Estados Unidos acudirá el 5 de noviembre de 2024 a las urnas para votar a su próximo presidente, pero también para decidir la nueva composición de la Cámara de Representantes —la totalidad de la cámara baja, 435 escaños, estará en juego— así como parte del Senado —34 de los 100 escaños—.
Actualmente, tras las elecciones de mitad de mandato del pasado noviembre de 2022, los republicanos cuentan con mayoría en una Cámara acéfala y los demócratas controlan el Senado. El difícil equilibrio de la democracia de Estados Unidos, sin embargo, cambiará por completo a partir de 2024.
La carrera republicana
A menos de trece meses de las elecciones que decidirán el destino de la mayor democracia del mundo, el Partido Republicano tiene pendiente la designación de un candidato. A pesar de contar con más de trece candidatos posibles, el resultado de sus primarias parece estar cada día más claro. Si a comienzos de año la preferencia del partido por el expresidente Donald Trump o el gobernador de Florida Ron DeSantis no estaba clara, desde marzo sus tendencias se han separado definitivamente, y pocos dudan ya de que el astro Trump seguirá ascendiendo (57% frente a 13,9%). De hecho, hasta 76 congresistas, 4 gobernadores y 11 senadores ya han apostado por el expresidente.
Sin embargo, en política —y considerando la judicialización de la candidatura del expresidente— nunca se sabe. Todavía quedan muchos juicios pendientes y la principal baza demócrata para la victoria pasa por conseguir que el juicio por conspiración, manipulación de testigos y obstrucción que Trump tiene pendiente se celebre antes del 5 de noviembre de 2024. Los cargos federales, sin embargo, no impedirían al magnate presentarse a la reelección ni ser elegido, pero podrían afectar a su credibilidad frente a los votantes. Ya es, de hecho, el primer expresidente imputado en la historia de la nación.
La estrella de Mike Pence, compañero de papeleta de Donal Trump en 2016 y vicepresidente, también parece declinar y actualmente roza el umbral del 4,5%. Ascienden, pero en el fondo del gráfico, Nikki Haley (7,1%), gobernadora de Carolina del Sur y única mujer en la carrera, y Vivek Ramaswamy (6,9%), empresario farmacéutico de origen indio y el candidato más joven —38 años—, que desarrolla una campaña en la estela de la que Trump protagonizó en 2016.
Tres candidatos ya han abandonado la carrera —Francis Suárez, alcalde de Miami; Corey Stapleton, exsecretario de Estado de Montana; y Will Hurd, excongresista por Texas–-, seis decidieron finalmente no oficializarla y otros cuatro pesos del partido cuyos nombres sonaron antes del inicio de la carrera —el gobernador de Texas, Greg Abbott o el senador y antigua promesa hispana Marco Rubio, entre ellos—, jamás llegaron a presentarse oficialmente. Figuras de renombre como Ted Cruz o Marco Rubio, ambos de origen hispano, que compitieron por la candidatura de 2016 y fueron derrotados por Trump, decidieron no concurrir a la carrera republicana.
Aunque todavía queda más de un año por delante, la elección de Trump como candidato parece la mejor baza del Partido Republicano: las últimas encuestas le otorgan mejores resultados frente a Biden (44-45%) que en caso de que se designe a DeSantis (41-42%). El expresidente, además, es apoyado por casi el 60% de los votantes republicanos. Su mayor problema, sin embargo, es el rechazo que despierta entre sus detractores y su desempeño entre los votantes independientes y los demócratas centrados, ya que el apoyo entre los votantes republicanos es mayoritario.
Está previsto que el Partido Republicano celebre su convención nacional en Milwaukee (Wisconsin) en julio de 2024. Para entonces ya habrán tenido lugar las primarias y caucus que decidirán el contendiente republicano para el duelo de noviembre.
Las posibilidades de Biden
Un problema, no obstante, que enfrenta agravado Joe Biden, quien será designado candidato demócrata para la reelección dado que los escasos contendientes, Robert F. Kennedy (15%) y Marianne Williamson (3%), ya han abandonado la carrera. A pesar de su dominio total sobre el Partido Demócrata, el 56% de los votantes demócratas desearía que Biden no se presentara a la reelección. Tan sólo el 44% cree que el presidente merece repetir mandato. Los detractores demócratas aducen que su avanzada edad, 80 años, es un problema (33%) y que su desempeño en la Casa Blanca no ha sido el esperado (32%). El 12%, además, opina que convendría traer sangre nueva y el 10%, que la agenda del actual presidente no es lo suficientemente progresista. Un 4% de quienes desearían ver a otro candidato dudan de las capacidades del presidente. La satisfacción de los demócratas con Joe Biden es muy inferior a la que despierta Donald Trump entre los republicanos —13 puntos de diferencia—.
La popularidad del presidente se ha mantenido estable durante los últimos meses y su tasa de aprobación fluctúa entre el 39% y el 41%, mientras que quienes desaprueban la labor del presidente suponen entre el 56% y el 54%. Las cifras positivas en la popularidad del presidente duraron poco. Tras asumir el cargo en enero de 2021 tuvo entre el 54% y el 56% de aprobación, pero en agosto el porcentaje crítico superó al positivo. Actualmente, los números de Trump no distan mucho de los de Biden: el 56% se muestra desfavorable al expresidente y el 41%, favorable.
En julio de 2022, la tasa de desaprobación del presidente alcanzó el 58%. Ser el presidente en ejercicio, en este caso, no favorece a Biden, sino todo lo contrario, ya que deberá defender una labor que el gran público desaprueba y convencer al electorado de que se merece continuar en la Casa Blanca.
Cambios en los grupos demográficos
Sin embargo, algunos cambios en los apoyos de los distintos grupos demográficos podrían poner en riesgo una posible victoria demócrata.
En 2020, la victoria de Biden estuvo apuntalada por los votos de las comunidades no blancas: casi el 75% decidieron apoyar la elección del actual presidente. Sin embargo, actualmente la cifra se ha reducido 20 puntos porcentuales: sólo el 53% de los votantes no blancos revalidarían ahora a Biden. El apoyo de Trump entre los votantes blancos también se ha reducido desde 2020, pero sólo en seis puntos (49%). Los jóvenes y adultos también parecen haberle dado la espalda a Biden: si en 2020 superaba en 17 puntos a Trump entre los menores de 45, hoy esa ventaja se ha reducido a tan sólo tres puntos.
En general y a pesar de los apoyos partisanos, las cifras arrojan que el conjunto de votantes no quiere una repetición del duelo de 2020: el 51% de los ciudadanos tiene una impresión negativa de Biden y el 56% la tiene de Trump. El 69% de los votantes no quieren que Biden revalide su mandato y el 62% no desea ver a Trump de vuelta en la Casa Blanca.
Los votantes insatisfechos, no obstante, terminarían decantándose por Trump: el 54% apoyaría al expresidente, mientras que Biden sólo sería respaldado por un 27%. En 2020, de hecho, del porcentaje de votantes insatisfechos con ambas papeletas (3%), más de la mitad votó a Trump y sólo un tercio lo hizo por Biden. En 2016 Trump también se hizo con el voto insatisfecho: 47% frente al 30% de Hillary Clinton.
El tercer partido
Un 17% del total de votantes registrados y más de un tercio de los independientes votarían por el candidato de un tercer partido. Esto es, de hecho, uno de los peligros que podría enfrentar la reelección de Biden, pues un tercer candidato independiente minaría sustancialmente más sus apoyos que los de Trump, quien despierta mayores pasiones entre sus partidarios y cuenta con un núcleo más fuerte.
De acuerdo con la organización ‘No Labels’ (Sin etiquetas), el 62% de los estadounidenses cree que el país «avanza en la dirección equivocada» —35% demócratas, 86% republicanos y 65% independientes—. Según esta organización, el 59% de los votantes considerarían votar por un candidato independiente moderado en 2024 —70% de independientes, 59% de demócratas y 53% de republicanos—.
«No Labels» es una iniciativa que busca recuperar el «sentido común» y superar la «división partidista» que, señalan, Estados Unidos ha vivido durante las últimas décadas. Aunque aseguran que Estados Unidos podría tener un presidente independiente en 2024, numerosos medios y portales apuntan a que sus cálculos son erróneos o, directamente, producto de la fantasía, pues apenas tienen en cuenta la realidad de las últimas elecciones en las que se presentó un tercer candidato y las tendencias en las que suelen votar los diferentes estados.
De hecho, la mayoría de estos medios denuncian que la inclusión de un tercer candidato independiente significaría la victoria automática de Trump, pues algunos de los apoyos de Biden en estados clave son débiles y la dispersión del voto podría asegurar que sus electores fueran a parar al expresidente. En cualquier caso y a pesar de la labor de comunicación de organizaciones como «No Labels», la inclusión de un tercer candidato serio a la carrera presidencial parece más una quimera que una posibilidad y lo más probable es que en 2024 experimentemos el déjà vu Biden vs Trump.