Los principales diarios europeos lanzan una serie de artĆculos en los que se escudan en el cambio climĆ”tico para fomentar la baja natalidad, mientras las Ć©lites europeas centran su discurso en la importancia de la inmigración ante la actual pirĆ”mide poblacional.
Por Mario Salvatorres
El cambio climĆ”tico se estĆ” convirtiendo en el mantra mĆ”s utilizado por las Ć©lites y sus terminales mediĆ”ticas para dictar los principios de la agenda mundial. Hace unos dĆas, Emmanuel Macron relacionaba este fenómeno con el terrorismo islĆ”mico y aseguraba que para derrotar a los yihadistas primero habĆa que terminar con la Ā«subida de temperaturasĀ». Las palabras del presidente francĆ©s obtuvieron el respaldo del resto de lĆderes europeos y fueron recibidas con cierta estupefacción por aquellos que luchan contra los grupos terroristas.
Este miĆ©rcoles el diario El PaĆs publicaba un artĆculo que iba mĆ”s allĆ”. Ā«Hazte vegetariano, deja el coche y ten menos hijos si quieres luchar contra el cambio climĆ”ticoĀ», rezaba el titular que se enmarca dentro de una campaƱa mediĆ”tica que tambiĆ©n tuvo su hueco en el britĆ”nico The Guardian, que el dĆa anterior abogaba por fomentar polĆticas contrarias a la natalidad entre los jóvenes del Reino Unido.
El texto, que comienza reclamando un cambio cultural en Occidente y criticando a Donald Trump por su escepticismo en torno al cambio climÔtico, asegura que este fenómeno se produce a causa del «efecto de la acción humana, de la suma de billones y billones de acciones individuales pasadas y presentes» y reclama «familias mÔs pequeñas».
Trump se convierte en protagonista de fondo. El PaĆs lo considera responsable -a pesar de llevar apenas seis meses en el cargo- y la crĆtica se centra en esos nĆŗcleos familiares que Ā«vuelan en avión, tienen varios coches y mĆ”s de un hijoĀ».
Hay algo que chocarĆ” sin embargo a un lector habitual de El PaĆs, pues la cabecera de Prisa ha dedicado decenas de artĆculos a la caĆda poblacional, la inversión de la pirĆ”mide tradicional y el envejecimiento que estĆ” viviendo la sociedad espaƱola. La Ćŗnica solución, advierten en esos textos haciendo referencia a los grandes teóricos del globalismo mundial, es abrir las puertas a las corrientes migratorias y dejar de lado las polĆticas en favor de la natalidad que tan bien estĆ”n funcionando en paĆses como HungrĆa.
La teorĆa Maltushiana
DiscĆpulos destacados de la corriente malthusiana que alertó a finales del XVIII del problema de la superpoblación, empresarios y polĆticos chinos han creĆdo encontrar en la reducción del nĆŗmero de nacimientos la solución a sus problemas de āexceso de habitantesā. Pero, Āæes realmente la superpoblación un problema? O, mĆ”s aĆŗn, Āæexiste de verdad la superpoblación?
Fue en 1968 cuando Paul Ehrlich esbozó en The population bomb (La bomba de la población) el futuro que esperaba a la humanidad. Habló de una Inglaterra devastada, con 70 millones de personas hambrientas y con tendencias canĆbales… en el lejano aƱo 2.000. Con 15 aƱos de margen de error, hoy se puede afirmar sin lugar a dudas que Elrich se equivocó: la población en Reino Unido no supera los 65 millones y, de tener un problema con la comida, este es, a buen seguro, por exceso de calorĆas y no por defecto.
No es el Ćŗnico error del Ā visionario: aseguró que en 1980 la esperanza de vida en Estados Unidos serĆa de 42 aƱos debido al uso reiterado de pesticidas y calculó que en 1999 la población restante descenderĆa hasta los 22,6 millones de personas. En 1999 la población de EE.UU superaba los 279 millones y la esperanza de vida del paĆs es de 78 aƱos.
Hasta el ‘New York Times’ reconoció que la teorĆa de la superpoblación no tenĆan demasiado sentido y un discĆpulo de Ehrlich, Stewart Brand (anteriormente partidario de limitar la natalidad) seƱalaba que la cuestión de la superpoblación se habĆa convertido, en realidad, en una cuestión de aversión al gĆ©nero humano.
El plan de la ONU
A travĆ©s de El PaĆs, los espaƱoles conocĆamos en octubre de 2016 el programa puesto en marcha por la ONU para nuestro paĆs. Naciones Unidas, que desde el comienzo de la crisis de refugiados abogó por la acogida masiva de solicitantes de asilo, aseguró que EspaƱa deberĆ” recibir a 12 millones de inmigrantes -unos 240.000 al aƱo- hasta 2050 para mantener su actual fuerza de trabajo. Las estimaciones de la División de Población subrayaron que, junto al resto de paĆses de la UE, EspaƱa se verĆ” abocada a recurrir a mano de obra extranjera para conservar sus cifras de población.
El argumento del inmigrante económico cobró de nuevo vigencia. Es cierto que el suicidio demogrĆ”fico espaƱol es notable, pero no parece claro que la solución estĆ© en la acogida masiva mientras se promueven polĆticas contrarias a la natalidad y la familia. SegĆŗn datos del INE, habrĆ” 5,4 millones menos de habitantes y nacerĆ”n menos de 300.000 niƱos.
La crisis económica y migratoria, junto con la falta de polĆticas efectivas familiares y de ayuda a la natalidad y a la conciliación, son algunas de las causas que estĆ”n detrĆ”s de esta alarmante situación, a la que ahora se une el complicado caso de la hucha de las pensiones y la falta de una verdadera polĆtica de ayudas y cuidado de mayores dependientes.
Lejos de buscar solución a la crisis migratoria dentro del propio paĆs, la ONU apuesta por abrir las fronteras para recibir una oleada masiva de inmigración. Ā«Es inevitable. La evolución de la población es muy predecible, los comportamientos de mortandad apenas variarĆ”n y es poco probable que se produzcan cambios en la natalidad en Europa o AsiaĀ», aseguró Joseph Chamie, director de la División de Población.
El mito del migrante económico
El tiempo terminó destapando la realidad de la crisis de refugiados y -no resulta sorprendente- los argumentos utilizados entonces por la UE fueron muy similares a los que expone El PaĆs. Las decisiones de Angela Merkel pusieron en riesgo la estabilidad europea bajo el pretexto de la necesidad económica. La idea era importar mano de obra y las Ć©lites de Bruselas no dudaron. Felipe GonzĆ”lez, George Soros y algunas de las empresas mĆ”s importantes del mundo, como Airbus, trataron de aprovechar la situación para exigir la retirada del salario mĆnimo interprofesional.
La sorpresa llegó cuando se filtró que el DAX, el Ćndice bursĆ”til donde cotizan los 30 consorcios mĆ”s importantes de Alemania, sólo emplea a 63 refugiados y que, de esa cifra, 50 estĆ”n contratados por Deutsche Post DHL. Cabe recordar que este ente puso en marcha una campaƱa para emplear a estas personas en la cadena de entrega de paquetes, incluso por delante de los parados alemanes.
Un dato reseƱable dado que la gran patronal alemana se convirtió en defensora de las polĆticas de la canciller. Ā«Los refugiados serĆan un pilar para el próximo milagro económico alemĆ”nĀ», decĆa el jefe de la automotriz Daimler, Dieter Zetsche. Sin embargo, meses despuĆ©s, la situación era muy diferente. Los empresarios alegaron, entre otros motivos, la falta de formación de los refugiados. Unas palabras que chocaban con las declaraciones de Zetsche hace un aƱo: Ā«No cada refugiado es emprendedor, ingeniero o mecĆ”nico brillante, pero todos persiguen un futuro mejor y estĆ”n altamente motivados. Esa es la gente que busca Mercedes y necesita el paĆsĀ».
La Europa que viene
En el aƱo 2030 en el conjunto de Europa residirĆ”n unos 100 millones de musulmanes. Resulta significativo que en Bruselas, capital del conglomerado comunitario, el nombre mĆ”s utilizado sea Mohamed y que de sus 1,2 millones de habitantes, apenas el 25% sea belga de origen. En el Reino Unido hace ya aƱos que la religión mĆ”s practicada es el islam, pero eso es poca cosa teniendo en cuenta los tiempos que nos aguardan: Europa serĆ” un continente de mayorĆa musulmana en pocas dĆ©cadas.
Una parte de esta población lleva instalada en Europa desde hace generaciones. Tras las descolonizaciones fueron muchos los ciudadanos que viajaron a paĆses del continente procedentes en su mayorĆa del norte de Ćfrica, Marruecos, TĆŗnez y Argelia. Se integraron en las sociedades internacionales sin mayores dificultades ni graves problemas de identidad.
El cambio llegó despuĆ©s. Las corrientes migratorias actuales han permitido el florecimiento de una generación de ciudadanos de marcado carĆ”cter islĆ”mico, ajena a las costumbres tradicionales y a las normas que rigen en los paĆses de acogida. La Ćŗltima oleada, que comenzó en 2013, se ha camuflado bajo el relato humanitario, pero en realidad sólo el 10% de los reciĆ©n llegados son verdaderos refugiados de guerra.
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