Tan poco lustre tiene la vicepresidencia de Estados Unidos que ningún vicepresidente ha sido asesinado, aunque uno de ellos fue un asesino. La Constitución asigna sólo dos funciones al vicepresidente: presidir el Senado, desprovisto de voto, salvo que haya empate (tie-breaking vote), y sustituir al presidente en el caso de muerte, dimisión, incapacidad o destitución.
Sin embargo, desde los años 70 del siglo pasado se ha convertido en un trampolín para alcanzar la presidencia. Quien la ocupa es, más que nunca, un President-in-waiting.
El sentido electoral de la vicepresidencia
En las elecciones se suele usar para equilibrar el ticket. Por ejemplo, Jack Kennedy, joven, rico, originario de Nueva Inglaterra y católico, llevó consigo a otro senador, pero texano, protestante, casi diez años mayor y con mucho más tiempo de servicio en Washington que él. Los presidentes Ronald Reagan y Barack Obama, extraños en la capital, se buscaron como compañeros a dos veteranos que sabían moverse dentro del pantano de la política de la capital.
Joe Biden, un septuagenario que fue senador desde 1973 hasta 2009, elevó esta regla de la compensación a un nuevo nivel, propio de un partido como el suyo, formado por una coalición de grupos y minorías cada vez más exacerbadas. Una vez elegido candidato demócrata en 2020, Biden declaró que su compañero sería una mujer negra. Además de aportar su vecindad californiana, Kamala Harris cubrió una doble cuota: la del sexo y la de la raza. Al final, a Biden su criatura, que le llamó racista en un debate de las primarias, le ha devorado, azuzada por los plutócratas que controlan el partido.
En estas elecciones, ha vuelto a aplicarse la tradición. Donald Trump, de 78 años de edad y el más claro ‘outsider’ que ha llegado a la Casa Blanca (Reagan, actor y presidente del sindicato de su profesión, gobernó California ocho años), ha buscado una figura muy distinta de quien fuera su vicepresidente entre 2017 y 2021, el gobernador de Indiana Mike Pence: el senador nacional James David Vance.
A por el ‘cinturón del óxido‘
Vance cumplió cuarenta años unos días después de ser «destapado» por Trump. Nacido en Middletown (Ohio), representa a las familias de escoceses-irlandeses que pasaron de trabajar en la industria pesada del Rust Belt (cinturón del óxido) a quedarse sin empleo por la deslocalización de las fábricas y la irrupción de productos importados de México y China, desde textiles a automóviles.
En el libro que le convirtió en una celebridad, Hillbilly, una elegía rural, JD Vance relata la destrucción de las familias de su barrio por el desempleo, el alcohol, las drogas, la promiscuidad sexual y los subsidios, a la vez que critica el desdén con que las clases altas y favorecidas tratan a su gente. Como hijo de una familia rota, lamenta que en su adolescencia tuviera que acostumbrarse a llamar papá a los sucesivos amantes de su madre a las que ésta metía en casa.
Trump obtuvo la Casa Blanca gracias a su victoria en los estados de Pensilvania, Wisconsin y Michigan, más Ohio, que desde hace más de medio siglo acompaña siempre al vencedor, salvo en 2020. Biden recuperó para los demócratas esos tres estados, pero no Ohio, que siguió leal a Trump. Si la candidatura Trump-Vance, venciese en Wisconsin (10 electores), Michigan (15) y Pensilvania (19) y mantuviese los 25 estados donde triunfó el republicano en 2020, incluyendo Ohio (17 electores), tendría mayoría absoluta en el colegio electoral, formado por 538 miembros.
Por tanto, Vance es una de las grandes bazas de Trump, junto con su promesa de promover la industrialización de los Estados Unidos y aplicar el proteccionismo, para ganar el cinturón del óxido. Para corroborarlo, Vance, de familia demócrata, tiene poca relación con el núcleo tradicional del partido republicano, salvo su educación en Yale, pues, al igual que su mentor, ha abjurado del discurso habitual a favor de los mercados abiertos y las desregulaciones.
La conversión ‘trumpista’ de Vance
El senador propone bajar impuestos y subir el salario mínimo federal y los aranceles. También es favorable a extender la legislación antimonopolio a las grandes empresas tecnológicas, sector que conoce bien por haber trabajado en él como abogado e inversor.
Vance se pronunció en contra de Trump en 2016 y 2017 con expresiones duras; le calificó de «heroína cultural»; pero pronto cambió de postura. La popularidad de su libro y su historia de superación (se alistó en los marines y luego estudió Derecho en la universidad estatal de Ohio y en Yale) le impulsaron a entrar en política. En 2022 ganó un escaño en el Senado nacional por Ohio y tan pronto como en enero de 2023 respaldó la candidatura de Trump por el partido rojo.
Los demócratas también saben que la batalla electoral se libra en el «cinturón del óxido». Por ello, se rumoreó que Harris, una vez ungida en la convención demócrata sin que ni un solo militante demócrata hubiera votado por ella en las primarias (a diferencia de Biden, que recibió 14,5 millones de votos), iba a escoger como acompañante en su fórmula a uno de esos gobernadores, como Joshua Shapiro, de Pensilvania (imposible por su condición de judío, dado el enfado de la comunidad árabe y de los musulmanes con Israel) o Gretchen Whitmer, de Michigan (obsesa del aborto, tanto que lo permitió durante el cierre de los servicios médicos en la pandemia, y de las energías renovables).
El gobernador donde murió George Floyd
Al final, optó por el gobernador de un estado vecino, Minnesota, llamado «la Suecia de los Estados Unidos» debido a su numerosa población de origen escandinavo y a sus políticas de izquierdas. El elegido se llama Tim Walz, nacido en 1964, aunque aparenta más edad que Trump.
Es gobernador desde 2019 del estado en el que en 2020, otro año electoral, murió a manos de la Policía de Minéapolis, el delincuente George Floyd, causa de las protestas que incendiaron Estados Unidos y Europa Occidental y del movimiento de extrema izquierda Black Lives Matter. Entre sus virtudes políticas se encuentran las de ser blanco, heterosexual e, imprescindible entre los demócratas, abortista.
También se ha unido a la «ideología de género». Walz convirtió su estado en «refugio» para familias con niños trans. Una de las leyes aprobadas durante sus años de mandato ordenó que se ofrecieran tampones gratis en los institutos. Los republicanos han señalado que se permitía a los varones trans solicitarlos.
En la revisión de la biografía que sufre todo candidato, a Walz se le han descubierto dos mentiras. Afirmó que se encontraba en Hong Kong en 1989, durante la represión salvaje por la dictadura comunista de los manifestantes que pedían libertad, aunque es cierto que viajó a China como profesor de enseñanza secundaria integrado en un programa organizado por la universidad de Harvard.
Igualmente se le ha reprochado que presumiera de haber servido en zona de guerra, ocultando que se retiró de su empleo de suboficial del arma de artillería de la Guardia Nacional de Minesota poco antes de que su batallón fuera enviado a Irak en 2005.
Su gran aportación personal a la campaña ha sido poner en circulación la palabra weird (raro) para referirse a Trump, Vance y sus seguidores. Pero los republicanos le han dado la vuelta y la han usado para ridiculizarle a él y a su partido.
Victoria de Vance en el debate
En el debate entre los candidatos a vicepresidente, celebrado el 2 de octubre en la cadena de televisión progre CBS, hasta los medios de comunicación prodemócratas reconocieron la victoria de Vance. Más preparado, más sereno, más ágil y mejor orador. Se generó un meme que circula desde entonces por las redes.
Entre 1984 y 2020 se han celebrado diez elecciones presidenciales; en cuatro de ellas competía un vicepresidente, dos veces en ejercicio (George H. Bush en 1988 y Al Gore en 2000) y dos ya como retirado (Walter Mondale en 1984 y Joe Biden en 2020). La vicepresidencia ha dejado de ser un castigo para los que no sabían hacer campañas, una especie de purgatorio político para los perdedores para convertirse en el mejor puesto desde el que aspirar a la presidencia, mucho mejor que el de senador o gobernador.
¿Podrían Walz y Vance en 2028 ser candidatos a la presidencia? Vance, como heredero del nuevo Partido Republicano, sin ninguna duda. Y Walz, a la vista del caos interno del Partido Demócrata, también.