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ha perdido su coartada moral en el mundo

La «maniobra de poder» de Biden con la detención de Trump lastra la imagen internacional de EEUU

El expresidente de EEUU Donald Trump. Europa Press

Durante un siglo –el Siglo Americano.-, Estados Unidos ha decidido, como el Santa Claus del villancico moderno, «who’s naughty or nice», qué países se portan bien y cuáles necesitan un buen rapapolvo administrado por el Pentágono.

Y, sí, podía hacerlo porque tiene, a distancia sideral, el ejército más poderoso del mundo y una moneda que es la divisa de referencia en el comercio internacional. Pero también se aceptaba su moralina por la limpieza de su régimen, democrático y abierto y sometido a derecho desde el primer día, sin interrupción.

Eso era ayer; esto es hoy. Y hoy el país tiene una agencia de policía que miente ante los medios diciendo que las pruebas contra el hijo del presidente –el «portátil del infierno»– es «desinformación rusa» y que ha sido capaz de montar un caso inconcebible para encausar al más que probable candidato republicano a la presidencia.

Y así, el presidente de un paisito centroamericano, el epítome hasta ahora de una república bananera, corrupta, violenta y mísera, El Salvador, puede escribir desde su cuenta de Twitter: «Piensen lo que quieran sobre el expresidente Trump y sobre las razones por las que le han llevado ante los tribunales. Sólo imaginen qué pasaría si esto sucediera en cualquier otro país, en el que el Gobierno arrestara al principal candidato de la oposición. La capacidad de Estados Unidos para usar la «democracia» en su política exterior se ha desvanecido». Amén, Nayib Bukele.

Ante la detención de Trump, unos rabian y se indignan mientras que los otros jalean y se frotan las manos. Pero nadie, siquiera por un segundo, duda de que los cargos presentados contra Trump no se hubieran presentado contra un personaje anónimo, o siquiera contra el expresidente si no amenazara con presentarse a las próximas presidenciales.

La revista Politico, que no es exactamente partidaria, publica un artículo en el que estudia la estrategia de la Administración Biden en este asunto como lo que es: una maniobra de poder. La idea es que los indecisos, que son los que deciden siempre las elecciones disputadas, nunca votarían a un candidato que ha estado en el banquillo. Por eso el tribunal ha decretado que la próxima comparecencia del acusado sea en diciembre, justo antes de las primarias. Amenaza neutralizada.

Pero mientras esta administración convierte el Estado de Derecho en una burla para conservar el poder, el mundo entero está mirando… y actuando en consecuencia.

Cuando la Rusia de Putin invadió Ucrania, Estados Unidos hizo dos afirmaciones que han resultado falsas. La primera, que Rusia quedaba aislada, un paria en la comunidad internacional; la segunda, que las sanciones pondrían a Rusia de rodillas en cuestión de semanas. Y entonces pasó algo, algo que guarda cierta relación con el deterioro del régimen norteamericano, de su «soft power»: dos tercios de la población mundial se negaron a aislar a Rusia.

Hoy son más los países que no apoyan las sanciones que los que las aplican. La pesadilla de cualquier secretario de Estado en Washington, el abrazo fraternal de China y Rusia, se ha producido. Hay bofetadas en el llamado «sur global» para sumarse a la alianza comercial que encabezan estos dos estados, los BRICS, y hasta un puntal del americanismo como es Arabia Saudí (que debe incluso su propia existencia a Washington) ha dado la espalda al amigo americano y ha hecho las paces con su vieja ‘bestia negra’, Irán.

El 6 de marzo de 2023, funcionarios iraníes y saudíes sostuvieron una reunión en Pekín donde acordaron restablecer las relaciones bilaterales. El acuerdo fue significativo no solo por la reducción mutua de las tensiones en Oriente Medio, sino también por la creciente importancia de Arabia Saudí en el proceso de integración de Eurasia liderado por China y Rusia.

Al dar la bienvenida a la mediación china, el reino se ha posicionado como un actor independiente capaz de abrir las puertas a Pekín y Moscú en una región en la que tradicionalmente se han visto eclipsados por una gran potencia rival, Estados Unidos. Este movimiento aumenta la importancia de Arabia Saudita en el panorama geopolítico y fortalece sus lazos con Pekín y Moscú.

Al mismo tiempo, cada vez son más los países que declaran su voluntad de abandonar el dólar –frecuentemente por el yuan chino– en sus transacciones internacionales, poniendo en serio peligro la condición de moneda mundial de referencia de la divisa norteamericana.

La gran coartada de Estados Unidos durante décadas ha sido su condición de «nación imprescindible», la ciudad sobre la colina. Pero la detención de Trump y la corrupción de los Biden está haciendo un daño a la imagen internacional del país de consecuencias aún imprevisibles.

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