«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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De los muertos de Ituño a las escorts de Davos

Itziar Ituño. Europa Press.

Los bien muertos. Se ha visto a la actriz Itziar Ituño en una típica marcha callejera de adscripción etarra. Con la sola diferencia de que la lista de asesinados sigue ahí, estos actos no se diferencian en nada a los celebrados en los años negros de la banda, cuando mataba. Misma militancia, idéntica miseria. Que una persona del cine español, ese subgénero pagado y servil a los políticos, haga acto de presencia en un acto nacionalista en apoyo a terroristas no parece ya sorprendente. Lo que maravilla es la vida capitalista de la farándula, su mecer consumista a tiempo parcial, mientras no se encuentra dando un mitin en una entrega de premios (todo son premios para los mansos) o publicando en redes sobre la amenaza del fascismo. Itziar, además, presta (o ha prestado hasta hoy) su imagen a un concesionario de coches de alta gama y a una contaminante compañía aérea, a ver qué pasa con la huella de carbono y la emergencia climática. Ella, concienciada y sensible humanitaria, llama la atención sobre los pobres terroristas, encerrados en cárceles cumpliendo condena. ¿Y las víctimas, los asesinados, los exiliados a otros lugares de la geografía nacional, los extorsionados, los secuestrados, los torturados, los aterrorizados, las viudas, los huérfanos, los eternos insomnes? Sencillamente, han sido cancelados, enterrados muertos o vivos. Labor de propaganda ingente, perseverante fango desinformativo, lluvia fina y sucia que no cesa, amnesia histórica del nacionalismo y de una izquierda ya abiertamente inmoral. El caso da para hacer un retrato al natural, trazo grueso de la miseria campante, del estado del debate público en este país. Me he dedicado a recopilar algunas perlas, hablan y supuran por sí solas. España, en 2024:

«Aquí estamos con Itziar Ituño y contra los inquisidores reaccionarios. ¡Una de las nuestras!» (Aranxta Tirado, politóloga).

«Se puede estar plenamente en contra de ETA y también de las políticas vengativas de aislamiento y represión que han sufrido los presos durante años» (Andoni Oxtotorena, periodista).

«Con Itziar Ituño, con el derecho a la libre expresión y por avanzar en resolver las consecuencias del conflicto» (Íñigo Errejón, diputado en Cortes).

«Ayer Porrotx, hoy Itziar, mañana ¿quién? No toleran la solidaridad. Necesitan celebridades cuyo único objetivo sea el dinero, el “homoeconomicus”. Más allá de su profesión, ¡madera para quienes demuestran solidaridad y compromiso colectivo! ¡Tú con el pueblo y nosotros contigo!» (Joseba Permach, ex coordinador y portavoz de HB).

«Tantos años de “no te metas en política”. Tanto cobarde recogiendo el fruto de la valentía de los demás. Tanto traidor. Tanto indiferente que no deja ni la sombra de su huella por el mundo… Y luego una estrella como Itziar Ituño le echa tantos ovarios» (Teresa Rodríguez, política).

«Más Itziar Ituño y menos Rafa Nadal» (tuitero y admirador de Pablo Iglesias Turrión).

Desde el sofá de la equidistancia. Los catalanes no nacionalistas sabemos un poco de eso, un juego que no mancha, una postura cómoda, o acomodaticia, que ofrece siempre réditos. Una pulcritud maloliente, pero qué bien se apoltrona:

«No me importa la ideología de Itziar Ituño, ni la de Gina Carano, cancelada de The Mandalorian por trumpista. A una actriz sólo le pido que interprete bien. Eso sí: entre los que la apoyan, mucho hipócrita que calló en cancelaciones semejantes» (Juan Soto Ivars, columnista).

«El Festival se adhiere al comunicado de EAB [Unión de Actores Vascos, es decir, con RH negativo] y mostramos nuestra solidaridad con Itziar Ituño y con cualquier actriz o actor que esté sufriendo boicot por sus ideas» (Festival de San Sebastián).

Y habló Itziar:

«Vengo del País Vasco, vengo de un barrio obrero, tengo conciencia feminista, tengo conciencia de clase…y siempre he sido así. A quien no le guste, que no mire».

«Nací en una familia trabajadora, y en casa siempre me explicaron muy claro que quien se queda en casa ante una injusticia se convierte en parte del problema».

«Estamos desnudas ante todos esos ataques a los que algunas hemos sido sometidas por ser, por pensar y por expresar lo que pensamos».

El mal de España. Entrevista Hughes a Carlos Bustelo, que fuera ministro de Industria y Energía entre 1979 y 1980 (Gobierno de Adolfo Suárez). El escritor le pregunta sobre el futuro de la nación: «Hay un problema nacional pero no se consigue transmitir en los periódicos, en los medios. Tenemos gente rara. Gente que odia al país».

¿Qué porno? A nadie extraña ya la obsesión «regulatoria» de la izquierda gobernante. La palabreja tiene significados más claros, cristalinos: meterse el Estado en la vida privada del ciudadano, en su lenguaje, en su cocina y hasta en su cama. O más allá de su bragueta. Le ha tocado ahora a la pornografía, industria del ocio que tantos abusos y violaciones ha evitado en el mundo desde su aparición, allá por el siglo XIX, sin desmerecer la falocracia griega, los frescos de Pompeya o a los pervertidos dibujantes porno en la China imperial. Se dice que hará falta presentar un DNI físico para mirar la gimnasia sueca en internet. Otra libertad que se quieren cargar, estos alumnos aventajados de Savonarola. Pero hay, en el asunto de la censura puritana, una pregunta insidiosa, urgente, diría: ¿Y el porno político duro de Sumar, Podemos, Bildu y PSOE? ¿No sería necesario regularlo?

A todo trapo en Davos. Comenta Rebeca Crespo los deslices sensuales de la cumbre privada de mandamases con conciencia social y climática. Sus urgencias corporales, amén de leernos a los pobres y descarriados europeos la cartilla. Parece que la ciudad atrae esos días de fiesta y negocios woke a trabajadoras del sexo. «En 2020, una investigación de The Times destapó el escándalo al revelar que al menos 100 prostitutas viajan a Davos anualmente para la celebración de la asamblea. Desde entonces, otros medios de comunicación han recogido los testimonios de estas trabajadoras sexuales en ediciones posteriores».

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