exclusiva de la Unión.
Viva 21 y Viva 22
Claro que el poder de convocatoria internacional ya lo demostró VOX durante el Viva 21 de Madrid al que acudieron el presidente de Chega en Portugal, André Ventura, y la líder de Fratelli d’Italia, Giorgia Meloni. El primero advirtió que «hay una amenaza real sobre nuestras sociedades», ya que «la izquierda y la extrema izquierda, y en España el separatismo, han destruido las raíces de nuestras poblaciones” mientras la segunda aseguró, un año antes de convertirse en primera ministra de Italia, que “todo lo que nos identifica está siendo atacado, la persona está siendo atacada y con ella el propio valor de la vida humana».
Esta reflexión empujó a Meloni a dar la vuelta a la estigmatización que sufren partidos como VOX o Fratelli d’Italia. «Los monstruos no somos nosotros, sino quienes en nombre de una supuesta libertad ofrecen prácticas abominables como el útero en alquiler o drogas gratuitas».
Un año después VOX volvía a celebrar su reunión anual con la presencia de una importante nómina de dirigentes y líderes políticos internacionales, entre ellos Morawiecki y Meloni, la segunda de forma telemática. El presidente polaco lamentó que «un grupo pequeño de burócratas desde Bruselas piensen que son ellos los que están creando y formando Europa y no las naciones soberanas».
Por su parte, Meloni se refirió a la crisis energética que azota a todo el continente. «La historia nos ha dado la razón. Hoy más que nunca, el reto al que nos enfrentamos es el de una Europa capaz de controlar su destino y tener un papel estratégico en las cadenas de suministros».
En esta edición también envió un mensaje el expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que dio su enhorabuena a VOX por el trabajo realizado en España y subrayó la idea de “trabajar para defender la agenda conservadora”.
En el acto también participaron otros líderes como el expresidente colombiano, Álvaro Uribe, la hija de la expresidenta boliviana encarcelada Jeanine Áñez, el senador por Texas, Ted Cruz, el portugués Ventura por segunda vez, el argentino Javier Milei, de La Libertad Avanza y el candidato a la presidencia de Chile, José Antonio Kast.
Solidaridad, en Bruselas
Sin embargo, reunir a todo este elenco de líderes internacionales no ha sido el único logro internacional de VOX. También ha habido avances en un terreno históricamente cedido a la izquierda: el sindicalismo. El pasado marzo Solidaridad presentó un manifiesto en Bruselas junto a organizaciones de Italia (UGL) y Hungría (Mosz).
En la declaración, los sindicatos firmantes reivindicaban los derechos de los trabajadores de Europa y acabar con la competencia desleal, el reetiquetado ilegal, la deslocalización, la inmigración ilegal y el fanatismo climático. Por último, el texto señalaba a los «sindicatos vendidos al poder» y a la lucha de clases auspiciada por estas organizaciones.
La pelea de Foro Madrid
Claro que al otro lado del charco Abascal también ha tejido una profunda red de alianzas frente al Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, que agrupan a la vieja izquierda comunista y a la nueva globalista. Décadas de hegemonía política y cultural —porque enfrente no tenían nada sólido que les confrontara— se han encontrado con la creación de Foro Madrid, que este año ha celebrado el II Encuentro Regional en Lima bajo el lema «Democracia, Libertad y Estado de Derecho». Antes, en 2021, la Fundación Disenso (que lanzó la Carta de Madrid «en defensa de la libertad, el Estado de derecho y la democracia en las naciones de la Iberosfera») presentó el documental «Desenmascarando al Foro de Sao Paulo» en el que denunciaba las injerencias de esta organización en los procesos democráticos de los países de la Iberosfera.
En el encuentro de este año se dieron cita, entre otros, el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, varios diputados peruanos, la senadora de Colombia por Centro Democrático, María Fernanda Cabal, la portavoz de VOX en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, o el coordinador de la Asamblea de la Resistencia Cubana, Orlando Gutiérrez.
Petro, «el Otegui colombiano»
Una de las ventajas de emprender la batalla ideológica en América es conocer de cerca quiénes son los líderes de las narcodictaduras y tiranías que azotan el continente. Por eso no sorprende que sólo VOX abandonara el Congreso cuando Gustavo Petro subió a la tribuna de oradores durante su reciente visita oficial. «Es el Otegui colombiano», sentenció Abascal, un minuto después de ver al resto de partidos —incluido el PP— aplaudir al presidente colombiano que, a pesar de haber insultado a España y su historia, recibió el collar de Isabel la Católica.