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SOLO DOS SIGUEN EN PIE

El castigo MAGA a los republicanos que pidieron el impeachment a Trump

El expresidente estadounidense Donald Trump durante la Conferencia de Acción Política Conservadora
El expresidente estadounidense Donald Trump durante la Conferencia de Acción Política Conservadora

A principios de 2021, una semana antes de que terminara el mandato de Donald Trump, diez republicanos miembros de la Cámara de Representantes se unieron a los demócratas para aprobar la declaración que acusaba al entonces presidente de los Estados Unidos de incitar a los disturbios del 6 de enero de aquel año en el Capitolio de Washington.

Más de año y medio después, apenas a dos meses de las elecciones de medio término, la popularidad de Trump es inversamente proporcional a la de Biden, a pesar de —o gracias a— los esfuerzos del establishment por relegarle al ostracismo. El respaldo se hace aún más evidente entre los votantes republicanos convencidos, ajenos al mensaje de las principales cadenas de televisión, que semana tras semana eligen en primarias a los candidatos respaldados por el anterior inquilino de la Casa Blanca frente a aquéllos provenientes de la estructura tradicional del partido. 

Los diez legisladores republicanos que buscaron el juicio político al presidente de los Estados Unidos son los principales blancos del movimiento MAGA (Make America Great Again), ya sinónimo de las bases del partido. Cuatro de ellos decidieron no presentarse a la reelección, antes de enfrentarse a candidatos respaldados por Trump: Fred Upton, de Michigan; John Katko, del estado de Nueva York; Adam Kinzinger, de Illinois y Anthony González, de Ohio.

De los seis que se lanzaron a la carrera para ser designados candidatos de nuevo, otros cuatro fueron derrotados en los enfrentamientos internos del partido por contrincantes apoyados por Trump, y también dejarán el Congreso: Jaime Herrera Beutler, del estado de Washington; Peter Meijer, de Michigan; Tom Rice, de Carolina del Sur; y Liz Cheney, de Wyoming, la congresista más antiTrump.

La hija de Dick Cheney, el que fuera vicepresidente de George W. Busch, fue derrotada de manera contundente por Harriet Hageman, que obtuvo dos tercios de los votos de los electores registrados en el estado del Oeste para participar en las primarias republicanas. Durante los últimos años, la futura excongresista ha llevado la voz cantante de la oposición interna al líder republicano, y ha tratado de ejercer de representante del oficialismo de Washington, hasta obstaculizar las investigaciones de las flagrantes irregularidades electorales de noviembre de 2020 y tratar de sacar rédito político de los sucesos del 6 de enero de 2021 en el Capitolio.

Después de la derrota de Cheney, Trump se explayó en Truth, su propia red social: «Es un resultado maravilloso para los Estados Unidos, y una reprimenda absoluta. Liz Cheney debería avergonzarse de sí misma, de la forma en que actuó y de sus palabras y acciones rencorosas y mojigatas hacia los demás. Ahora finalmente puede desaparecer en las profundidades del olvido político donde, estoy seguro, será mucho más feliz de lo que es ahora. ¡Gracias Wyoming!». La respuesta de Cheney fue anunciar que considera postularse para la presidencia de cara a las elecciones de 2024, con la intención de evitar que Trump recupere la Casa Blanca.

De la decena de representantes republicanos que se sumaron a los demócratas para pedir el impeachment, es decir la revocación de su líder, sólo dos mantienen opciones de renovar sus escaños en las elecciones de noviembre: Dan Newhouse, del estado de Washington, que derrotó al candidato respaldado por Trump, y ahora es el favorito para las midterm contra el demócrata Doug White; y David Valadao, de California, que no se enfrentó a ningún contrincante MAGA, y opta a una quinta legislatura en la Cámara de Representantes. 

Por ahora, es seguro que ocho de los diez que dieron el paso —otros siquiera se atrevieron— de sumarse a los demócratas y al oficialismo de Washington para tratar de cancelar a Trump se acercan al final de su carrera política, y es posible que todos tengan que buscar una nueva ocupación en noviembre. También será el caso de varios senadores e innumerables representantes estatales que por atacar al presidente acabaron enfrentados a las bases de su partido y al votante medio de buena parte de los Estados Unidos.

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