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Francia arde y con ella las políticas de integración de la población africana

Censura y propaganda a ambos lados de los Pirineos: Macron fulmina las redes y Michavila hace propaganda de guerra

El presidente de GAD3, Narciso Michavila. Europa Press
El presidente de GAD3, Narciso Michavila. Europa Press

Macron, el liberal que iba a «joder a los no vacunados hasta el final», ha acabado persiguiendo a todos (cuando vinieron a buscarme / no había nadie más que pudiera protestar), como dice el poema. El presidente francés ha restringido el acceso a internet desde el 3 de julio bajo la coartada —siempre por el bien del pueblo— de «asegurar la seguridad y la tranquilidad pública en el contexto de los recientes disturbios» y «mantener el orden y la estabilidad en las zonas afectadas».

El Gobierno francés, referente centrista al sur de los Pirineos, asegura que las restricciones se aplican con el objetivo de «prevenir la utilización de forma abusiva de las redes sociales y las plataformas para coordinar las acciones ilegales e incitar a la violencia». Menos mal que quienes viven en las redes eran los que vivían en una realidad paralela, no como Macron, que culpa del caos a los bulos en las redes sociales, los videojuegos violentos y la falta de responsabilidad de los padres. Por supuesto, ni una palabra de la cultura y la religión de quienes arrasan el país de norte a sur.

Francia arde y con ella las políticas de integración de la población africana. El proyecto multiculturalista, el gran mantra donde la izquierda y el capitalismo se funden en un abrazo, ya no hay quien lo defienda sin sonrojarse por mucha censura y propaganda que apliquen los medios al dictado del poder político. Francia está al borde de un estallido civil y los principales medios miran hacia otro lado dejando los especiales para cuestiones de máxima importancia como el Valle de los Caídos —ahora Cuelgamuros— o el apocalipsis climático, es decir, hace mucho calor en España en verano.

El País, punta de lanza del globalismo, dedica su portada dominical a una de las grandes preocupaciones de los españoles: «La ultraderecha amenaza el medio ambiente». El diario de Prisa todavía no ha explicado a cuántas personas ha matado la ultraderecha en España o cómo afectará a la capa de ozono. Sin embargo, afirma en su primera página que «el avance ultra en Europa agrieta consensos básicos. En España, VOX asume carteras ligadas al campo e ignora el cambio climático en sus pactos con el PP».

El otro asunto con el que la izquierda trata de arrinconar al adversario y llevar la iniciativa es el orgullo gay. En la misma portada del domingo la foto se la lleva la marcha arcoíris en Madrid. «El orgullo más reivindicativo. Decenas de miles de personas participaron ayer en las marchas del orgullo, en un ambiente entre festivo y de preocupación por el avance de la ultraderecha». Cualquiera diría que la inmigración masiva que importa Europa es de extrema derecha y no musulmana.

Lo de Francia, en cualquier caso, no es para preocuparse, son cosas propias de los jóvenes, sobre todo cuando llegan las vacaciones y tienen mucho tiempo libre. «No son disturbios, es una revuelta«, se lee en el titular entrecomillado de las páginas 2 y 3 de El País en su flamante sección internacional. El autor de la declaración no es un mando policial ni un comerciante al que han quemado su tienda o un vecino al que ha confinado en casa una turba de violentos. Qué va. Eso lo dice Sirine Sehil, una abogada de 26 años nieta de argelinos, que habla de violencia policial y advierte de lo que está por venir: «Nosotros no llamamos a la calma, llamamos a la justicia y a la verdad. No pediremos justicia sonriendo, porque si esto funcionase, ya lo sabríamos».

Ya casi nadie se acuerda, pero hace apenas un año los grandes medios silenciaron las numerosas agresiones que aficionados españoles e ingleses sufrieron en las inmediaciones del estadio de Saint Denis durante la previa de la final de la Champions. TVE, que emitía el partido en directo, culpó a los ingleses —fácil cabeza de turco— de la violencia que retrasó el inicio del encuentro media hora. Hubo una disonancia entre lo que contaban los periodistas y lo que veía el espectador en uno de esos barrios parisinos islamizados donde rige la sharía.

Pero si la izquierda mediática hace oídos sordos a la posibilidad de conflicto armado en Francia, la derecha española tampoco muestra mucho interés, pues está a cosas más urgentes. ABC lleva en la portada del lunes que «VOX cae y se pone en riesgo la mayoría absoluta de la derecha». Narciso Michavila, hermano del exministro de Aznar y gurú demoscópico de Génova 13 y satélites cercanos, ha entrado en campaña: Gad3 publicará hasta el 17 de julio un sondeo diario. 

Este anuncio revela un deseo de generar la opinión pública más que de conocerla. Veamos. Desde 2019 las encuestas de Gad3 repiten un patrón: una sobreestimación del bipartidismo y, en concreto, del Partido Popular. En febrero de 2019 Michavila otorgó 97 escaños al PP. Un mes después, la empresa demoscópica publicaría dos barómetros: el primero situaba al PP en 87 diputados y el segundo entre 94 y 99 escaños. En abril Michavila haría tres encuestas más. La primera, del 8 de abril, daba al PP entre 86-90 escaños; la segunda, del 14 de abril, mostraba sólo el porcentaje: 21% para el PP; la tercera y última, del 22 de abril, situaba al PP en la horquilla de 81-86. Las urnas destaparon las vergüenzas demoscópicas: el PP obtuvo 66 diputados. 

Michavila aún no ha explicado la causa, pero con VOX le sucede al revés: tampoco da una pero siempre es a la baja. El 24 de junio de 2019 Gad3 otorgaba al partido de Abascal 9 escaños (5,6%); en la encuesta del 9 de septiembre 14 escaños (7,9%); el 22 de septiembre le daba 19 escaños; el 26 de septiembre, 21 escaños (9,6%); el 7 de octubre, 29 escaños (10,6%); el 14 de octubre, 33 (11,8%); el 21 de octubre, 33 (11,9%); el 28 de octubre, 41 (13,5%); y la última, del 4 de noviembre, 49 (14,9%). El escrutinio de las elecciones del 10 de noviembre otorgó a VOX 52 escaños y el 15,2% del voto. Es decir, Michavila orientó el voto de VOX a la baja durante toda la precampaña y campaña hasta que apenas quedaban unos días para las elecciones. Es ahí, seguro que es casualidad, cuando suele acercarse a la verdad.

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