El bloque conservador de la canciller alemana, Angela Merkel, gana con un 33,5 % de los votos y la derecha identitaria logra ser tercera fuerza.
La canciller alemana y líder cristianodemócrata, Angela Merkel, ha ganado este domingo sus cuartas elecciones generales en una jornada marcada por el hundimiento socialdemócrata y la irrupción como tercera fuerza del Bundestag (Parlamento) de la derecha identitaria Alternativa para Alemania (AfD).
Según las proyecciones de las cadenas públicas de televisión a la espera de resultados oficiales del escrutinio, la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel y su hermanada Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera han logrado alrededor de un 33 % de los votos, ocho puntos menos que hace cuatro años, pero doce más que el Partido Socialdemócrata (SPD).
Bajo el liderazgo del expresidente del Parlamento Europeo (PE) Martin Schulz, los socialdemócratas han encajado su peor resultado en unas generales desde la Segunda Guerra Mundial, en torno al 21 % de los votos.
Mientras, AfD ha recibido el apoyo de más del 13 % de los electores, según esas proyecciones, evidenciando el rechazo de parte importante de la población a la acogida en Alemania de más de 1,3 millones de refugiados -la mayoría islamistas- desde 2015. Es la primera vez que una formación identitaria entra en el Bundestag, aunque AfD ya tenía escaños en 13 de las 16 cámaras regionales del país.
A pesar del júbilo de sus simpatizantes reunidos en la sede de la CDU en Berlín, Merkel ha admitido que hubiera deseado «un resultado mejor» y se ha comprometido a «reconquistar» de los votantes de AfD.
El bloque conservador, no obstante, ha consiguido su «objetivo estratégico», palabras con las que la canciller ha dejado claro que ninguna otra formación puede intentar una coalición de gobierno.
No tendrá muchas opciones abiertas, ya que el socialdemócrata Schulz, en un día que calificó de «difícil y amargo», ha considerado que el mandato que le habían dado los votantes era situarse al frente de la oposición, tras cuatro años gobernando junto a Merkel en gran coalición.
Schulz ha descartado dimitir y ha asegurado que tiene el «total respaldo» del SPD, que lo eligió como líder el pasado marzo, para continuar al frente del partido y «renovarlo».
Si el SPD no se sienta de nuevo a negociar, la canciller sólo puede intentar un inédito tripartito a nivel federal con los liberales del FDP y Los Verdes, dos formaciones con programas en muchos puntos antagónicos y que lograron algo más del 10 % y del 9 % de los votos, respectivamente.
Los liberales, que se han coaligado tanto con conservadores como con socialdemócratas en las últimas décadas, quedaron fuera del Bundestag tras gobernar junto a Merkel en su segunda legislatura. Lidner ha advertido ahora que no se dejarán presionar para entrar en un ejecutivo «sólo porque el SPD, por razones tácticas, se pase a la oposición».
«No seremos un socio fácil», subrayó por su parte la candidata de Los Verdes, Katrin Göring-Eckardt.
Con ellos tendrá que negociar en las próximas semanas y tal vez meses Merkel, que antes de los comicios sólo había descartado como posibles aliados a la AfD y a la Izquierda, última fuerza en el Bundestag, con el 8 % de los votos.
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