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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

España o el 78

8 de mayo de 2024

Ante la situación política actual hay varias actitudes: quienes pasan de todo (mayoritaria), quienes están encantados y, entre los contrarios, quienes quieren «echar a Sánchez» y quienes creen que el problema no es tanto Sánchez como lo que produce a Sánchez y no limita a Sánchez. O sea, el sistema, que no régimen, porque régimen, nos explica Dalmacio, implica un orden aquí inexistente.

Se siente uno un poco ridículo hablando del «sistema», pero algún nombre hay que darle al mecanismo y al tinglado. El muy cacareado 78 está recubierto de una envoltura mítica y propagandística tan grande que entenderlo es como quitarle capas a una cebolla reveladora y chisporroteante. Como dice Quintano: todo es mentira menos lo malo.

Cuando se toma la píldora roja de Matrix (Transicionix), la realidad entera se vuelve grotesca. Todo son espejos deformantes. Pocos son aun los que se resisten al mito transicional y algunas de estas personas singulares se reúnen ahora en España o el 78,  libro animado por la voluntad, un poco ingenua pero encantadora, de concienciar, de argumentar, de abrir los ojos del personal ante una situación de disyuntiva urgente. Bajo la iniciativa de Cristóbal Cobo se reúnen textos de varios autores entre el alfa de Dalmacio Negro y el omega de Ignacio Ruiz Quintano, que aporta, entre otros, su entrevista a Antonio García Trevijano.

Es el trevijanismo lo que unifica la obra y con ello la convicción de que el actual sistema es mortífero para España y de que la solución pasa por una auténtica democracia. Como eso requiere libertad política, el libro tiene un hálito revolucionario, que no es lo mismo que conspirador porque no va al secreto sino a la revelación luminosa de lo verdadero.

La crítica al 78 requiere situarse en el contexto de su origen. La segunda posguerra mundial vio, por impulso de Estados Unidos, el establecimiento en Europa de sistemas políticos que trataban de evitar el retorno de las opciones políticas vencidas: el comunismo y el fascismo. Había que impedir gobiernos fuertes y para ello se extendió el sistema electoral proporcional. Esa prudencia coyuntural que el vencedor impone a los vencidos se hizo crónica, lo que deparó oligarquías que no representaban a la población. A eso se le llamó democracia con una fanfarria indebida.

España se complicó aún más la vida porque su Transición llegó en la estela delirante del 68 y con el invento adicional del Estado Autonómico; a la división social y a la electoral de la proporcionalidad se le sumaba la territorial, y sobre ellas fueron llegando nuevas formas divisorias, nunca la real división de los poderes. El legislativo, en el que manda quien confecciona la lista del partido, elige un presidente que domina los dos poderes y controla el gobierno judicial y el Constitucional. Sánchez es Sánchez porque puede serlo, y ni sus peculiaridades psicológicas son del todo suyas sino propias de los sistemas políticos psicopáticos del momento (patocracias), del método de selección (partitocracia) y del estremecedor cinismo generacional (declinación X de lo boomer)

El entendimiento del contexto político e histórico en el que surge el 78 exige tomar conciencia de las fuerzas internacionales en juego y de los miedos que se fabricaron; se heredaba un contexto de Guerra Fría y el santo temor al fascismo y al comunismo. La extensión de esos miedos, muchas décadas después, sigue justificando el statu quo y reconocerlo no nos hace antiamericanos, ni propensos al comunismo o al fascismo, igual que no somos nostálgicos por comprender lo que de instrumental tiene el actual antifranquismo retrospectivo.  

Para ‘liberar’ conceptualmente al español o simplemente para acercarnos a la verdad hay que superar el entramado de miedos y tabúes con los que se quiere justificar un sistema que debilita a España hasta amenazar seriamente su existencia.

Con optimismo apreciable, estos autores tratan de explicarlo en una labor de esclarecimiento, de clarificación. Porque 78 es embrollo, falacia y cuentochino.

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