Primero declara la guerra a Rusia; después entona el «¿qué ha pasado, por qué no podemos llevarnos bien?». Se diría que es uno de esos prisioneros norvietnamitas obligados a hablar bajo tortura…
A veces se diría que Trump es uno de esos prisioneros americanos que mostraban los norvietnamitas en películas rodadas en la selva denunciando los crímenes imperialistas. Uno los veía con pena, sabiendo que decían lo que estaban obligados a decir bajo tortura y esperando algún gesto, una mueca, una señal casi imperceptible que delatara el engaño.
Esa sería la interpretación más benigna, porque la alternativa sería que sufre brotes de esquizofrenia.
Estamos todos tensos esperando la primera salva que dará inicio a lo que, poniéndonos en lo peor, podría ser el inicio de la Tercera Guerra Mundial y, desde luego, es el enfrentamiento de las dos primeras potencias nucleares, Estados Unidos y Rusia, en el teatro sirio.
Y Trump aprovecha su medio de comunicación favorito para dirigirse a su pueblo y al mundo, Twitter. Con mensajes casi contradictorios que parecen querer contentar, a le vez, a sus bases originales y los neoconservadores que llevan años tratando de empujar a Estados Unidos a una invasión de Siria.
Así, leemos en uno: «Rusia segura que derribará todos y cada uno de los misiles disparados en Siria. ¡Prepárate, Rusia, porque aquí llegan, bonitos, nuevos e ‘inteligentes’! ¡No debiste asociarte con un Animal que Mata con Gas a su pueblo y lo disfruta!».
No, no suena muy ‘presidencial’, pero es la balandronada típica de Trump, perfectamente reconocible, marca de la casa. Quizá resulte poco elegante antes de iniciar una guerra que podría acabar, para todos, como el rosario de la aurora, pero está en una línea de bravuconadas reconocible en el personaje.
Pero, a continuación, pasa de la bravuconada de matón de patio de colegio a la autocompasión y el lamento; de amenazar abiertamente a Rusia y advertirle de lo que le espera al clásico «¿por qué no podemos llevarnos bien, qué nos ha pasado?».
«Nuestra relación con Rusia está en su peor momento, y eso incluye la Guerra Fría. No hay motivo para ello. Rusia necesita nuestra ayuda con su economía, algo que sería muy fácil de hacer, y nosotros necesitamos que todas la naciones trabajen juntas. ¿Paramos la carrera armamentística?”, dice, para escribir, además, que «buena parte de la animosidad contra Rusia es culpa de la Falsa & Corrupta Investigación sobre Rusia, encabezada por todos los facciosos demócratas, o la gente que trabajó para Obama. Mueller es el que tiene más conflictos de intereses de todos (excepto Rosenstein, que firmó FISA & la carta de Comey). ¡No hay Colusión, y eso les vuelve locos!».
No sé yo si es prudente que hable de «locos» después de semejante cambio de tercio.
¿Qué quiere decir Trump?
¿Qué está intentando decirnos Trump? Aparentemente, se diría que trata de comunicar («presidente, si le retienen contra su voluntad, tóquese la oreja derecha») que la investigación de Mueller sobre la ‘trama rusa’ le obliga, contra sus mejores instintos, a intervenir contra Assad en Siria. Contra Rusia, en realidad, como él mismo desvela en sus tuits.
Ciertamente, algo muy grave debe de estar pasando en la Administración americana cuando el investigador encargado de dilucidad una colusión cada día más claramente inexistente entre el candidato Trump y el Kremlin para interferir en las elecciones se permite ordenar el asalto y registro por sorpresa del despacho del abogado del presidente, como ocurría la semana pasada.
No se ha dado la menor razón que guarde relación alguna con lo investigado. Se trataría, aducen, de investigar cuestiones de financiación relativas a un posible intento de callar con dinero a una actriz porno con la que Trump habría mantenido relaciones.
Pero incluso esa derivada es un disparate. Por supuesto, no es ilegal mantener relaciones adulterinas, no es eso lo que Mueller tiene el encargo expreso de investigar y, en cualquier caso, atentar contra la confidencialidad entre abogado y cliente es pasarse siete pueblos.
En suma: desde fuera, nadie diría que Trump es el líder de su país. No del todo, al menos.
En uno de los casos de los que hablaba en el primer párrafo, un militar prisionero logró enviar un mensaje en morse mediante parpadeos. Me pregunto si Trump podría aprender morse.
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