El expresidente Jair Bolsonaro ya está de vuelta en Brasil. El jueves, al pisar de nuevo su país tras tres meses de estadía en los Estados Unidos, fue recibido con cánticos de “El capitán volvió” por un grupo de seguidores del Partido Liberal (PL) durante un acto en el aeropuerto Juscelino Kubitschek de Brasilia.
El líder conservador brasileño ha sido enfático en sus planes inmediatos: por una parte, robustecer el trabajo del Partido Liberal para ganar terreno de cara a los próximos comicios municipales, que se celebrarán en el país sudamericano el próximo año; y por la otra, apuntalar su liderazgo como una figura importante de la derecha brasileña, de cara a las presidenciales de 2026.
La estrategia bolsonarista parece ir encaminada a robustecer sus vínculos con dicha formación, con miras a organizar una plataforma sólida que permita hacerle una oposición real y sistemática al recién inaugurado Gobierno de Lula da Silva. Esto en el entendido de que Bolsonaro, pese a haber pasado muchos años en el Congreso y en la política brasileña, no ha querido o no ha podido abocarse a la construcción de un perfil partidista estable desde que, en 1989, debutara ejerciendo cargos de elección popular.
Así las cosas, está pautado que la semana próxima el exmandatario brasileño asuma la presidencia honoraria del partido. Esto no es un detalle menor puesto que, al día de hoy, el PL es la primera formación de la Cámara de Diputados (donde cuenta con 99 escaños de un total de 513), mientras se sitúa como segunda fuerza en el Senado (tiene 12 del total de 81 senadores).
Se prevé también que tanto Jair Bolsonaro como su esposa Michelle, que funge como presidenta de la sección femenina del PL, desplieguen una gira nacional a partir del segundo semestre de este año, con la mirada puesta precisamente en las municipales. Allí el jefe del Partido Liberal, Valdemar Costa Neto, aspira a que la formación pueda hacerse con un 60% de las alcaldías del país.
«Le mostraremos a ese personal, que por ahora y por poco tiempo estará en el poder, que no va a hacer lo que quiera con el futuro de la Nación”, dijo el exmandatario al llegar a Brasil, enfilando baterías contra el lulismo.
Antes de su viaje a Brasilia Bolsonaro insistió en un discurso de abierta oposición a Lula, descartando de plano cualquier tipo de eventual colaboración con su Gobierno, al tiempo que ha asomado su preocupación por lo que pueda ocurrir en los próximos meses en el gigante sudamericano.
“Espero que Brasil no entre en la línea de Venezuela, sólo eso. Yo como presidente recibí a miles de venezolanos, en promedio, hoy todavía llegan 700 por día allí en Pacaraima, en la frontera. Es triste, hay gente que fue engañada por el socialismo. Venezuela es el país más rico del mundo en petróleo, se suponía que era el paraíso ir allí”, dijo el exjefe de Estado desde un aeropuerto de Orlando, Florida, antes de volar a Brasil.
Sin embargo, Bolsonaro no tendrá un camino libre de obstáculos de aquí a que comience la campaña electoral de las municipales, pues deberá sortear varios escollos para mantenerse a flote en la política activa de Brasil. Actualmente la Justicia le ha señalado hasta por una decena de asuntos, donde lo más relevante son las acusaciones que contra él se han hecho por haber estado presuntamente incurso en la organización intelectual de actos vandálicos durante la ocupación de la Explanada de los Ministerios en enero pasado.
