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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Las bandas pakistaníes vendían a las niñas de Telford delante de la policía

Shahzad Khan traficaba con las niñas frente a una oficina de policía de la localidad británica.


Con cuentagotas, pero se van conociendo más detalles acerca de la red musulmana de abusos sexuales que durante más de 40 años tuvo su epicentro en la población de Telford, en el Shropshire. Un millar de niñas fueron drogadas, brutalmente maltratadas y violadas por una banda pakistaní ante la pasividad de las autoridades.
Sirva de ejemplo el caso de una colegia de 15 años que se quedó embarazada seis veces en cuatro años: dos hijos de dos padres distintos, tres abortos provocados y uno espontáneo.
Al igual que en Rotherham, las autoridades taparon la poca información conocida acerca del caso y el papel de los agentes de policía de Telford es cuanto menos cuestionable. Según informa Mirror, el líder de la principal banda musulmana, Shahzad Khan, traficaba con las niñas frente a una oficina de policía de la localidad británica.
«Me recogía muy cerca de la estación de policía de Wellington y, a veces, los coches de la policía pasaban junto a nosotros», ha explicado una de sus víctimas, que ha lamentado la falta de actuación de las autoridades: «Debieron haberse dado cuenta de que algo estaba muy mal, pero nunca dijeron una palabra, ni me preguntaron qué estaba haciendo con un hombre mucho mayor».
Autoridades y medios de comunicación taparon la realidad que estaba viviendo la ciudad británica. De hecho, Khan murió sin enfrentarse a la Justicia pese a que los oficiales de policía de Donnington estaban informados de su actividad a través de varias denuncias. «Le dije a un oficial de policía en la comisaría de Donnington lo que Khan estaba haciendo. Incluso les dije que le había ofrecido sexo a mi hermano con una niña menor de edad», ha explicado una de las denunciantes.
«No se hizo nada. Me dijeron que no podían enjuiciarlo porque nunca tendrían suficiente evidencia. Tengo la sensación de que me estaban ignorando», ha aseverado.

La culpa, de las víctimas

El informe de la profesora Alexis Jay en 2014 destapaba uno de los mayores escándalos sexuales en la historia del Reino Unido. Al menos 1.400 niños fueron víctimas de una explotación sexual “atroz” en Rotherham desde 1997 hasta 2012 con la complicidad de las autoridades, que no tomaron medidas contra los agresores para no herir sensibilidades.
“Es difícil describir la naturaleza atroz de los abusos que sufrieron los niños. Fueron violados en grupo, víctimas de la trata a otros pueblos y ciudades del norte de Inglaterra, secuestrados, golpeados e intimidados”. Así comenzaba el documento de Alexis Jay, que cuenta cómo niñas de apenas 11 años fueron violadas, amenazadas con armas de fuego y obligadas a presenciar brutales y violentas violaciones.
La diputada laborista, Naz Shah, ha cargado contra las víctimas de las terribles agresiones en redes sociales: ‘Esas chicas maltratadas en Rotherham y en otros lugares sólo necesitan cerrar la boca. Por el bien de la diversidad”.
Shah, aliada clave de Jeremy Corbyn, ha recibido las críticas de toda la oposición y también de compañeros de partidos. Más de 40.000 personas han firmado una petición en la que exigen su renuncia o una salida inmediata del partido.
Rebecca Hilsenrath, jefa de la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos, ha cargado contra Shah en un extenso comunicado: “Debemos mantener a las víctimas de estos horrendos crímenes en el centro del debate. El silencio no ayuda a la diversidad”.
“Esto muestra lo que Naz Shah realmente piensa y Corby no hace nada, lo que lo dice todo acerca de los laboristas”, ha asegurado el conservador Andrew Bridgen. Shah es conocida por sus posturas antisemitas y el pasado año ya fue suspendida de su cargo por lanzar varios mensajes contra la comunidad judía.

‘El desprecio a las víctimas’

Lo que ocurría en Rotherham era un secreto a voces, pero nadie hizo nada para evitarlo. La Policía no dio prioridad al problema y trató con indiferencia a gran parte de las víctimas. Tres informes policiales -de los años 2002, 2003 y 2006- describían con crudeza la situación. Sin embargo, las autoridades desestimaron el primero y rechazaron los otros dos, que podrían haber acabado con los abusos sexuales en la zona.
El fenómeno llegó por primera vez a los tribunales en Birmingham en 1989, pero el acusado no fue un paquistaní, sino un sij que intentó vengar los abusos sufridos por sus hijas. De hecho, en la investigación aparecen varios testimonios de padres que trataron de liberar a sus hijas y fueron amenazados por la Policía con levantar contra ellos cargos de ‘racismo’.
Una investigación de la Junta de Protección del menor puso de manifiesto la gravedad de los hechos ocurridos. Malcon Stevens, de Justice Care Solutions, descubrió diversos delitos sexuales cometidos contra niñas por hombres de 20 a 29 años y calificó la situación como “extremadamente grave”.
Las evidencias de que las autoridades conocían la situación eran notables. Resulta “difícil de creer”, en palabras de Jay, que ningún alto cargo estuviera al tanto de lo que ocurría en la localidad. No obstante, en 2007 pusieron en marcha Risky Businnes para tratar de combatir este tipo de prácticas.
El silencio oficial, sin embargo, era sintomático. Tras la publicación del informe de Jay, todos coincidieron en señalar que el “miedo” a ser considerados racistas influyó en los dirigentes. El hecho de que la mayor parte de los agresores fueran paquistaníes podía “dañar” la convivencia y “estropear” la reputación de la ciudad.

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