«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
ABRE EL DEBATE SOBRE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN BRASIL

El diputado más votado de Brasil es amenazado con la pérdida de su escaño por criticar la ideología de género

El diputado brasileño Nikolás Ferreira. Twitter

El diputado Nikolas Ferreira (PL-MG) pronunció un discurso en el Congreso brasileño que tuvo un gran impacto. Criticó la participación de «mujeres trans» en los deportes femeninos y cómo las personas trans están tomando la iniciativa de las mujeres, incluso en concursos de belleza y comerciales publicitarios. De manera burlona e iconoclasta decidió hacer su presentación oral usando una peluca y declarándose Nikole. Es decir, usó el mismo criterio que la izquierda de que una persona puede ser mujer, si se siente mujer. Esto generó furor por parte de la izquierda progresista en la Cámara de Diputados y en la opinión pública.

La diputada Tabata Amaral (PSB-SP) relativizó la inmunidad parlamentaria en la libertad de expresión y de manera autoritaria propone el juicio político contra el diputado bajo el alegato de «transfobia». La diputada trans, Duda Salabert Rosa (PDT-MG) pasó a un nivel de autoritarismo progresista y propuso la detención de Nikolas por «ataque transfóbico».

No tardaron en aparecer opiniones favorables y contrarias para el diputado más votado de Brasil (con 1,4 millones de votos en las pasadas elecciones).

El diputado André Fernandes (PL-CE) expresó su apoyo al diputado conservador y enfatizó que «las mujeres están perdiendo sus espacios» por las mujeres trans. También destacó la iniciativa de Save Women´s Sport para lograr que los hombres biológicos no puedan competir en las competencias femeninas.

La diputada federal Julia Zanatta (PL-SC) también se solidarizó con su colega de partido. Participó de un debate en CNN Brasil con una diputada del PT e hizo una defensa de la libertad de expresión diciendo: «Por cierto, ¿de qué vamos a tener PROHIBIDO HABLAR hoy?».

La parlamentaria federal trans Duda Salabert (PDT-MG) publicó en sus redes sociales exigiendo la detención del diputado: «¡No basta casación, exigimos la detención del diputado fascista! ¡La transfobia es un crimen en Brasil!».

Samia Bonfim, diputada del PSOL de São Paulo (partido de extrema izquierda brasileño) también siguió la línea de criminalizar el discurso del parlamentario conservador. Publicó en sus redes sociales: «¡La transfobia es un delito! ¡Queremos la destitución inmediata del bolsonarista Nikolas Ferreira, sus acciones no pueden quedar impunes y la Cámara no puede ser permisiva!».

Luego de explicar los hechos y algunas declaraciones sobre lo ocurrido, debemos entender que toda esta polémica trae debates más profundos. Ya sea el debate legal de una posible destitución del diputado o una discusión más conceptual sobre lo que está en juego en esta disputa política e ideológica.

En general, este debate parte de dos grandes cosmovisiones. Por un lado, existe una visión conservadora y cristiana que entiende el tema transgénero desde una perspectiva biológica y científica. Explicándolo mejor: esta visión entiende que la diferencia entre hombres y mujeres se da por las diferencias entre los cromosomas XX y XY; así como las funciones reproductivas de ambos sexos.

El segundo punto de vista lo sostienen los ultraprogresistas, los globalistas y la izquierda en general. Quienes defienden esta visión basan su discurso en la ideología de género y creen que lo que define a una mujer es su «autopercepción» y los sentimientos que uno siente sobre su sexualidad. El primer punto de vista está más basado en la realidad, mientras el segundo cuenta con un amplio apoyo mediático para crear su propia realidad paralela.

Después de comprender la esencia y la ontología del debate, necesitamos comprender la disputa legal sobre si procede o no la destitución del parlamentario Nikolas Ferreiras. La visión de Nikolas Ferreira se basa en una concepción de una amplia libertad de expresión para los parlamentarios. El artículo 53 de la Constitución brasileña de 1988 establece: «Los diputados y senadores son inviolables, civil y penalmente, por cualquiera de sus opiniones, palabras y votos».

La noción de la más amplia libertad de expresión para los parlamentarios es la esencia misma de una democracia y un Estado de derecho basado en los valores occidentales, porque son los diputados quienes tienen la función de cambiar las leyes y la propia Constitución. De hecho, algo que antes era ilegal e incluso inconstitucional puede cambiarse precisamente por la acción de los parlamentarios que obtienen una mayoría para un cambio determinado.

Así, la crítica del diputado a los movimientos políticos e ideológicos (ideología de género y feminismo) es la esencia del trabajo de una congresista. Por eso es posible que incluso en una democracia un político pueda defender un régimen genocida como el comunista en sus diferentes versiones en el mundo; ya sea el comunismo soviético o cubano, a pesar de que han causado tantas muertes en la humanidad.

La otra interpretación jurídica es la defendida por la extrema izquierda, que busca criminalizar el discurso que no le gusta. La hermenéutica de estos sectores se basa en la ley del Supremo Tribunal Federal que en 2019 equiparó «transfobia» con «racismo».

Esta decisión judicial, además de atropellar al Congreso de la República, que tiene la facultad de crear leyes, decidió crear nuevas leyes basadas en la concepción jurídica y filosófica de los juristócratas que se entienden por encima de los demás poderes y crean leyes basadas en la cosmovisión del partido del que forman parte. Al final lo que pretende básicamente este punto de vista es criminalizar cualquier comentario negativo sobre la ideología de género y el feminismo, y criminalizar en la práctica el discurso conservador y cristiano.

Por lo tanto, el tema central de esta polémica va más allá del propio congresista. De lo que suceda en este evento, sabremos si Brasil será un país en el que el discurso conservador y cristiano sea criminalizado y prohibido; o si podría ser una democracia normal con amplia libertad de expresión y respeto a las diferencias políticas e ideológicas.

También está en juego el propio sistema representativo y si los 1,4 millones de votantes que votaron por Nikolas merecen el derecho a ser tomados en cuenta o serán despreciados del juego político como lo fueron los judíos en la Alemania nacionalsocialista, los burgueses en la Cuba castrista, o sacerdotes en la Unión Soviética. Brasil deberá definir si será una democracia occidental o si será una especie de «estalinismo progresista» donde solo es posible defender valores de la izquierda identitaria.

.
Fondo newsletter