Las autoridades de Papúa Nueva Guinea estiman más de 2.000 personas podrían haber sido sepultadas por el devastador corrimiento de tierra y rocas. Éste tuvo lugar el pasado viernes y ha afectado a cientos de viviendas que han quedado enterradas en las localidades de Kaokalam y Yambali.
El Centro Nacional de Desastres (CND) del país ha indicado en una carta enviada a Naciones Unidas que son miles las personas que podrían haber sido «sepultadas vivas». El desastre natural ha provocado la destrucción de numerosas viviendas en la zona, situada en las tierras altas del norte de Papúa Nueva Guinea.
Las autoridades han alertado del gran impacto del desastre en la economía de la zona. Lamentan que la carretera principal que conecta con la mina de Porgera se encuentra completamente bloqueada. También denuncian que la situación aún es «inestable».
Desde el CND han señalado que las rocas siguen desplazándose, lo que supone un riesgo para los supervivientes. Además de para los servicios de rescate, que se han topado con serias dificultades para acceder a la zona afectada.
Según las autoridades locales, en las tierras altas de Papúa Nueva Guinea suelen vivir entre 10 y 15 personas por domicilio. Es por ello las estimaciones de fallecidos podrían aumentar durante los próximos días. Hay que en cuenta, además, que otras cuatro localidades más se han visto en mayor o menor medida afectadas por el deslave.
La Organización Internacional para la Migración (OIM) estima que al menos 670 personas habrían muerto en la devastadora avalancha de tierra y rocas. Por su parte, el Gobierno australiano ya ha comenzado a movilizar ayuda humanitaria para el país.