No es ningún secreto que la población judía estadounidense conforma uno de los bloques de voto más consistentemente progresista del país, fieles votantes del Partido Demócrata en una proporción no muy lejana al voto negro.
Pero las protestas masivas del bloque izquierdista en varias ciudades de Estados Unidos y las declaraciones de los líderes de sus organización, como Black Lives Matter, han obligado a muchos progresistas de origen judío a encarar una terrible realidad: sus aliados quieren su desaparición. Lo que, naturalmente, empuja a un número considerable de ellos a replantearse sus alianzas políticas.
Llamémosle, si quieren, el Síndrome Varsavsky. El empresario judío español, fundador de numerosas empresas tecnológicas de éxito, ha abanderado desde siempre en sus comentarios en redes sociales las causas más progresistas, como la necesidad de una inmigración masiva en Europa y Estados Unidos. Sus impecables principios «woke» sufrieron un duro golpe en Saint-Denis, cuando salía del estadio de la localidad francesa donde se celebraba la final de la Liga de Campeones el año pasado y se vio asaltado y vejado por una multitud de «nuevos franceses».
Pero lo de ahora ha sido la puntilla, y así escribe en X una verdadera declaración de apostasía de la causa izquierdista, en inglés: «Después del 7 de octubre renuncié a ser progresista. Es sencillo. La gente a la que he apoyado toda mi vida quiere ver a mi pueblo muerto».
Ahora, multipliquen esa reacción para la población de judíos estadounidense. Puede leerse en decenas de comentarios personales y columnas de opinión en los medios occidentales, todas lamentando lo mismo: la indiferencia de la izquierda tras el salvaje ataque de Hamás contra civiles israelíes hace que los judíos progresistas se replanteen con quién se están juntando.
El Times de Londres, el New York Times, Tablet y Free Press (fundado por el ex editor del Times , Bari Weiss) publicaron la semana pasada artículos que detallan cómo los judíos seculares en Occidente (progresistas que siempre han apoyado las causas de la nueva izquierda) escriben conmocionados sobre el desprecio que sufren a manos de sus «aliados» políticos.
Están viendo, horrorizados, cómo prácticamente todas las instituciones y personalidades de izquierda ignoran o disculpan las atrocidades cometidas por Hamás y cómo sus «aliados» se alinean con quienes quieren su exterminio por «colonialistas» y «ocupantes».
Los judíos de Estados Unidos llevan décadas ignorando el antisemitismo de la izquierda como si el panorama no se hubiera movido desde los años 30 del pasado siglo, alegando que el antisemitismo no es una ideología. Pero tanto da cómo quieran llamarlo, lo que tienen ante sus ojos es un odio como no se conocía desde hace más de medio siglo dirigido a ellos y vuelven a oír, esta vez en boca de sus compañeros de visión política, consignas de destrucción que no se oían en Occidente desde hace muchas décadas.
