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Ortega redobla su ensañamiento contra el sandinismo ‘disidente’

El líder del régimen nicaragüense, Daniel Ortega.
El tirano nicaragüense Daniel Ortega. El 19 Digital

Las masacres y la persecución del dictador Daniel Ortega contra la población no dejan dudas que busca acabar con cualquier vestigio de oposición. Pero sus acciones autoritarias están alcanzando a sus aliados: a altos cargos del régimen que han cometido atropellos contra la ciudadanía en nombre de Ortega y la llamada “revolución sandinista”.

El látigo de Ortega ha estado dirigido recientemente a funcionarios de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), un poder del Estado que opera como las mafias, y que el dictador ha convertido en una herramienta de represión contra la oposición, así como un instrumento para el tráfico de influencias, sobornos y chantajes, desde que retornó al poder en enero de 2007.

La magistrada de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Iliana Pérez, fue detenida por la Policía y trasladada a la cárcel conocida como “El Chipote”, donde habría sido sometida a interrogatorios durante más de 24 horas y posteriormente liberada.

Cuatro días antes la Policía detuvo al portavoz de la Corte Suprema de Justicia, Roberto Larios, un allegado de la presidenta de ese poder del Estado, Alba Luz Ramos, y férreo defensor de la dictadura que ha sido señalado de maltratar a periodistas de medios críticos. El mismo día que fue detenida la magistrada Pérez, Larios era acusado ante un juez por “traición a la patria”. El régimen mantiene hermetismo sobre las causas de la detención de ambos funcionarios.

Pero medios nicaragüenses han publicado que el antiguo poderoso portavoz de la CSJ, habría sido descubierto “filtrando” información a un medio de comunicación crítico de Ortega, y ese hecho lo habría puesto tras las rejas.  Larios no contó con la misma suerte de la magistrada sandinista Pérez, cuyo padrino es el asesor presidencial Néstor Moncada Lau. Dos días más tarde de su liberación, la magistrada sandinista renunció al cargo alegando motivos de salud a través de una carta enviada a la Asamblea Nacional. El caso ya fue incluido en la agenda para discutir el martes 25, una semana después de su detención, según el portal oficialista de la dictadura, el 19 digital.

Moncada Lau es, por cierto, un oscuro exagente de la extinta Seguridad del Estado, que participó en el crimen del empresario y vicepresidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), Jorge Salazar, en 1980. Ha sido sancionado por varios países por corrupción y violaciones a los derechos humanos, y es señalado por Estados Unidos de encubrir a Ortega, al menos en un caso de abuso sexual contra un menor.

La democión de altos cargos fieles a Ortega se ha observado con regularidad en el último año. Dos de ellos han sido el exmagistrado del Tribunal de Apelaciones de Managua, Gerardo Rodríguez, y más recientemente el director del Instituto de Medicina Legal, Zacarías Duarte.

Ortega y Moncada Lau controlan y mueven los hilos de ese poder del Estado. Nombran, promocionan y destituyen funcionarios de acuerdo a intereses políticos y obediencia canina.

La mafia sandinista

“Las dictaduras tienen por lo general dos tipos de enemigos: los opositores a su sistema, que son sus rivales o competidores; y los disidentes, que han sido sus aliados o sus funcionarios, a quienes consideran traidores y los tratan con más encono y odio que a los que son opositores”, valoró el catedrático y exembajador de Nicaragua ante Alemania y Suecia, José Dávila.

Para Dávila, los disidentes que surgen del propio seno del sandinismo, “que han gozado de sueldos y prebendas, son vistos también como peligrosos”. Esto por el dominio de informaciones e interioridades que han conocido durante el tiempo que trabajaron para la dictadura, y que pueden ser útiles para la oposición, explica el experto.

Ortega y su dictadura operan como una organización mafiosa. “La traición se paga con la muerte”, subrayó Dávila.

Puso el ejemplo del disidente sandinista Hugo Torres, general en retiro que gobernó con Ortega durante la primera dictadura sandinista y que participó en el asalto a la casa del exministro del gobierno de Anastasio Somoza, en 1974, para liberar a Ortega de la cárcel, que pagaba por el crimen de un oficial de la Guardia Nacional y el asalto a un banco.

Torres fue detenido en junio de 2021, y murió bajo custodia del régimen en un hospital en febrero de 2022. “Fue dejado morir en la cárcel”, aseveró Dávila en referencia a la saña con la que actuó Ortega con uno de sus excamaradas que expuso la vida por él.

“Los sandinistas [en el oficialismo] odian más al MRS [Movimiento Renovador Sandinista, hoy llamado Unamos] que a liberales o conservadores que se han opuesto a ellos. El “chino Enoc” [Marlón Sáenz] es un caso demostrativo cuando alguien se les vuelve enemigo interno, les cae el peso de la ley y algo más”.

El caso del «chino Enoc»

El “chino Enoc” es un viejo “combatiente histórico” del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Un  paramilitar que participó en la represión para desmantelar las protestas de abril de 2018. Ha sido un férreo defensor de Ortega, pero no de Rosario Murillo, la esposa del dictador y vicepresidenta designada.

En su página en Facebook el “chino Enoc” comparte en sus redes fotos de su participación en la guerra contra Somoza, y más recientemente de su participación durante la represión de abril de 2018, donde armado como paramilitar defendía el régimen de Ortega, y recetaba “plomo” contra la población que participaba en las manifestaciones contra la dictadura.

Este paramilitar está actualmente en la cárcel, pues la dictadura que defendió lo acusa de narcotráfico. Señalan que Rosario Murillo está detrás de la aplanadora contra el “chino Enoc”, quie criticaba el falso liderazgo de la mujer de Ortega en el FSLN.

La militancia que designada bajo el rótulo de los llamados “combatientes históricos” está en silencio, presos del terror que impone Ortega a sus “camaradas”.

“Además de tratos crueles e inhumanos en la cárcel como a todos los opositores, lo están acusando de delitos de narcotráfico. Lo están dejando morir por considerarlo ‘traidor’. Si ha sido narcotraficante es que lo ha sido al igual que ellos, pues ha sido su compinche y se puede pensar que también su organización cometía esos delitos”, refiere Dávila.

Hoy la familia del paramilitar suplica a Ortega, quien se ha hecho de oídos sordos ante el petitorio.

“Hoy en día mi padre está muy enfermo, ni si quiera le pasan la medicación que se le ha comprado, ha bajado más de 100 libras de peso, las llagas de la trombosis están abiertas, y su estado emocional y psicológico no es el más óptimo”, escribió el hijo del “chino Enoc”, en la cuenta de Facebook de su padre recientemente.

“En su proceso penal, no tuvo abogado durante casi todo el intercambio de pruebas, no hubo información sobre las personas que podrían testificar a su favor, no hubo nada que el pusiera presentar, ni si quiera lo dejaron defenderse sabiendo que él es abogado. Encima de las incongruencias del caso. Fue dictaminado culpable de todos los delitos asignados”, relata.

Marlon Sáenz, que se consume tras las rejas, fue declarado culpable de narcotráfico, y está en espera de sentencia. Así paga Ortega a quienes han sido sus aliados, que hoy acusa de “traición”.

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