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el patriarca de Jerusalén intercedió por las hermanitas

La misioneras de la Caridad hacen retroceder a las FDI en su hogar de Gaza

Misioneras de la Caridad saludan al Papa Francisco. Twitter.

Hace casi 50 años las misioneras de la Caridad llegaron a Gaza. Invitadas por el patriarca latino de Jerusalén, monseñor Giacomo Beltritti, las hermanas fundadas por la Madre Teresa de Calcuta recibieron una casa en el barrio de Zeitun, al este de Gaza. Allí abrieron, en 1976, el Hogar de la Paz, con el objetivo de acoger a discapacitados sin familia.

Su labor en la Franja de Gaza, desde hace cinco décadas, ha llevado a la población a querer y respetar a estas misioneras, que no distinguen en su trato a judíos, musulmanes o cristianos. Su empeño por ayudar en la región, que han renovado estos meses con el actual patriarca, les llevó hace años a colaborar con el hospital Al-Shifa, el más grande de Gaza y tan polémico estas semanas por la supuesta implicación de Hamás en el complejo hospitalario.

Estas hermanitas relataron a la agencia Fides cómo vivieron el ataque terrorista del 7 de octubre. Como respuesta al ataque de Hamás, tanques israelíes sitiaron el barrio de Zeitun, al este de Gaza, y donde se encuentra el Hogar de las misioneras. Allí les obligaron a identificarse y salir, pero ellas se negaron a abandonar a los 27 ancianos y discapacitados que viven con ellas.

Rápidamente se pusieron en contacto con el actual patriarca, monseñor Pierbattista Pizzaballa, que intercedió ante las autoridades israelíes para hacer valer la labor de las hermanitas en Gaza. A las Fuerzas de Defensa de Israel no les quedó más remedio que dejar hacer a las monjas, de las que tantas vidas dependen. Y a esa protección se sumó hace algunas semanas la del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Gracias a esta mediación del patriarca, las FDI se retiraron del Hogar de la Paz sólo un día después. La situación, sin embargo, no mejoró fuera de sus puertas. Apenas han podido salir de la casa, ni recibir suministros básicos. Han estado cercadas junto a la treintena de personas necesitadas que atienden cada día. Con alegría en sus rostros, aseguran que van a seguir realizando su labor. No en vano el lema de su hogar les anima a «hacer algo hermoso para Dios». Lo están consiguiendo.

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