Elon Musk, fundador de Tesla y dueño de Twitter (ahora X), parece firmemente decidido a convertirse en solitario en el adalid de la libertad de expresión en redes, poco después de que se hayan conocido las maniobras de la Administración para presionar a Facebook con el fin de que censurara «contenidos inconvenientes».
Su iniciativa más reciente ha sido pedir a los usuarios que se pongan en contacto con Twitter/X si «ha sido injustamente tratados» por sus jefes «por haber publicado o aprobado algún mensaje en esta plataforma», comprometiéndose a prestarles asistencia para demandar y financiar sus facturas legales «sin límite». Este fue su mensaje en una tuit que ha causado considerable revuelo en la red social y que marca un claro desafío a la prepotencia y la cancelación «woke»: la resistencia ha comenzado en serio.
«Elon entiende que nada cambia la conducta más deprisa Estados Unidos que la amenaza de una acción legal», comentó el usuario Austen Allred a su tuit, a lo que a su vez replicó el propio Musk: «Y no sólo les llevaremos a los tribunales, sino que haremos muchísimo ruido y también perseguiremos a las juntas directivas de las empresas».
Musk sugirió que estaba listo para asumir el caso de Kara Lynne, quien, según los informes, fue despedida por Limited Run Games por seguir a Libs of TikTok y otras cuentas conservadoras en Twitter.
Musk se considera un «absolutista de la libertad de expresión» que tiene un claro desdén por la cultura de la cancelación y su más reciente iniciativa deja patente que está decidido a convertir X en un arma contra la censura de contenido, particularmente en relación con las opiniones políticas e ideológicas.
En diciembre de 2022, Musk tuiteó que «la cultura de cancelación debe cancelarse». Bajo su égida, X restableció varias cuentas antes prohibidas por opiniones disidentes durante el anterior director.
Muchos han teorizado que el boicot conservador a Bud Light, uno de los únicos boicots conservadores exitosos en quizás décadas, fue particularmente efectivo como resultado de la toma de control de Twitter por parte de Musk y su liberación de sus algoritmos previamente manipulados. Según los informes, muchas empresas ahora temen ser la próxima «Bud Light» si promueven el transgenerismo y otros disparates «woke».