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UN ESTUDIO DE NHS ASEGURA INCLUSO QUE LA 'LECHE' TRANS ES TAN BUENA COMO LA MATERNA

La última campaña siniestra de los trans británicos: se hormonan para «amamantar» con apoyo del Sistema de Salud

Hombre trans que responde al nombre de Mika Minio-Paluello y fue asesor del Partido Laborista. X.
Hombre trans que responde al nombre de Mika Minio-Paluello y fue asesor del Partido Laborista. X.

La pasada semana la historia de Daisy Strongin hablando de maternidad se volvía viral en todo el mundo. Daisy es una mujer de 25 años que en 2018 inició un proceso para transicionar ya que se sentía un hombre. En 2020 superó su trastorno de disforia de género, dejó de hormonarse y poco después conoció a un hombre del que se enamoró y con el que se casó y ha tenido dos hijas. Sin embargo, cuando esto ocurrió ya había dado un paso irreversible: se había sometido a una doble mastectomía, algo que le ha impedido dar el pecho a sus dos bebés, lo que le ha producido una tristeza que ella misma compartía a través de su cuenta en X (Twitter).

Daisy contaba su caso para evitar que otras personas en una situación similar a la suya se mutilaran y pudieran arrepentirse en el futuro. Sin embargo, activistas trans utilizaron el asunto de la lactancia materna para volver a poner sobre la mesa un asunto tabú por motivos evidentes: los hombres trans que quieren ser madres que dan el pecho. Un tema además bastante desconocido para la mayoría.

Las organizaciones LGTBI daban bombo a un reciente estudio de NHS Trust, una institución asociada a los Servicios Nacionales de Salud de Inglaterra y Gales (NHS, por sus siglas en inglés) que aseguraba que «la leche producida por las mujeres trans es comparable a la producida por mujeres biológicas tras el nacimiento de un bebé». Una afirmación científicamente insostenible, ya que los estudios de NHS sólo duraron cinco meses, y además aconsejan «a cualquier padre que esté tomando medicamentos, por cualquier motivo, que busque asesoramiento sobre la posibilidad de que ese medicamento se transfiera al bebé a través de la lactancia y también de las implicaciones para la salud del bebé», algo que evidentemente también sucede con las hormonas, como la progestina, que se está empleando para estos casos, y la domperidona.

El primer caso que se documentó fue el de un hombre de 30 años que se sometió a un tratamiento hormonal porque quería amamantar a a su bebé adoptado en 2018. Con el consumo de un medicamento llamado domperidona, un medicamento que a priori se utiliza para problemas gástricos, y utilizando un sacaleches consiguió producir unas gotas de un líquido blanquecino que suministraba a la niña.

Medios de todo el mundo, incluyendo algunos españoles como El País se hicieron eco entonces del suceso, aunque incluso el reportaje del diario del Grupo Prisa reconocía que la Agencia del Medicamento de Estados Unidos llevaba 14 años desaconsejando el uso de domperidona y que la Agencia Europea del Medicamento había solicitado restringir su uso en 2014 por los problemas de corazón que ocasionaba. Sin embargo, varios médicos colaboraron entonces en que a una niña recién nacida se la alimentara con un líquido que podía contener grandes dosis de este producto, ya que no hay estudios al respecto. La propia Janssen, farmacéutica que produce domperidona, la desaconseja en la lactancia debido a «posibles efectos secundarios en el corazón del bebé».

La organización británica With Women, dedicada a promover la lactancia materna, emitía un comunicado en respuesta al estudio afirmando que «el vínculo fisiológico entre las necesidades del bebé y su suministro depende de una alimentación frecuente, sin interferencias de otra fuente. Cualquier servicio que se preocupe por el bienestar del bebé y de la madre lo sabe: dejarlo de lado en aras de complacer el deseo de un hombre de amamantar es inexcusable». Sin embargo, otras entidades prolactancia muy conocidas a nivel internacional, como la Liga de la Leche, han elaborado materiales en varios idiomas, incluido el español, para promover esta práctica antinatural y perjudicial para los bebés.

Si bien se lleva años practicando la inducción a la lactancia para madres adoptivas —también con medicamentos, por lo que no está completamente demostrado que sea inocuo para los bebés— y la relactación para madres biológicas que han tenido que dejar de dar el pecho por algún motivo como una mastitis o la necesidad de tomar medicamentos incompatibles y luego lo retoman, las organizaciones del lobby trans y LGTBI, tratan ahora de hacer pasar por normal una práctica que no tiene ningún beneficio demostrado para los niños y sí muchos posibles riesgos, tan sólo para satisfacer los deseos de las personas con disforia de género.

Otro caso viral que gran parte de los medios trató de presentar como un avance de la ciencia fue el de la pareja brasileña que responde a los nombres de Roberto Bete y Erika Fernandes, que en el verano de 2022 tuvieron un hijo que gestó la mujer con un proceso de transición que se identificaba como hombre y el hombre con apariencia e identidad sentida de mujer. Aunque parezca difícil de creer, la pareja cuenta con cientos de miles de seguidores que siguen su día a día.

Más recientemente, en julio de 2023, el activista trans británico Mika Minio-Palauello, que ha trabajado como asesor para el Partido Laborista británico, compartía en las redes sociales una foto de él mismo haciendo que un bebé del que afirmaba que era su hijo le chupase un pezón. Una imagen que suscitó muchas críticas y comentarios como «un hombre con un bebé chupando su pezón no es amamantar».

Por su parte, NHS ha mantenido en declaraciones a los medios de comunicación británicos que «los bebés no sufrirán ningún daño por tomar leche inducida por fármacos de los pezones de las mujeres trans». Unas afirmaciones que no pueden demostrarse actualmente, pero que demuestran la imposición de políticas y prácticas sociales que satisfacen deseos egoístas de colectivos con un fuerte apoyo financiero olvidando los derechos y necesidades de los menores.

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