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Varios partidos han decidido no confrontarlo

Petro se prepara para iniciar un Gobierno con poca oposición en frente

Gustavo Petro junto a otros integrantes del Pacto Histórico. Reuters

El pasado viernes 24 de junio, sin que se hubiera reunido el Directorio Nacional Conservador, los 14 senadores y 25 representantes a la Cámara elegidos con el aval del Partido Conservador hicieron llegar una carta a Gustavo Petro, como presidente electo, en la que informan que “no seremos partido de oposición y declaramos nuestro respaldo a la agenda legislativa que proponga el Gobierno que inicia y que convenga a los colombianos, apegados siempre a los principios de la Constitución de 1991 y teniendo como premisa el respeto por la propiedad privada y todas las libertades individuales”.

Esto a pesar de las críticas del expresidente conservador Andrés Pastrana Arango, quien había invitado a marcar líneas muy claras en la relación con el nuevo Gobierno y denunciado que cualquier acercamiento sería producto de la mermelada (término que se utiliza en Colombia para señalar participación en el presupuesto y la burocracia).

Petro no tardó en responder y en el tono conciliador que asumió después de ganar la segunda vuelta presidencial, posteó: “Bienvenido el Partido Conservador al Gran Acuerdo Nacional. Se construirá historia si el Partido Conservador respalda las iniciativas legislativas del Gobierno del Cambio”. El acercamiento no ha caído del todo bien en las bases conservadoras, que históricamente han enfrentado a los movimientos políticos de izquierda. Sin embargo, muchos confirman que a nivel nacional los jefes de las facciones más importantes del conservatismo habían pedido acompañar a Petro, pues sintieron rechazo por parte del otro candidato, Rodolfo Hernández, quien hizo siempre explícita su decisión de frenar la negociación del presupuesto y recortar al máximo la burocracia gubernamental y el gasto público, algo sin lo que esas facciones no podrían mantener sus escaños.

Cabe resaltar que, hasta el lunes, el único integrante del gabinete que se había dado a conocer era el exministro, exconstituyente y excongresista conservador Álvaro Leyva Durán, quien será el nuevo ministro de relaciones exteriores. Petro mandó con esa designación un mensaje contundente: su política exterior tendrá como pilar la férrea defensa del acuerdo de paz con las FARC, pues Leyva fue siempre un puente entre el establecimiento y la guerrilla. Además, fue precandidato presidencial por el Partido Conservador en 2010 y en 2014, por lo que asume un nuevo rol como uno de los jefes de esa colectividad.

Quienes sí han declarado su oposición fueron los excandidatos presidenciales Federico Gutiérrez, quien obtuvo cinco millones de votos en la primera vuelta del 29 de mayo, y Enrique Gómez Martínez, quien a pesar de un pobre resultado en las urnas, con menos del 1% de los votos, es el jefe natural del Movimiento de Salvación Nacional, partido que recuperó su personería jurídica hasta 2026 y cuyo fundador fue Álvaro Gómez Hurtado, importante dirigente conservador asesinado en 1995 después de orientar su cátedra de cultura colombiana en la Universidad Sergio Arboleda, de la que fue cofundador en 1984. Ninguno tiene representación en el Congreso.

Al Partido Conservador le siguió el partido de la U, fundado originalmente para defender la obra de Álvaro Uribe en 2005 y hoy presidido por la expresidente del Congreso y exgobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro. De igual modo, el jefe máximo del partido Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, dio a entender en su columna dominical en el diario El Tiempo que tampoco estarán en la oposición, por lo cual la mayoría que acompaña a Petro desde ya en el nuevo Congreso no tiene precedente en la historia reciente.

La única fuerza política que se declararía en oposición es el Centro Democrático, partido del expresidente Uribe y del actual presidente, que, no obstante, enfrenta graves divisiones internas. De hecho, se espera que esta semana se dé un encuentro entre Petro y Uribe, en el marco de la estrategia de articulación que adelantan los dirigentes del Pacto Histórico.

Uribe se mantuvo al margen de la campaña presidencial, consciente de que su deteriorada imagen ya no suma como en elecciones previas. Por eso llamó la atención que el viernes aceptara la invitación a reunirse con el nuevo presidente, no sin advertir que “acudiré a la reunión en representación del Centro Democrático. Son visiones diferentes sobre la misma patria”. Es decir, pasadas las elecciones, volverá a liderar a su bancada, reafirmando que es el líder máximo de ese partido. Habrá que ver el rol que juegue a partir del 7 de agosto el entonces expresidente Duque, quien deja la jefatura del estado con la peor imagen de un jefe de Estado en la historia reciente.

En una democracia las mayorías deben ser amplias cuando giran en torno a un paquete ambicioso de reformas, como las que siempre ha prometido Petro. En la primera entrevista a un medio de comunicación, la Revista Cambio, el nuevo presidente fue muy claro al respecto: las mayorías son para poder hacer las reformas que se requieren, de lo contrario no sirven, no habría razón para abrir la puerta a los más diversos sectores.

Así las cosas, el siete de agosto no solamente se posesionará el primer presidente de izquierda en Colombia, sino que lo hará en un Congreso que le ha expresado su respaldo mayoritario. Está por verse si el sistema político colombiano, que es el sistema político del clientelismo, se mantendrá o si el nuevo jefe del Estado de extrema izquierda cumple sus promesas y traza un camino de cambio en la relación Ejecutivo-Legislativo. Hasta el momento lo que se percibe es que las fuerzas políticas tradicionales buscan no quedarse sin una tajada del pastel, ese que será más grande después de que se apruebe la ambiciosa reforma tributaria y que tiene un marcado olor a mermelada.

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