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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Gobierno húngaro ante las presiones globalistas: 'Seguridad primero'

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán

El Ejecutivo magiar ha presentado un documento de doce puntos que pretende ser respuesta al plan migratorio de la ONU; plan que Viktor Orbán ya motejó en su momento de ‘réplica del de Soros’


Si hay un país incómodo para el globalismo, ése es Hungría. Así, en los últimos meses ha rehusado someterse a los designios de las élites globales tanto en materia migratoria como en materia moral y social; algo que se ha manifestado en su oposición a las cuotas de refugiados – establecidas con el propósito de abaratar la mano de obra y de disolver la identidad de los países europeos – y en su política claramente orientada a la defensa de la vida y de la familia.
Siguiendo esta línea disidente del mundialismo, el Ejecutivo magiar ha presentado un documento de doce puntos que pretende ser respuesta al plan migratorio de la ONU; plan que Viktor Orbán ya motejó en su momento de ‘réplica del de Soros’. En el texto, que ha sido bautizado como ‘Seguridad primero’, el Gobierno húngaro establece una serie de líneas maestras que, según él, deben orientar la política migratoria de la organización internacional.
El secretario de Estado húngaro, Peter Szijjártó, ha sintetizado el propósito de los doce puntos: ‘El objetivo de la propuesta es garantizar que la seguridad del pueblo húngaro pueda continuar estando garantizada en el futuro (…) El Gobierno está preparado para librar esta batalla’, ha señalado el canciller, quien ha condicionado el respaldo de Hungría al conocido como ‘Pacto sobre migración’ a que éste respete los doce puntos ya mentados.

El contenido del texto

En el primero de los puntos, el Ejecutivo magiar refuta los presupuestos sobre los que se asienta el plan migratorio de la ONU, que no son sino la bondad de la inmigración y el carácter inevitable de ésta. Así, señala que los flujos migratorios masivos ‘han causado serios desafíos para la seguridad en ingentes países del mundo’.
En este sentido, el Gobierno encabezado por Viktor Orbán reflexiona sobre la necesidad de que ONU combata la inmigración ilegal – en lugar de promoverla – y no hable de ésta como un derecho fundamental: ‘Con arreglo al derecho internacional, las organizaciones transnacionales deberían dejar claro que la migración no es un derecho humano básico. Nadie puede decidir independientemente en que país vivir ignorando las regulaciones y la ley nacional’.
Asimismo, la propuesta de doce puntos alerta de las dramáticas consecuencias que puede entrañar la convivencia de personas de diferentes culturas en un mismo territorio; convivencia que ‘lleva a la creación de sociedades paralelas con graves implicaciones para la seguridad’.
En esta línea, el documento también impele a la comunidad internacional a respaldar a los Estados ‘en su esfuerzo por preservar su herencia histórico-religiosa y su estructura social’, así como advierte de que los organismos globalistas ‘no deben presionar a ningún país para motivar un cambio de sus valores’.
Estos doce puntos nos demuestran que aún quedan gobernantes conscientes de que, en democracia, el cometido del político es servir al pueblo que los elige y no a poderes ocultos.

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