«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Ramiro de Maeztu, un intelectual católico

No soy yo precisamente un entusiasta del historiador jesuita García de Cortázar. No tanto por lo primero como por lo segundo. Pero ello no es óbice para no hacer referencia de su artículo sobre Ramiro de Maeztu, gran desconocido hoy, que me parece francamente bueno.

http://www.abc.es/cultura/20140615/abci-ramiro-maeztu-cortazar-201406141836.html

Yo no conocí a Don Ramiro, Eugenio Vegas, mi inolvidable maestro, siempre le mencionaba con el Don, pues le asesinaron cuatro años antes de que yo naciera. Pero tantísimas conversaciones con Vegas Latapie, que seguramente llegarían al millar, hicieron inevitable que supiera muchísimas cosas del escritor vitoriano, fundamental con Eugenio en el nacimiento de Acción Española, amigo queridísimo y una de las pocas personas a las que verdaderamente admiró. 

Por ello me ha alegrado mucho el artículo, elogioso, de García de Cortázar. Y en un medio tan leído como ABC.

Y ahora una anécdota personal sobre Maeztu. Naturalmente sobre el Maeztu muerto. Algunos jóvenes que acudíamos a la tertulia dominical de Eugenio Vegas en el inolvidable número 5 de la calle Gurtubay, tuvimos la idea de hacer un homenaje nacional a Maeztu y a Pradera. Y nos pusimos a la obra pensando que sería cosa fácil. Y lo fue. Estábamos todos entre los treinta y los cuarenta años, yo mucho más próximo a los treinta, éramos entonces todos monárquicos, e ilusionados, pero no inconscientes, pensamos en que teníamos que ampararnos en un comité organizador con personalidades cuyos nombres dijeran lo que los nuestros no decían. Recurrimos a viejos amigos, José María Oriol, José Ignacio Valdeiglesia, José Luis Zamanillo… y en todos encontramos una acogida extraordinaria y una dedicación a la empresa verdaderamente magnífica. Y tuvimos el enorme acierto de hacer presidente del comité a José María Oriol. Que dio muestra de todas las inmensas cualidades que adornaban a su persona. Ofrecimos a Franco la presidencia de honor del homenaje que aceptó sin el menor proble aunque estaba ya muy deteriorado. Hubo infinidad de adhesiones y el acto, en una gran sala, resultó brillantísimo. Pero no era eso lo que quería relatar sino la propuesta que después del acto me hizo uno de los amigos que lo habíamos promovido. Que pidiéramos a Franco el título de conde de Maeztu que naturalmente recaería en el hijo de Don Ramiro. La ocurrencia de Alfonso de Figueroa, duque de Tovar, me pareció espléndida y ese mismo día o el siguiente me fui a ver a José María Oriol para que la elevara al Jefe del Estado. Y una vez más el marqués de Casa Oriol fue efectivísimo. Poco después aparecía la concesión del título en el Boletín Oficial del Estado.

La idea fue de Alfonso Tovar y la gestión de José María Oriol pero yo me sentí muy satisfecho con la concesión del condado y por haber sido el intermediario entre Alfonso y José María. Por lo que algo me cabe en la existencia hoy del condado de Maeztu.  

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