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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El wahabismo, la cruel doctrina islámica que Rusia podría prohibir

Imagen de mujeres musulmanas británicas

El Consejo Interreligioso de Rusia ha propuesto la ilegalización del wahabismo, doctrina oficial de Arabia Saudí, en todo el territorio del país


El wahabismo, doctrina oficial de Arabia Saudí, preconiza un regreso al islam originario, al islam que vivían Mahoma y los primeros califas. Es por ello por lo que rechaza cualquier occidentalización de la religión y aboga por una estricta aplicación de cuanto establecen el Corán y los ‘hadices’ en la vida civil. En este sentido, los wahabíes, como todos los salafistas, consideran su interpretación del islam (de base suní) la única correcta y aceptable, lo que torna al musulmán ‘no wahabi’ en un infiel más.
Aclaramos esto para contextualizar mejor la más reciente iniciativa del Consejo Interreligioso de Rusia, que ha propuesto la ilegalización del wahabismo en todo el territorio del país. Lo más curioso es que la proposición no procede ni de un cristiano ortodoxo ni de un judío, sino de un musulmán; en concreto, del muftí Kamil Samigulin, líder de los musulmanes tártaros.
El presidente de la Administración Religiosa de los musulmanes del Tartaristán ha justificado su propuesta arguyendo que el wahabismo fomenta el odio hacia otros hombres: ‘Debemos prohibir esta ideología, porque infunde el odio recíproco entre los hombres. Nuestras leyes no pueden prohibir ideologías, pero sí pueden frenar a las asociaciones inspiradas en ellas. En nuestro país los wahabíes tienen muchas estructuras de perfiles diversos, que se desarrollan y crecen continuamente; condenado por ley al wahabismo se podría al menos complicar mucho sus actividades, sobre todo disminuyendo el flujo de personas que son enroladas en el subsuelo terrorista’.
El tema principal de la discusión del Consejo Interreligioso, que se ha reunido en el edificio de ‘Especialización doctoral eclesiástica’ del Patriarcado de Moscú, ha sido justamente la lucha contra el yihadismo (y la relación de éste con el fundamentalismo islámico). En respuesta a ésta, los representantes de las principales confesiones religiosas de Rusia han determinado abrir filiales del Consejo tanto en Tartaristán como en determinadas regiones septentrionales del Cáucaso, donde la concentración de musulmanes es mayor que en otras áreas del país.
En su intervención inicial, el metropolita Hilarión (el religioso que ha presidido el encuentro) ha abundado en la necesidad de que los diferentes confesiones presentes en Rusia unan sus fuerzas contra el bárbaro desafío del terrorismo: ‘En condiciones de elevada amenaza terrorista es importante la coordinación de esfuerzos de las comunidades religiosas. Esto se refiere, sobre todo, a aquellas regiones donde es más alto el peligro de la derivación extremista, que debe ser erradicada en todos los niveles, programando también acciones profilácticas de amplio rayo de tal fenómeno… Debemos aprender a desenmascarar y volverlas inocuas a las fuerzas satánicas, antes que puedan realizar acciones malvadas’.
En este sentido, el prelado ortodoxo se ha referido a la importancia de una buena educación doctrinal para prevenir la expansión de las ideas que incitan al yihadismo: ‘Debemos garantizar a nuestros ciudadanos un nivel de preparación doctrinal en las cuestiones religiosas, de tal modo que sea imposible permitir la fascinación de la predicación extremista bajo cualquier forma. Cada ciudadano de nuestro país, de cualquier edad, debe conocer la enseñanza de las religiones tradicionales y comprender que la ideología del terrorismo contradice los fundamentos de cualquier religión’.

El wahabismo y sus preceptos

Uno de los principales estudiosos del Islam, el sacerdote jesuita Samir Khalil, explica que el wahabismo es la ‘convergencia de la teología Muhammad Ibn’Abd al-Wahab y los intereses políticos de la familia Saud, con preceptos terribles hacia los no musulmanes, sobre la condición de la mujer, de los chiitas, cosas que los musulmanes razonables normalmente no aceptarían’.
En esta línea, Khalil se muestra convencido de que el wahabismo es un óbice para la necesaria reforma del islam: ‘En el pasado, el islam ha procedido varias veces a una reforma de su interpretación, pero las cosas cambiaron en el último medio siglo. En ese momento, Arabia Saudí, gracias a los recursos económicos provenientes de la venta del petróleo, ha podido imponer en gran parte del mundo islámico su interpretación del islam, que es el wahabismo’.

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