Un reciente sondeo de Ista, encuestadora del diario Bild, ha revelado que la mayoría de alemanes ya se opone al trato discriminatorio que sufre AfD por parte del resto de partidos y sus medios afines. Según esta encuesta, publicada el 23 de abril por Junge Freiheit, el 46% de los ciudadanos cree que se debe permitir a Alternativa para Alemania (AfD) participar en igualdad de condiciones dentro del sistema político, sin ser automáticamente excluidos de negociaciones o posibles alianzas. Sólo un 33% respalda la exclusión sistemática que hasta ahora ha predominado en el panorama político alemán.
Esta percepción se está instalando incluso entre votantes de formaciones tradicionalmente reacias a cualquier entendimiento con AfD. Así, casi la mitad de quienes apoyan a la CDU (49%) consideran que AfD debe ser tratada como cualquier otro actor político. Entre los simpatizantes del liberal FDP, ese porcentaje asciende a un 63%, mientras que incluso en la izquierda populista del BSW, un 47% comparte esa misma postura. No obstante, entre los electores de Los Verdes, el SPD y Die Linke, la defensa del aislamiento político del partido nacional-conservador continúa siendo mayoritaria.
La encuesta también ha revelado un giro notable en la percepción de futuro político: el 51% de los encuestados cree que AfD será la fuerza ganadora en las elecciones federales previstas para 2029. Aunque el partido aún no ha gobernado a nivel nacional, los últimos resultados apuntan a un ascenso constante: en los comicios adelantados de principios de año quedó en segundo lugar con el 20,8% de los votos, y apenas dos meses después lideraba las encuestas con un 26% de apoyo.
Este ascenso ha coincidido con el desgaste de la gran coalición entre la CDU del canciller Friedrich Merz y el SPD, un acuerdo que ha sido visto como una renuncia a las promesas electorales por parte de los conservadores. El pacto con los socialistas, que lograron su peor resultado histórico en las últimas elecciones, ha generado un fuerte descontento entre la base del electorado de la CDU, que ahora ve a su partido más débil y alejado de sus principios originales.
Ese desencanto también se refleja en los datos: sólo un 40% de los votantes respalda actualmente la alianza CDU-SPD, lo que marca un mínimo histórico de popularidad para un Ejecutivo en Alemania. Desde los comicios de febrero, esta coalición ha perdido cerca de cinco puntos en intención de voto y, si las elecciones se celebraran hoy, no lograría reunir los apoyos necesarios para mantenerse en el poder.
En el seno de la CDU, las voces críticas contra el «cordón sanitario» que impide cualquier tipo de acercamiento a AfD van ganando fuerza. Muchos en el partido consideran que esta estrategia, lejos de debilitar al rival, lo está reforzando y empujando a una parte de sus votantes hacia opciones más soberanistas.