Dos minutos y por sorpresa. Tucker Carlson, la mayor estrella del comentario político televisivo de Estados Unidos, cuyo despido de la Fox ha sido una de las noticias más comentadas de los últimos días, ha roto su silencio con un mensaje en vídeo de dos minutos que, en pocas horas, ha alcanzado varias decenas de millones de reproducciones. Carlson demuestra así que su poder de convocatoria de las tropas conservadoras no se ha eclipsado en absoluto, y que lo de Fox ha sido un error catastrófico. Uno mira a las voces que quedan en la cadena y ve cómo, de repente, hasta los más grandes han quedado pequeños con esta ausencia.
En estos escasos dos minutos, Tucker Carlson revela por qué en estos años se había convertido en la voz del conservador natural, el amante de las tradiciones y la normalidad, el hombre común. Tucker va al grano: lo que las grandes cadenas venden como información es basura corporativa, nada es verdad.
A poquísimo de colgarse en la red social Twitter, el inopinado vídeo de Carlson ya tenía una audiencia tres veces mayor que la de Brian Kilmeade, el busto parlante que le ha sustituido en Fox en su franja horaria habitual.
Pero no es solo la Fox la que puede echarse a temblar ante lo que significa un Carlson desatado y libre; son todas las grandes cadenas, todos los gigantes de la comunicación, pensando en cómo la exestrella de la Fox, desde sus dos estudios caseros y lanzado en el momento que se le antoje a las plataformas de Twitter, YouTube, Facebook, Rumble y otras, puede convertirse en una voz mucho más poderosa que hasta ahora. Los ejemplos abundan, y tenemos a «amateurs» como Joe Rogan que por una ínfima fracción de lo que gasta CNN o la propia Fox puede hacer programas con audiencias multimillonarias.
Good evening pic.twitter.com/SPrsYKWKCE
— Tucker Carlson (@TuckerCarlson) April 27, 2023
En el vídeo, Tucker explica que estos días de alejamiento le ha permitido ver cuánta gente buena, amable y genuina hay entre la gente normal, pero también «qué increíblemente estúpidos son la mayoría de los debates que ves en la televisión. Son completamente irrelevantes. No significan nada».
Y añade: «Sin embargo, al mismo tiempo, y esto es lo sorprendente, los asuntos innegablemente importantes, los que definirán nuestro futuro, casi no se discuten en absoluto. Guerra, libertades civiles, innovaciones científicas, cambio demográfico, el poder de las grandes empresas, los recursos naturales. ¿Cuándo fue la última vez que oyó un verdadero debate sobre alguno de estos temas? Ya va para largo. Debates así no están permitidos en los medios estadounidenses. Tanto los partidos políticos como sus donantes han llegado a un consenso sobre lo que les beneficia, y actúan en connivencia para cerrar cualquier conversación al respecto».
«De repente, Estados Unidos se parece mucho a un Estado de partido único», dice Tucker, poniendo el dedo en una llaga que podemos reconocer en países de todo Occidente.
«Cuando la gente sincera dice la verdad, con calma y sin vergüenza, se vuelve poderosa. Al mismo tiempo, los mentirosos que llevan tiempo intentando acallarlos se achican. Se vuelven más débiles. Es la ley de hierro del universo: la verdad prevalece«. «¿Dónde se pueden encontrar a esos americanos que dicen las verdades? No quedan muchos lugares, pero hay algunos, y eso basta. Mientras se puedan hacer oír, hay esperanza. Nos vemos pronto«.
Esta última frase, que suena como una trompeta de desafío para sus seguidores, debe haber caído como una amenaza para los poderosos que han creído poder acallar su voz.
