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EN LOS ESTADOS ORIENTALES ALCANZA EL 27%

Alternativa para Alemania sube al 15% y es ya el primer partido en el Este

Alternativa por Alemania elecciones encuestas
El Parlamento de Alemania (Bundestag). Europa Press.

Una golondrina no hace verano, pero lo que hemos empezado a ver con las elecciones suecas y, sobre todo, con la victoria de Giogia Meloni en Italia parece más una avalancha imparable que flor de un día. Alemania, quizá el país europeo más humillado por el globalismo en relación a su poderío económico, también empieza a sopesar las ventajas del soberanismo.

A la fuerza ahorcan. Este invierno va a ser una prueba de fuego para el país, condenado a ver cómo desciende en picado su famosa calidad de vida y su aún más renombrado poderío industrial como locomotora de la Unión Europea, en buena parte por la enloquecida política energética verde, y en parte por su obsesión de plegarse al ‘diktat’ de la evanescente comunidad internacional.

Sea como fuere, el soberanismo representado por Alternativa por Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) ha sido, de todos los partidos del mismo corte en Europa, quizá el más acosado y atacado por su clase política y por los grandes medios del país, incluyendo amenazas creíbles de ilegalizarlo. Pero ahora, después de un periodo de cierto eclipse, está resurgiendo con fuerza en la intención de voto de los alemanes, especialmente en el Este, en lo que fuera la República Democrática Alemana.

Según la demoscópica Insa, AfD es ya el partido político más fuerte en toda esa región del país, con más de 16 millones de habitantes. De haber elecciones hoy, el partido coparía el 27% del voto en los estados orientales, seguida por los democristianos de la CDU a solo un punto de distancia. Los socialistas del SPD y los Verdes solo obtendrían el 15% y el 14%, respectivamente.

Pero tampoco en el resto de Alemania le van mal las cosas al partido soberanista, que hoy apenas supera el 12%. A días de hoy, la CDU es líder con el 28%, mientras que los Verdes (21%) y el SPD (19%) también están por delante de AfD. En el estado de Baja Sajonia, donde habrá elecciones el 8 de octubre, AfD alcanza el 9%, según Infratest, uno de los resultados más bajos para AfD de cualquier estado alemán.

Un 15% de los alemanes votaría por AfD, un aumento de un punto en una sola semana, quedando a solo un punto de los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz, que ahora representa el 18%.

AfD ha experimentado una tendencia positiva constante en las encuestas en los últimos meses, y el partido ha criticado abiertamente la política de sanciones del gobierno de izquierda contra Rusia. El partido también ha pedido la apertura del gasoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania; sin embargo, es probable que dicha política ya no sea posible en el futuro previsible luego de un presunto ataque de sabotaje en el oleoducto que lo mantendrá fuera de línea durante algún tiempo.

Alemania es un país peculiar dentro de Europa. Atormentada por su pasado nazi y por la brutal derrota y posterior fragmentación del país en la posguerra, ha criado a varias generaciones en el autoodio y en el anhelo de diluir su culpa histórica en una Unión Europea con las competencias más amplias posibles. Eso significa que cualquier partido que reivindique el soberanismo es sospechoso, por decir poco, y cuenta con el rechazo instintivo del ciudadano alemán promedio.

Por lo demás, el partido está sometido al consabido ‘cordón sanitario’, tratado como un apestado por el resto del espectro, cuyos grupos han declarado que nunca pactarán con AfD. Pero en política nada es estable, y lo mismo dijeron los partidos suecos en su día contra los Demócratas Suecos que, tras obtener más del 20% del voto en las pasadas elecciones, compartirán poder en coalición, algo impensable hace no tanto.

La evolución de AfD podría ser similar, porque ese ‘cordón sanitario’ era más fácil de mantener cuando Alemania era uno de los países más ricos del mundo, con un alto nivel de vida y una boyante industria, algo que podría no sobrevivir a este duro invierno. La frívola política energética, que ha fiado el alimento de su industria al gas ruso barato, ha llevado a una situación verdaderamente dramática que no solo va a hacer pasar frío a muchos en el país sino que, sobre todo, amenaza con destruir su poderío industrial.  

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