Cuando EspaƱa suma a la participación polĆtica a exmiembros prominentes de la guerrilla espaƱola, la Argentina no se escandaliza.
SegĆŗn publica COVITE, Colectivo de VĆctimas del Terrorismo, Bildu, brazo polĆtico de ETA, ha incluido aĀ siete asesinos de la banda terroristaĀ y a otros 37 condenados por pertenencia y colaboración con ella en sus listas electorales para los comicios locales, provinciales y autonómicos del próximo 28 de mayo en Navarra y el PaĆs Vasco.Ā Algunos incluso van en las papeletas con su nombre y el apodo que tenĆan en la organización terrorista.Ā
Estas incorporaciones debieran escandalizar a los polĆticos de todo el arco ideológico; sin embargo, han sido saludadas por el expresidente del Gobierno, JosĆ© Luis RodrĆguez Zapatero.
La duda es si esos terroristas mutaron o continĆŗan siendo aquellos agentes del marxismo internacional que regaron de sangre el paĆs y que, derrotados por las armas, han cambiado de sombrero, abandonaron el casco de guerra y ahora lucen el del orden institucional contra el que atentaron sistemĆ”ticamente.
Nada puede sorprender de quien fue capaz de empuƱar un arma y asesinar a otro espaƱol por diferencias ideológicas. Sin embargo, a la vista de una sociedad civilizada, la impunidad de los herederos de la ETA y sus trayectorias de sangre y muerte colisionan con la mĆ”s mĆnima exigencia moral. De ellos puede no sorprender, pero es digno de remarcar, y de lamentar, la normalidad con que toma el PSOE su sociedad parlamentaria con estos agentes de la violencia encarnados en EH Bildu y la tolerancia de los populares que parecen preferir acordar con los socialistas y, por extensión, con Bildu, que con VOX, la Ćŗnica expresión polĆtica dispuesta a frenar el avance comunista.
La decisión, denunciada por COVITE, ha provocado la condena de las vĆctimas del terrorismo, que han recordado que llevar a etarras en listas fue uno de los motivos para ilegalizar a Batasuna.
En febrero de 2012, los popularesĀ rechazaron la petición de UPyD de ilegalización de Bildu; en 2020 no apoyaron la propuesta de VOX de modificación de la Ley de Partidos con el fin de facilitar la ilegalización de formaciones polĆticas que quieren Ā«destruir la unidad de EspaƱaĀ», incluido Bildu; y este aƱo āen la misma lĆneaā votaron en contra de un referĆ©ndum a los espaƱoles para decidir si las formaciones separatistas deben ser o no legales.Ā
LaĀ Asociación de VĆctimas del Terrorismo (AVT)Ā ha censurado recientemente al Gobierno de Pedro SĆ”nchez por mantener comoĀ Ā«socio preferente» a EH Bildu. Ā«Desde la AVT llevamos aƱos recopilando indicios y exigiendo la ilegalización de Bildu por ser sucesores del brazo institucional de ETAĀ», ha declarado la asociación.Ā
Este despropósito, se suma a los aceitados vĆnculos que ha tejido EspaƱa con el terrorismo internacional durante la administración del sanchismo.
Hace pocos dĆas el presidente de Colombia, Gustavo Petro, fue recibido y escuchado en el Congreso de los Diputados como si se tratara de un demócrata, pero su hoja de ruta lo sindica como un activo guerrillero del bolivariano Movimiento 19 de Abril (M-19) con el que lideró la toma de terrenos y el desorden social hasta que pasó a la clandestinidad.Ā
La Alianza con el chavismo y su negocio con las Farc, cuyos cargamentos de drogas transitan por territorio venezolano a cambio de Ā«peajesĀ», es otro peligroso acercamiento a lo peor de la AmĆ©rica hispana.Ā
En la Argentina pasa algo similar. Las simpatĆas por la dictadura venezolana son inocultables, como tambiĆ©n los estrechos vĆnculos con China y el rĆ©gimen iranĆ.
AdemĆ”s, la administración actual estĆ” poblada de individuos que formaron parte de los grupos armados que atentaron contra el orden constitucional en la dĆ©cada de los 70. Un biógrafo de la Ć©poca sostiene que los autĆ©nticos sediciosos murieron en los enfrentamientos con las fuerzas del orden. Los que quedaron no combatieron o colaboraron con las Fuerzas Armadas entregando Ā«camaradasĀ». En tĆ©rminos generales, es cierto. Hay una frase repetida en las redacciones sobre el periodista y militante de la organización terrorista argentina Montoneros, Miguel Bonasso, que abona esta teorĆa. Sus compaƱeros dicen Ā«Miguel, lo Ćŗnico que derramó fue tintaĀ».Ā
Otros, al ser capturados, negociaron su libertad a cambio de información delatando a sus compaƱeros de guerra. La salida del paĆs de cientos de terroristas prueba la veracidad de ese intercambio. El relato falaz y romĆ”ntico que construyeron trajo a muchos de vuelta y hasta cobraron cuantiosas indemnizaciones como forma de reparar el exilio.
En la actualidad, algunos de ellos accedieron a cargos públicos y también estÔn sus hijos, que adscriben a una continuidad ideológica absoluta. Ninguno empuña armas, pero ocupan bancas legislativas, cargos ejecutivos en ministerios y directorios de empresas del Estado.
Este avance de violentos y extremistas no es gratis. Las penurias de una Argentina quebrada socialmente puede alertar a otras sociedades a evitar esos excesos. Frenar el avance del mal en estado puro es imprescindible para vivir en paz, una paz que no se obtiene cuando agentes de la discordia y el odio adquieren poder y espacios de relevancia. Esa es la foto de la Argentina de hoy, un pueblo pujante que ha sido arrasado, con una clase media en extinción, con padres atrapados en un retroceso general que los obliga a festejar la partida de sus hijos hacia otros destinos, aunque eso tambiĆ©n signifique un dolor desgarrador. La dispersión de las familias argentinas es transversal a toda la sociedad. Unos se van del paĆs, otros se distancian por obra de las pasiones polĆticas que alientan el Ā«ellos o nosotrosĀ» y fogonean las discrepancias. Por las armas atentaron contra la familia y hoy, en democracia lo consiguieron.
EspaƱa ha permitido un avance innecesario de la izquierda sangrienta sobre el sistema de gobierno pero aĆŗn estĆ” a tiempo de evitar que se convierta en un eje difĆcil de extirpar.