En Suecia hay ya casi 62.000 individuos pertenecientes a bandas criminales, nada mal para un país de sólo 10,4 millones de habitantes y, hasta hace no mucho, fama de ser uno de los más tranquilos y seguros de Europa y del mundo, según el último informe policial.
«Estamos hablando de delitos que amenazan el sistema y tienen una gran capacidad de violencia, que silencian a los testigos, amenazan a los trabajadores sociales e infiltran a las autoridades y los partidos políticos», declara el ministro de Justicia, Gunnar Strömmer, en una reciente rueda de prensa. «A largo plazo, las redes criminales amenazan nuestra sociedad libre».
Aún más dramático es el dato de que entre estos casi 62.000 pandilleros organizados hay 5.400 menores, niños que trabajan para las pandillas. Y Petra Lundh, jefe de Policía, ha declarado públicamente que probablemente el número real sea aún mayor que el revelado por el informe. «Esto no es sólo una cuestión policial. Esto es significativamente más grande que eso. Es un problema social«, advirtió.
El nuevo gobierno de derecha en Suecia ya ha comenzado a tomar medidas contra las bandas criminales, llegando incluso a desplegar al Ejército para ayudar a la Policía en la lucha para garantizar la seguridad. En sólo unas décadas, el «paraíso sueco» se ha convertido en una meca de la delincuencia violenta, con 60 «no go zones», áreas que la propia Policía describe como territorios sin ley.
Lo último ha sido una epidemia de explosiones. En 2023, hubo 149 ataques con bombas, un nuevo récord. Esto no tiene precedentes para un país que no está en guerra. Suecia, que alguna vez fue conocida como uno de los países más pacíficos del mundo, ahora tiene una de las tasas de bombardeos más altas del mundo.
