Quizá nunca sepamos qué ocurrió entre bambalinas cuando un presidente determinado un día antes a entrar en liza por la reelección, después de haber ganado las primarias por goleada, lanzó en la red social X una carta de renuncia a la candidatura demócrata sin membrete oficial.
Lo que siguió, el acelerado encumbramiento de la vicepresidente Kamala Harris, hasta ese momento un bochornoso cero a la izquierda y súbitamente convertida en la «sensación del momento», a pesar de su espectacular impopularidad reflejada en unas primarias de las que se retiró en seguida, todo sugiere un golpe palaciego indigno de la democracia estadounidense.
Pero ahora es la veteranísima Nancy Pelosi, hasta hace no mucho tercera autoridad de la federación como presidente de la Cámara, la que siembra la duda en una entrevista.
Pelosi no sería, por lo demás, una extraña en este juego tras las cortinas. Lo contaba la semana pasada Modernity News abiertamente y es voz populi en Washington: Pelosi le dijo a Biden que podía renunciar «por el camino fácil» o ser destituido «por las malas». La amenaza del mejor estilo de la Cosa Nostra enfureció al anciano presidente, que ahora no puede ni ver a la también octogenaria Pelosi.
Por eso resulta tan extraño que, en una reciente entrevista concedida a la cadena CBS News, insinuara que la carta de renuncia de Biden no la escribió el presidente. «No me sonaba a Joe Biden», dijo literalmente Pelosi. Llama la atención que la ex speaker denuncie indirectamente un golpe de palacio en el que ella misma fue protagonista esencial.
Quizá fuera una metedura de pata debida a la avanzada edad, o un «aviso a navegantes». En cualquier caso se vio obligada a compensar con la absurda afirmación de que el rostro de Biden debería esculpirse en el Monte Rushmore junto a Washington, Jefferson, T. Roosevelt y Lincoln.