Francia ha dado finalmente su brazo a torcer y se ha comprometido a interceptar en el mar las embarcaciones que transportan a inmigrantes ilegales hacia el Reino Unido. Tras años de inacción deliberada y millones de libras transferidas desde Londres a París para contener las oleadas migratorias, el Gobierno de Emmanuel Macron anuncia ahora que elaborará un plan de actuación antes del 8 de julio, fecha del próximo encuentro franco-británico en Londres.
El giro, que llega en medio de una presión creciente desde el Reino Unido, supondría que patrulleras francesas puedan actuar hasta 300 metros de la costa para frenar las llamadas «pateras taxi» antes de que abandonen las playas galas con su cargamento humano.
El anuncio se produce después de que la ministra del Interior británica, Yvette Cooper, exigiera a París una intervención inmediata tras la llegada récord de 1.195 ilegales en un sólo día —el pasado sábado— en 19 embarcaciones. En lo que va de año, el número total asciende ya a 14.812, la cifra más alta jamás registrada.
Francia, que hasta ahora se escudaba en las normas marítimas para justificar su inacción, ha decidido reforzar su despliegue naval con seis nuevas patrulleras, entre ellas el Rozel, una nave de 46 metros con capacidad para transportar a 20 gendarmes. Según fuentes del Ministerio del Interior francés, los agentes podrán actuar incluso en aguas someras, anticipándose al despegue de las embarcaciones desde los ríos y canales interiores.
La decisión supone un reconocimiento tácito del fracaso del acuerdo anglo-francés firmado hace tres años, valorado en 480 millones de libras. A pesar de ese pacto, los franceses sólo han conseguido detener menos del 40% de las salidas en lo que va de 2025, la proporción más baja hasta la fecha.
La situación, agravada por la previsión de un verano especialmente caluroso, ha disparado las alarmas en Londres. Los datos del Ministerio del Interior británico revelan que sólo entre enero y abril se produjeron 60 días «rojos», considerados óptimos para los cruces. En ese periodo cruzaron 11.074 ilegales, frente a los 7.567 del año anterior.
Francia teme además una escalada de violencia en las playas. El pasado sábado, dos gendarmes fueron agredidos con piedras por un grupo de ilegales al intentar impedir la salida de una embarcación. Por ello, las autoridades estudian ahora si los agentes destinados a estas operaciones deberán portar armas y chalecos antibalas.
A pesar del anuncio, no están claras las condiciones en que se va a llevar a cabo. Macron ha prometido «respetar la Convención del Mar de Montego Bay», dejando claro que cualquier acción quedará condicionada a los límites legales que hasta ahora han servido de excusa para no actuar. Una manera de seguir eludiendo responsabilidades mientras los traficantes de personas continúan operando con total impunidad en el norte de Francia.