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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

'Autogolpe' europeísta en Italia: Mattarella ignora las urnas

El acuerdo de coalición se resume en 12 puntos que han puesto los pelos de punta a la eurocracia.


El presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, no sólo se niega a nombrar ministro de Hacienda al euroscéptico Paolo Savona, propuesto por la coalición ganadora en las urnas, alegando la alarma de los inversores, sino que ha convocado a Carlo Cottarelli, antiguo consejero ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, para que forme un gobierno de transición.
Lo que está sucediendo en la escena política italiana es tan fuerte, tan escandaloso y tan significativo que necesitaría un cuerpo de letras más grande para reflejarlo.
El otro día les contaba que Italia es la gran pieza de caza mayor para los globalistas, la apuesta clave, el verdadero desafío para el proyecto de convertir la Unión Europea en un megaestado regido por decreto desde Bruselas. Hagamos un rápido resumen.
Italia ha vivido ya cuatro gobiernos interinos sucesivos, es decir, ha sido gobernada por cuatro primeros ministros que no han pasado por las urnas, todos ellos ardientes globalistas del agrado de Bruselas, impuestos por el presidente de la República (antes, Giorgio Napolitano; ahora, Sergio Mattarella).
Esta situación ha provocado un cansancio y una comprensible indignación del electorado italiano con respecto a sus élites políticas, dando en las últimas elecciones la victoria a dos partidos ‘populistas’, es decir, contrarios al ‘establishment’ europeo, el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte. Ninguno de los dos, como es frecuente en las elecciones italianas, alcanza la mayoría absoluta, con lo que tras los comicios se iniciaron unas prolongadas y tortuosas negociaciones para formar gobierno.
Europa -‘Europa’- se alarma, pero la incapacidad del M5E y la Liga para llegar a un acuerdo les da una esperanza in extremis. De hecho, Mattarella anuncia que no espera más y que se dispone a nombrar un gobierno ‘técnico’ -eufemismo para referirse a legado de Bruselas, del gusto de los mercados financieros internacionales-, probablemente a una mujer.
Eso acelera los esfuerzos de los dos grandes partidos, que aceptan en el último momento un acuerdo. No ha sido fácil porque, en el espectro político tradicional, el que ha dominado el panorama desde que existe ideología, el M5E se inclina hacia la izquierda -renta básica de ciudadanía, más servicios sociales-, mientras que la Liga es claramente ‘de derechas’ -responsabilidad fiscal, recorte de impuestos-, pero ahora los presupuestos son otros.
Eso es en lo que se ha puesto de acuerdo una mayoría de italianos, de izquierdas y derechas, y lo que une a los dos partidos: un rechazo al ‘Estado profundo’ que lleva tanto tiempo gobernando Italia, la reivindicación de la soberanía nacional y, como consecuencia, la negativa a seguir permitiendo la invasión de inmigrantes ilegales llegados masivamente desde las costas africanas y a convertirse -en palabras de Matteo Salvini, líder de la Liga- en «una colonia de Alemania».
El acuerdo de coalición se resume en 12 puntos que han puesto los pelos de punta a la eurocracia, casi tanto como el candidato propuesto como ministro de Hacienda, el profesor Paolo Savona, que lleva años instando a los gobiernos italianos a que preparen un plan sólido para la eventual salida del euro. En comparación, el aspirante a presidir el Gobierno, Giuseppe Conte, ha concitado mucha menor hostilidad.

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#VogliamoSabona se ha convertido en el grito de rebelión en las redes sociales, poniéndose la venda antes de una herida que ya ha llegado: Mattarella se niega a nombrar un gobierno con Savona en su composición y no se le ocurre otra forma mejor de burlarse de la voluntad mayoritaria de los italianos que pretender el nombramiento como primer ministro de un hombre del FMI.
Ya hemos visto cómo el Brexit votado por los británicos nunca acaba de llegar, cómo a Trump no le dejan los jueces aplicar sus promesas electorales sobre control de la inmigración; pero esto lo supera todo. Porque los italianos no se ponen de acuerdo sobre si quieren más Estado o menos Estado, pero sí, enfáticamente, en que lo quieren soberano, y en que están hartos de ser gobernados por el estamento financiero multinacional en su provecho. Nunca se había producido en la historia europea reciente nada más parecido a un golpe de Estado.
En las filas de los dos partidos vencedores se están pronunciando acusaciones muy graves contra el presidente de la República, a quien acusan de sabotaje y amenazan con un impeachment. Incluso muchas voces contrarias al gobierno propuesto por la coalición advierten que el paso dado por Mattarella, absolutamente insólito, hace difícil pensar que Italia siga siendo una democracia.
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