«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
EL CANDIDATO LIBERTARIO QUIERE EVITAR EL BALOTAJE

Argentina vota el domingo tras una campaña presidencial marcada por el poder de convocatoria de Milei

Javier Milei. Europa Press

El próximo domingo a las 8 de la mañana comenzarán los comicios en los que Argentina elegirá al próximo presidente. Lo que sea que resulte de este evento determinará lineamientos locales, regionales, mundiales y tendrá también un reordenamiento ideológico y desafíos comunicacionales que posiblemente determinen la forma de entender la política de ahora en más.

En el plano estrictamente electoral, existen tres candidatos competitivos lo que garantiza un final electrizante y lleno de tensión y controversias. Esta semana se realizaron múltiples actos de cierre de campaña en un frenético raid en busca de votos.

El candidato a presidente kirchnerista con su formación Unión por la Patria (UP), Sergio Massa, ideó tres actos clave, uno junto al candidato a Jefe de Gobierno porteño de UP, Leandro Santoro, otro buscando como escenario «una fábrica» intentando mostrar la «Argentina que se viene» (como si la actual no estuviera gobernada por él mismo). Pero el principal ocurrió el martes junto al gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, coincidiendo con la celebración peronista por antonomasia: «El Día de la Lealtad». Ni Cristina Kirchner ni Alberto Fernández acompañaron estos actos, el presidente y su vice están desaparecidos de la campaña y de la gestión. En este sentido, Massa y Kicillof pasaron a ser los principales referentes del peronismo y los encargados de conservar al menos la Provincia de Bs As, el bastión más importante a resguardar en caso de que el peronismo salga del poder.

Que Massa tenga oportunidad de entrar a un balotaje después de ser el líder del peor Gobierno de la historia merece un tratado de psiquiatría. La realidad es que la elefantiásica dependencia de los argentinos de la teta estatal explica el por qué del asunto. La mayoría de la sociedad argentina no sabe cómo o no quiere salir del paraguas paternalista y el miedo es un aliciente al voto oficialista. Aun así, es prodigiosa la destreza del candidato, que es actual ministro de Economía y que oficia de presidente de facto, para despegarse del incendio que él mismo provocó. Y así como es asombrosa la perversa pericia de Massa, es monumental la impericia de la oposición que no ha logrado responsabilizarlo por el hundimiento de la Argentina, ni siquiera le ha planteado una batalla legal por las innúmeras fechorías que realiza con el desprecio a las consecuencias que sólo tienen los psicópatas.

Por su parte, la candidata presidencial de Juntos por el Cambio (JxC), formación fundada por Mauricio Macri, es Patricia Bullrich, quien también se decantó por múltiples actos de cierre de campaña en el interior y en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. La campaña de Bullrich estuvo permanentemente sin norte. La formación le asestó a Macri una virtual jubilación que desperfiló su ya descolorido mensaje. Apelaron a consignas y figuras con nulo anclaje en el electorado, no conectaron con la desesperación ni lograron crear una narrativa luminosa. A pesar de los descomunales presupuestos volcados a la campaña, la candidata no logró remontar y sumó al último momento a su rival en las internas, Horacio Rodríguez Larreta, como su eventual jefe de Gabinete de resultar electa, en una jugada desesperada por recuperar centralidad tanto electoral como ideológica y mostrar músculo de «gestión». Su campaña estuvo centrada en el antikirchnerismo y en su fortaleza más elocuente: la cantidad de gobernadores, intendentes y legisladores que surgieron de su performance en las elecciones distritales anteriores. El desafío de Bullrich es que esta fortaleza distrital se refleje en el plano nacional, apelando al orden, un valor que le permite la equidistancia ideológica con la que busca retomar la iniciativa.

Finalmente el ganador de las PASO, Javier Milei con su agrupación La Libertad Avanza (LLA) viene encabezando multitudinarias caravanas proselitistas pero a modo de cierre sólo presentó una en la Ciudad de Buenos Aires con una asombrosa convocatoria en la que proyectaron un vídeo del líder libertario con traje de presidente en una simulada Casa Rosada. «El kirchnerismo es la casta más burda que tenemos que desterrar«, sostuvo y al grito de «Primera vuelta la puta que lo parió», el candidato buscó un caudal de votos que le permita evitar el balotaje, aunque en sus cercanías confiesan que esto es más bien una expresión de deseos.

Para lograr este objetivo Milei debería obtener más del 45% de los votos o bien más del 40% pero despegándose por más de 10 puntos del segundo. El libertario ha conseguido mantener el absoluto protagonismo de la conversación pública. Milei sigue siendo una figura carismática y descollante, la única fuente de votos de la formación y en consecuencia la fortaleza y debilidad a la vez. En contestación a las críticas que recibe de sus contendientes por lo arriesgado de su plataforma Milei dijo en el escenario «¿De qué salto al vacío me hablan? Es el salto al vacío de ustedes, los chorros (ladrones) empobrecedores de la casta política».

En el acto, Milei le hizo un guiño especial a Ramiro Marra, su candidato para la Ciudad de Buenos Aires, que según los referentes de LLA está peleando con el postulante peronista para entrar a un balotaje compitiendo contra el candidato de JxC, Jorge Macri, claro favorito local. Si la provincia de Buenos Aires es el bastión peronista, la Ciudad de Buenos Aires es el bastión macrista. Sin estos enclaves los dos partidos mayoritarios colapsarían. Pero la deslucida campaña de Marra depende exclusivamente de la tracción de Milei para tener entidad por lo que esta proeza es de difícil cumplimiento. Resulta evidente que Milei es un motor fuera de serie en la contienda electoral, pero es, al tiempo, la única figura de peso de su formación.

El problema de la gobernabilidad

El tema de discusión de este momento es la famosa «gobernabilidad» como posible desafío a una gestión de Milei. Pero la crisis social y económica que se avecina desafía la gobernabilidad de cualquiera de los candidatos. Ninguno de los tres tienen esa carta para jugar por más que expresen lo contrario ya que en situación de desbande, los políticos argentinos tienen una sólida tradición de traiciones, agachadas y contubernios y sobre todo de sumisión a la caja. Y si bien Bullrich y Massa no pueden hacer alarde de garantía de estabilidad y paz social, es cierto que Milei tampoco ha dado señales de dirigir ordenadamente siquiera a su propia tropa.

Quien resulte electo presidente tendrá enfrente y en pie de guerra a los millones de innecesarios empleados estatales, a los amenazantes ejércitos de movimientos sociales, a las estructuras acomodaticias del capitalismo de amigos, el sistema de justicia mayoritariamente escorado a la izquierda y sembrado de militancia kirchnerista, al 90% de la prensa que además depende de la pauta estatal, a los influencers de la cultura y la academia y las mafias gremiales que agrupan a todos estos colectivos. También tendrá enfrente a las ONG de lobby internacional, al Foro de Sao Paulo, al Papa y un largo etc. Esto incluye a Massa, ya que sin un Kirchner en el Gobierno, el kirchnerismo residual será un perro rabioso y acorralado por la justicia y en la abstinencia de poder no dudarán en ponerlo en la picota. Los votantes de Massa, hoy, lo votan con la nariz tapada, el asco no tardaría en aflorar.

.
Fondo newsletter