El objetivo del gobierno austriaco es «garantizar una gestión ordenada de las fronteras».
Austria fue uno de los países que más sufrió la presión migratoria cuando comenzó la mal llamada crisis de refugiados allá por septiembre de 2016. Las fronteras del país centroeuropeo se colapsaron y el Ejecutivo de entonces siguió las directrices de Angela Merkel, que había proclamado el ‘Welcome Refugees’ en todo el espacio comunitario.
La Unión Europea de 2018 es muy diferente a la de entonces. Bruselas vive una crisis sin precedentes y Merkel ha perdido su posición en favor de Emmanuel Macron, el presidente francés que se ha alzado como el nuevo líder comunitario ante las dificultades de la canciller alemana para convencer a los socialdemócratas y formar gobierno en Alemania.
El sistema de cuotas ya es historia y países como Austria, Hungría o Polonia se han convertido en la principal oposición a los dirigentes que, desde sus despachos de Bruselas, tratan de manejar asuntos que competen a cada Estado. Las predicciones de Viktor Orbán, convertido por los grandes medios en un personaje siniestro y racista, se cumplieron y a Merkel no le quedó más remedio que aceptar el fracaso de sus políticas.
El nuevo Gobierno en Austria ha puesto en marcha una serie de medidas para garantizar la seguridad en las fronteras. El ministro del Interior, Herbert Kickl, explicó que ya existe un monitoreo efectivo para controlar las zonas con mayor afluencia de inmigrantes.
«El nuevo servicio será una fuerza policial de reserva para situaciones conflictivas», subrayó Kickl. El político austriaco recordó las escenas que se vivieron en 2016 y subrayó que gracias a estas medidas «la seguridad iba a estar garantizada en todo el país».
Métodos de integración
El canciller Sebastian Kurz (OVP), ganador de los comicios y de corte reformista, prometió reestructurar el país para garantizar la adaptación integral de aquellos refugiados que llegarán al país. Una de sus primeras medidas fue la puesta en marcha de sanciones contra los inmigrantes que «rechacen integrarse».
El plan pasa por recortar las ayudas sociales a quienes no se esfuercen en integrarse. Por el contrario, aquellos que se adapten a la cultura austriaca podrían recibir un «bonus».
En un artículo publicado por Time, el joven canciller relató que «en el momento álgido de la crisis migratoria que golpeó Europa en 2015, se difundió una fotografía que mostraba a un policía solitario con los brazos abiertos intentando bloquear la entrada de miles de inmigrantes por la frontera austriaca».
«Para mí esa fotografía fue paradigmática de la crisis: la sensación de haber perdido el control y de estar sobrepasados», argumentó. Destacó también que la llegada de demandantes de asilo era incesante -cerca de 10.000 al día- y que eso mermó las capacidades del país, además de criticar que la mayoría accedió a Austria a través de terceros países en los que podrían haber pedido refugio.
Cumbre con Merkel
En un encuentro en Berlín con Merkel, el canciller austríaco defendió a su país como «una democracia fuerte con elecciones libres y justas», recordó que el FPÖ -el segundo partido más votado- ya ha gobernado, incluso con los socialdemócratas, y agradeció a Merkel su margen de confianza.
Kurz definió a su Gobierno de «proeuropeo», aunque recalcó que en política de refugiados sigue la línea que cree «correcta», al margen de lo que hagan otros Estados.
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