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TRAS EL ATAQUE DE UN ARGELINO

El primer ministro irlandés condena las protestas en la calle y elogia la inmigración masiva

El primer ministro irlandés (taoiseach), Leo Varadkar. Europa Press

Arde Dublín, y el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, aunque sin lira, responde cantando las loas a la inmigración masiva contra la que protestan violentamente tantos irlandeses.

Varadkar condenó en rueda de prensa las escenas que se produjeron en la capital irlandesa el jueves por la noche cuando los ciudadanos acudieron en masa para expresar su ira por el horrible ataque unas horas antes. Las protestas incluyeron considerables dosis de violencia, con intentos de incendiar los hoteles que albergan a los solicitantes de asilo.

Son, naturalmente, «ultraderecha». Porque hoy es muy fácil, facilísimo, ser ultraderecha: basta con hacer notar lo que tenemos delante de nuestros ojos. El primer ministro británico es de origen indio; el alcalde de Londres, paquistaní, como el primer ministro de Escocia, y Varakdar, también indio. Pero la Gran Sustitución es una paranoia de la ultraderecha. En el caso irlandés, los manifestantes que salieron a las calles de Dublín después de que un inmigrante argelino apuñalara a varios niños en el centro de la ciudad el jueves no lo hicieron por patriotismo o por el comprensible deseo de que Irlanda siga siendo irlandesa, sino por «odio», afirmó Varadkar, quien hizo pública una encendida defensa de la disparatada política migratoria de su gobierno.

«Como país, debemos recuperar Irlanda, debemos arrebatársela a los cobardes que se esconden detrás de máscaras y tratan de aterrorizarnos con violencia», dijo Varadkar. «Necesitamos recuperar Irlanda de los criminales que buscan cualquier excusa para desatar el horror en nuestras calles», añadió, acusando a los manifestantes de «avergonzar a Irlanda».

Las protestas iniciales escalaron hasta convertirse en disturbios que no se veían en las calles irlandesas desde hacía muchos años. Los críticos del gobierno y las autoridades afirmaron que la dura respuesta policial y la descripción de quienes expresaban su enojo como «extrema derecha» por parte de los principales medios de comunicación irritaron aún más a los manifestantes.

Varadkar reveló que se revisará la respuesta policial para ver si la situación podría haberse manejado de manera más apropiada. El taoiseach (primer ministro) reafirmó su compromiso con la política de inmigración de su administración y dijo a los periodistas que Irlanda sería un lugar «muy inferior» sin inmigrantes. «Irlanda es un gran país y un país formado por la migración en ambas direcciones: los irlandeses viajan por todo el mundo para construir una nueva vida y la gente viene a Irlanda para construir una nueva vida», añadió.

Aseguró a los extranjeros en el país que «lo que presenciaron no refleja al pueblo irlandés», sino a una «pequeña minoría» del país, e instó a los residentes a «no permitir que las personas que quieren quitarnos la ciudad piensen que lo han conseguido».

Como es ya costumbre, los adocenados medios de comunicación irlandeses han seguido la consigna, describiendo al atacante de Dublín como «un ciudadano irlandés que ha vivido en el país durante muchos años», en lugar de informar que es un inmigrante nacido Argelia y emigrado a Irlanda ya de adulto. El comisionado de Policía Harris echó más leña al fuego al acusar a los manifestantes de ser una «facción lunática y hooligan impulsada por una ideología de extrema derecha».

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